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ENTREVISTA

Rafael Yuste, neurobiólogo: “Estamos abocados a un futuro de seres humanos híbridos”

Rafael Yuste, neurobiólogo e investigador español, en la sede de la UIMP en Santander.

Olga Agüero

Santander —

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Rafael Yuste (Madrid, 1963) se toma muy en serio el concepto de universidad de verano. Desde un aula a la orilla de la playa, ataviado con polo y visera, dirige la primera Escuela de Neurotecnología en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. Se trata de un foro académico estival donde en su juventud fortaleció su formación humanística y científica y donde conoció a grandes referentes de la investigación. Aunque el destino de este neurobiólogo español, afincado en Nueva York desde hace 44 años, se escribió mucho antes. Entre los renglones del libro de Ramón y Cajal que le regaló su padre cuando tenía 14 años. 'Los tónicos de la voluntad' fueron una receta decisiva, una lectura que inspiró su vocación.

Aquel niño hoy es catedrático de Biología y director del Centro de Neurotecnología en la Universidad de Columbia, en Estado Unidos. Toda su vida se orienta a descifrar el enigma del cerebro. Convenció a Barack Obama para emprender un proyecto épico: desarrollar una cartografía cerebral. En su laboratorio neoyorquino llevan diez años manipulando el comportamiento de los ratones. Él sueña con la posibilidad de que estos avances puedan llegar a vencer la maldad, a eliminar la violencia de los seres humanos. Pero es consciente de que la manipulación del cerebro puede avivar sombras. Por eso se ha involucrado no solo en desarrollar tecnología sino también legislación que proteja la actividad cerebral de las personas.

Usted estudió piano y composición hasta que empezó a hacer la tesis. La música desata en nosotros emociones, como también sucede a vez con determinados aromas, ¿por qué sucede esto?

No se sabe, es un misterio enorme por qué la música afecta al cerebro y por qué ondas de presión en el aire, los sonidos, pueden cambiar y manipular el estado anímico de las personas. Es un gran misterio. En mi caso, la formación musical es un entrenamiento, como el de un deportista o de un matemático. Requiere mucho tiempo, precisión, exactitud y posiblemente esto me haya ayudado, pero tampoco lo sé, puede ser accidental.

El objetivo principal del laboratorio que dirige en Columbia es descifrar el código neuronal. La relación entre la actividad de las neuronas y el comportamiento o estados mentales. ¿Cómo convenció a Obama para que pusiera en marcha el proyecto 'BRAIN' que lideró para hacer un mapa del cerebro?

La propuesta salió de una tormenta de ideas entre 25 científicos durante una reunión en Inglaterra en la que teníamos que responder a la pregunta de por qué la neurociencia no avanzaba. Ahí propuse que el problema que teníamos eran los métodos, que había que desarrollar nuevos métodos para medir la actividad del cerebro y para cambiarla, y esto es lo que llamamos neurotecnología. La propuesta fue recibida con muchas críticas por mis propios compañeros, pero esto en vez de achantarme, me dio más fuerza. Convencí a otros tres científicos y escribimos un borrador del proyecto del cerebro. Se lo mandamos a la Casa Blanca y para nuestra sorpresa el mismo día nos respondieron que estaban muy interesados. Empezamos a hablar con el departamento equivalente al Ministerio de Ciencia. En un año y medio visitamos la Casa Blanca seis veces y les convencimos de que había que hacerlo. Ahí le pasaron la pelota a Obama y se involucró. Dijo: no solamente hay que hacerlo sino que quiero que sea mi proyecto estrella. Le cambió el nombre y lo lanzó en 2013. Aún está en activo, es un proyecto a 15 años e involucra a 500 laboratorios con un presupuesto anual de 800 millones de dólares.

¿Qué rincones oscuros quedan por alumbrar en ese mapa del cerebro?

Todavía quedan muchísimos. Desde los tiempos de Cajal llevamos un siglo estudiando las neuronas una a una y hemos aprendido muchísimo de cómo funcionan, qué partes tienen, qué moléculas utilizan… pero tenemos gran desconocimiento para entender cómo funcionan los circuitos neuronales, qué es lo que hacen cuando se activan entre ellas y cómo puede surgir la actividad mental de las personas o las patologías de los pacientes. Nos queda mucho terreno por recorrer.

La neurotecnología será capaz de ayudar a tratar Alzheimer, Párkinson o los ictus. Pero, como puede alterar la personalidad, usted confía en que permita al ser humano aumentar sus capacidades cognitivas para eliminar ciertas lacras sociales como la violencia o la agresión física. Es algo que nunca se había planteado: emplear la ciencia para ser mejores personas...

Es una idea que propuso un científico español ya fallecido, Rodríguez Delgado, un pionero de la nanotecnología. Escribió un libro titulado 'La planificación cerebral del hombre futuro'. La idea es que como el cerebro genera la mente humana con estos métodos de medir la actividad cerebral podemos cambiar y mejorar la actividad cerebral. Esto va a tener unas repercusiones gigantescas en la sociedad, porque prácticamente todo lo que hacemos los humanos tiene que ver con la actividad cerebral: desde eliminar lacras como puede ser la violencia o la agresión a facilitar el aprendizaje. Precisamente en el curso en el que estamos trabajando esta semana en Santander se ha hablado de cómo utilizar la neurotecnología para ayudar a pacientes que hayan tenido un ictus cerebral en la rehabilitación y en el aprendizaje de tareas motoras. Es el aperitivo de lo que nos viene. La neurotecnología tiene tres grandes ventajas: en la ciencia, para entender cómo funciona el cerebro, en la medicina, para diagnosticar y curar las enfermedades cerebrales, y en la economía, porque se pueden generar muchos dispositivos que se pueden vender en el mercado para facilitar la vida de las personas. Creo que vamos abocados a un futuro en el que el ser humano sea un ser humano híbrido donde parte del procedimiento mental ocurrirá asistido por dispositivos de neurotecnología. Va a ser inevitable porque llevamos toda la historia intentando aumentar y mejorar lo que hacemos y no vamos a parar ahora. En el momento en que tengamos estos métodos para entrar en el cerebro vamos a poder mejorarnos a nosotros mismos.

No solo estamos involucrados en el desarrollo de la neurotecnología, sino en el desarrollo de una serie de derechos que protejan la actividad cerebral de las personas y que se utilice dentro de un marco ético y humanístico

Rafael Yuste Neurobiólogo

Siempre se dice que llegará un día en el podrán leernos el pensamiento. En el cerebro habita nuestra personalidad, nuestra identidad. ¿Tiene derecho alguien a descifrarlo, a desnudarlo? ¿Para qué servirá?

El conocimiento y la ciencia son siempre buenos. No sabemos lo que es un pensamiento, pero se puede empezar a descifrar el lenguaje interno. Muchas personas pensamos utilizando palabras o imágenes. Esto se empieza a descodificar y puede tener muchas ventajas. Primero, para entender cómo funciona el cerebro, conocernos a nosotros por dentro. Segundo, para la medicina. Hay enfermedades como la esquizofrenia que tienen alteración del pensamiento. Si podemos descifrar el lenguaje y la percepción sensorial podremos ayudar o incluso corregir las alucinaciones que tienen las personas con esquizofrenia y ayudarles a eliminar sus síntomas. Eso no es una locura pensarlo. Con el desarrollo de la neurotecnología comercial llegar a conseguir dispositivos para aumentar las capacidades sensoriales o de pensamiento. Todo esto yo lo veo como algo bueno, pero hay muchas consecuencias éticas y sociales. Por eso no solo estamos involucrados en el desarrollo de la neurotecnología, sino en el desarrollo de una serie de derechos que protejan la actividad cerebral de las personas y que se utilice dentro de un marco ético y humanístico. 

¿Llegará un día en el que, por ejemplo, los políticos puedan tocar una tecla en nuestro cerebro para inducirnos a votarles? ¿Pueden leer los datos de nuestro cerebro como si leyesen los datos de un móvil?

Descifrar y manipular la actividad cerebral ya se ha hecho en animales con neurotecnología. Precisamente en nuestro laboratorio de Nueva York somos expertos mundiales en manipular la actividad cerebral de los ratones. Llevamos diez años haciendo estos experimentos, no porque nos interese manipular el comportamiento de los ratones, sino porque queremos entender cómo funciona su cerebro para poder ayudar a pacientes con patologías cerebrales. Lo que se puede hacer en un ratón hoy se puede hacer en un humano mañana. Por eso me he involucrado a fondo no solo en desarrollar tecnología sino en proteger a la población de los riesgos de su utilización indebida. Hay varios lugares en el mundo donde ya es ilegal esta cuestión. Chile fue pionero con una reforma de la Constitución para proteger la actividad cerebral. También es ilegal en Colorado y lo va a ser en California. Por tanto no habrá posibilidad de manipulación.

¿Pero grandes organismos como la ONU o la propia Unión Europea deberían avanzar ya también en regular esta cuestión?

Estamos en ello, trabajando con los dos. Con la ONU llevamos cinco años trabajando en tres comités, pero va muy lento. Desafortunadamente son organizaciones muy monolíticas que cambian con dificultad, pero ese es nuestro objetivo: instaurar los neuroderechos en la legislación global de derechos humanos. Si va todo bien tardaremos unos dos años.

¿Tiene algún sentido pensar que podemos tomar decisiones con el corazón o con la cabeza?

Es una manera de hablar muy superficial. Todas las decisiones se toman en el cerebro, que tiene muchas partes. Algunas más dominadas por la actividad emocional y otras que tienen que ver más con juicios de cálculos sobre qué va a ocurrir en el futuro, que es más como jugar al ajedrez. Y todo esto está influido por las experiencias personales de cada persona que dejan un poso de memoria en el cerebro que influye en todas las decisiones. No hay decisiones que se tomen con el corazón, es todo cerebral.

¿De qué se alimenta el cerebro? ¿Por qué hay personas con una capacidad mayor que otras de aprender o de recordar? ¿Es una cuestión genética o influyen la experiencia y el conocimiento?

No se sabe. Se piensa que las dos cosas son importantes, que hay una parte genética y una parte de la experiencia durante la vida y sobre todo durante la niñez, un periodo en el que el cerebro es especialmente plástico. Esto lo descubrió precisamente mi maestro, el Premio Nobel de Medicina Torsten Wiesel. Hay un periodo crítico en el desarrollo del cerebro durante la niñez donde el cerebro es muy plástico y se pueden aprender muchas cosas, a hablar idiomas, a andar. Cuando pasa el periodo crítico es muy difícil aprender.

Una vez que sepamos cómo funciona el cerebro igual hay mejores maneras de educar a los niños. Es uno de los grandes desafíos de la neurociencia, aportar datos que mejoren las estrategias educativas

Rafael Yuste Neurobiólogo

¿El sistema educativo promociona ese aprendizaje tan temprano?

Ahora mismo el sistema educativo utiliza recetas para enseñar a los niños que vienen un poco heredadas de generaciones anteriores y de las costumbres y las tradiciones. Una vez que sepamos cómo funciona el cerebro igual hay mejores maneras de educar a los niños. Es uno de los grandes desafíos de la neurociencia, aportar datos que mejoren las estrategias educativas.

Creo que uno de los campos que más le interesan es cómo funciona la memoria. Y cómo funcionan los recuerdos. De la infancia nos quedan muy pocas imágenes. ¿Desde qué edad podemos recordar? ¿Y son cosas que nos pasaron, que vivimos o que nuestra mente genera a partir de los relatos que nos hacen por ejemplo nuestros padres?

La memoria es uno de los grandes misterios de la neurociencia. Hoy no podemos decir que entendemos cómo funciona la memoria. Son preguntas muy importantes, pero tenemos un gran desconocimiento de la memoria. Se está estudiando en ratones, en moscas, y se puede manipular las memorias de estos animales, pero todavía queda mucho recorrido para poder aventurar hipótesis o respuestas a estas preguntas.

El cerebro no descansa cuando dormimos. Está siempre encendido. Es otro mito popular, como que solo se utiliza el 5%. Todas las partes del cerebro se utilizan siempre al 100%, despierto o dormido

Rafael Yuste Neurobiólogo

¿Dormimos para descansar pero nuestro cerebro vive otra vida paralela imaginaria mientras soñamos? ¿No es una contradicción?

El cerebro no descansa cuando dormimos. Está siempre encendido. Es otro mito popular, como que solo se utiliza el 5%. Todas las partes del cerebro se utilizan siempre al 100%, despierto o dormido. La única manera en que no se utiliza es cuando mueres o entras en coma. Ahí ya se apaga el cerebro. Pero desde que naces hasta que mueres el cerebro está siempre encendido y siempre funcionando. No se sabe para qué sirve el sueño. Es otra de las grandes cuestiones desconocidas. Hay muchas hipótesis, algún experimento que apunta a que puede ayudar a los recuerdos.

¿Todos los cerebros son iguales? ¿Hay diferencias entre mujeres y hombres?

Las hay. Igual que hay diferencias en los cuerpos, pero no se sabe si son importantes. Lo normal es que la diferencia en el cerebro tenga que ver con la diferencia en el comportamiento de la persona porque el cerebro genera el comportamiento. Es igual que el cuerpo: tiene unas características comunes pero cada persona es distinta. Lo mismo pasa con el cerebro. 

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