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Entrevista Javier García-Oliva, diputado del PSOE

“La caza tiene un impacto en la biodiversidad y no se puede seguir gestionando como hace un siglo”

Javier García-Oliva en el Hemiciclo.

Blanca Sáinz

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Confundador de la Asociación para la Defensa de los Recursos naturales de Cantabria (ARCA), exdirector general de Medio Ambiente, consultor, escritor, diputado del PSOE en el Parlamento cántabro y portavoz de Medio Ambiente en esta misma Cámara. Javier García-Oliva (Santander, 1957) lleva la vocación política en su ADN -su padre, Mario García-Oliva fue una reconocida figura de la política cántabra y española durante la Transición-, pero sus esfuerzos suelen centrarse en combinarla con su otra gran pasión: el ecologismo. Apasionado y elocuente a partes iguales, volvió a la política activa de la mano del secretario general del PSOE cántabro, Pablo Zuloaga, y lo hizo a través de la experiencia, su gran baza en el equipo tan renovado que presentaron los socialistas al comienzo de la legislatura. Un año y medio después de su reelección -abandonó su cargo de diputado en 2007 por incompatibilidad con su puesto de director general-, y con una pandemia de por medio, García-Oliva sigue defendiendo esa “política de matices” por encima del blanco o del negro y, por ello, el pasado 23 de noviembre rompió la disciplina de voto respecto a la 'Ley del lobo' y se encontró solo ante un Hemiciclo que pedía que el mamífero siguiese sin contar con protección especial.

¿Qué balance político hace de este año tan peculiar?

La política cántabra ha estado supeditada totalmente a la situación sanitaria, que se ha convertido en lo más importante y, por tanto, ha condicionado todo lo demás: desde los Presupuestos hasta las prioridades. Eso ha sido para mí el elemento fundamental que puede definir este año: un cambio en el orden de prioridades donde el tema sanitario ha pasado a ser lo primero y donde se han intentado poner todas las medidas preventivas y paliativas que se ha podido.

Uno de los temas que más preocupa pero que parece que siempre queda en un segundo plano, ya sea por pandemias o por crisis, es la despoblación. ¿Cuánto tiempo nos queda para poder tomar medidas efectivas?

Este tema es bastante más complejo de lo que a veces se trata. La despoblación es un proceso que se inició en el final de los años 50 y principios de los 60, y ha continuado produciéndose a lo largo de este tiempo habiendo épocas donde se ha acentuado más y otras menos. Ocurre en casi toda Europa y, además, dependiendo de la zona tiene sus características propias, pero lo más resaltable es que es un tema que está encima de la mesa, que está en las políticas y se ha puesto como prioridad. Se están poniendo en marcha una serie de medidas y que nadie piense que la despoblación es un tema en el que hay un botón, se aprieta y se soluciona.

Es un proceso en el que influyen factores económicos, de carencia o ausencia de servicios y de que estos lleguen a zonas que son remotas o que tienen dificultades orográficas, hay también un componente social importante… Y no todas las medidas que se toman son fáciles ni inmediatas, de hecho ya sabemos que es una cuestión que va a tardar tiempo y, probablemente, habrá zonas donde sea muy complicado revertir esa situación. Hay que entender también que no se puede poner una piscina climatizada, por poner un ejemplo, en todos los núcleos de población porque no hay recursos. Siempre va a haber zonas donde haya algún servicio menos, pero eso no quiere decir que haya que resignarse. Lo hemos puesto encima de la mesa y ha entrado en la agenda política como una de las prioridades porque no nos resignamos a dejarlo como está, aunque haya sido la tónica habitual en el pasado.

Otro de los temas más controvertidos que tiene sobre la mesa el Parlamento de Cantabria es la futura Ley del Suelo, que ha despertado críticas unánimes entre las organizaciones ecologistas y que ya la pasada legislatura quedó pendiente por las diferencias entre los socios del Gobierno PRC y PSOE. ¿Qué opinión le merece el anteproyecto que ha elaborado el Gobierno?

La Ley del Suelo lo que hace es plantear un modelo territorial, es decir, qué queremos hacer con el suelo rústico, y en el PSOE apostamos por un modelo territorial que preserve ese suelo para las actividades que son propias del mismo -las ligadas al sector primario-, así como que se produzca el crecimiento urbano de una manera ordenada y haciendo especial hincapié de la rehabilitación de las viviendas. Este planteamiento que hemos defendido desde el primer momento, va en consonancia con lo que se recomienda desde la Agencia Europea del Medio Ambiente y con lo que se plantean las políticas europeas. Y aunque sabemos que no es una posición que todos los grupos políticos compartan, vamos a pelear por este modelo porque creemos que es el mejor para Cantabria.

La fórmula del ladrillo se ha demostrado fracasada y nos llevó a que a la crisis económica se sumase el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Por eso en España las consecuencias de la crisis fueron peores

Ahora mismo hay un anteproyecto y nosotros tenemos pendiente el negociar con nuestro socio de Gobierno (el PRC), a ver si somos capaces de llegar a un acuerdo sobre el modelo territorial que queremos. Hay que tener en cuenta que la trascendencia de una Ley del Suelo y de una Ley de Ordenación del Territorio, que es lo que tiene que ir unido a esto, tiene una proyección a muchos años vista. No es una cosa que se apruebe y se pueda ir modificando, estamos proyectando cómo queremos que sea la Cantabria del futuro y hay cosas que no tienen vuelta atrás. Nosotros ponemos mucho acento en la preservación del suelo rústico porque este no se fabrica, no se crea. Si no lo mantenemos luego no se puede generar suelo rústico, que es la base de todas las actividades de todo el sector primario. Sin embargo, el suelo urbano se puede crear en cualquier momento, por lo que tenemos que preservar aquel recurso que no es renovable.

En toda España hay una ofensiva con esta cuestión que se ve en Madrid, en Murcia, en Andalucía… Quieren desregular todo el tema relacionado con la construcción de nuevas viviendas recurriendo a la fórmula del ladrillo, que se ha demostrado fracasada y que nos llevó a que a la crisis económica se sumase el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Por eso en España las consecuencias de la crisis fueron peores. Se ha demostrado que es un modelo que nos lleva a la catástrofe, pero hay determinados gobiernos autonómicos que esto no lo ven y que siguen apostando por esa fórmula fracasada.

Precisamente la Ley del Suelo es uno de los asuntos en los que ARCA, la asociación ecologista cofundada por usted, difiere de la opinión del Ejecutivo… Esta sensibilidad que tiene con los temas medioambientales, ¿le ha puesto alguna vez en una posición incómoda dentro de su partido?

El PSOE es un partido muy amplio y de izquierdas donde hay distintas sensibilidades. No es monolítico y los temas se discuten. Precisamente ahora se está viendo cómo el ecologismo es algo que ya está metido en nuestros programas de gobierno, de hecho ya está en las Cortes el Proyecto de Ley contra el Cambio Climático, que va a ser muy importante porque va a condicionar muchísimas políticas. El ecologismo siempre ha creado problemas en España, dentro y fuera de los partidos. En el PSOE afortunadamente se está asumiendo, ahí están los hechos, y hay camino por recorrer. Hace 20 años el feminismo no estaba contemplado en ningún tipo de políticas ni programas electorales, y, afortunadamente, ahora se ha asumido como una reivindicación y como una política propia. Y el ecologismo va con un poco de retraso pero sigue el mismo camino.

Hace unas semanas fue el único diputado que votó en contra de que se mantenga el Plan de Gestión del Lobo. Es algo poco común que un diputado se salte la disciplina de voto de su partido...

El tema de la gestión del lobo hay que verlo con una visión general. No se puede decir que el lobo abunda o que hay muchos lobos, hay que verlo como cualquier otra especie y desde una perspectiva más amplia, tal y como lo ve la Unión Europea. Ellos están exigiendo a España que la gestión que se hace con el lobo tiene que ajustarse a la categoría de especie protegida, que es la que tiene. Lo que se planteó en el Parlamento es seguir haciendo lo que estábamos haciendo hasta ahora y eso es una política que no funciona. Evidentemente sigue habiendo enfados con los ganaderos porque se producen daños… El Ministerio de Medio Ambiente tiene muy clara cuál tiene que ser la gestión del lobo, y a mí me pareció que la votación que se planteaba en el Parlamento no iba en consonancia con esa forma de enfocar el lobo, que es una especie problemática y nadie lo duda, pero que hay otra forma de hacerlo que es la que se está planteando ahora. Y en consecuencia voté que no. Entiendo que no todo el mundo tenga esta visión porque hay gente que está sufriéndolo, pero hay que intentar verlo con una perspectiva un poco más amplia. Lo que está claro es que hacer lo mismo nos lleva a tener los mismos resultados.

Hace algo más de un mes, elDiario.es hablaba sobre lo extraño de que la caza estuviese permitida en pleno confinamiento municipal, algo muy criticado por las asociaciones ecologistas. ¿Opina que actuaciones como estas pueden hacer ver que el Gobierno es más partidario de la caza que de la conservación de la naturaleza?

No sé qué sensación da, pero creo que el Gobierno pretende atender a todos los sectores. Aún así, desde el PSOE votamos en contra de considerarlo actividad esencial porque no veíamos que la caza tuviera nada de excepcional para tener ese trato en un momento en el que había limitaciones que por motivos sanitarios se imponían a otro tipo de actividades. Hay que ser conscientes de que la caza tiene un impacto, no digo bueno ni malo, pero tiene un impacto en la biodiversidad y lo que no se puede es seguir gestionándola como hace un siglo. Hace 100 años no sé si había más o menos cazadores pero, desde luego, se cazaba menos. En el siglo XXI la realidad es distinta y por tanto quizá hay que cambiar determinadas cosas como que hay especies que a lo mejor no se pueden cazar, o al menos no seguir cazándolas como hasta ahora. Eso hay que explicarlo y creo que lo entiende todo el mundo… En muchos cotos de caza tienen que soltar las perdices antes porque si no no hay nada para cazar, y eso no es el modelo que tenemos que seguir.

¿Cree que en el Hemiciclo hacen falta más partidos que defiendan el medio ambiente?

Bueno, la composición parlamentaria es la que eligen los ciudadanos. Lo que sí que me gustaría, y es una apreciación personal, es que el ecologismo se introdujera más y más deprisa de lo que son los planteamientos de los partidos políticos, y lo digo en general, no solo hablo del mío. Creo que va a ser lo que va a marcar el futuro. Hace 30 años, como te comentaba antes, se hablaba de las feministas como algo raro y se echaban las manos a la cabeza, ahora se considera lo normal y que lo raro es no serlo, pues con el ecologismo pasa igual. Todavía recuerdo cuando a los ecologistas, al ir a las instituciones, algunos nos decían que no se podían fiar de nosotros porque éramos como las sandías: verdes por fuera y rojos por dentro [ríe].

Es curioso cómo la derecha se ha mantenido al margen del ecologismo porque, remontándonos a los orígenes de los movimientos de sensibilización y protección de la naturaleza, allá por el siglo XIX, te das cuenta de que estos no venían de la clase obrera, que estaba preocupada por sobrevivir, sino por la gente más cultivada de la alta sociedad. Y, sin embargo, ahora parece que desde la derecha lo que prima es la economía a corto plazo por encima de otras cuestiones, pero lo grave de todo esto es que hay recursos que no son renovables, y si nos lo cargamos ya no habrá manera.

¿Considera que se ha hecho autocrítica suficiente en Cantabria sobre el hecho de que cerca de un millar de viviendas hayan sido declaradas ilegales en los tribunales?

Creo que poca. Tiene que haber una autocrítica de los políticos y otra referida al modelo urbanístico y de desarrollo urbano que en Cantabria se ha mantenido, como en otras partes de España, durante unas décadas. Lo importante aquí ha seguido siendo construir y construir, y esto es así porque genera una rentabilidad para algunos, y no se tiene en cuenta lo demás. Todo se supedita a eso, y se ha visto que es un fracaso y que en muchos casos es ilegal. Creo que esa autocrítica no se ha hecho suficientemente. Espero que no se repita en el futuro, y desde el Partido Socialista vamos a intentar que no sea así.

La depuradora ilegal de Vuelta Ostrera es otra de la cuestiones que más tiempo parlamentario ha ocupado en las últimas legislaturas... ¿Cree que se terminará derribando tal y como ha ordenado la Justicia, o que las presiones terminarán por dejarlo pasar?

Sin duda que se derriba, no cabe ninguna duda. Hay que tener en cuenta que la ministra de Medio Ambiente está señalada por el Tribunal Supremo como responsable de que se cumpla la sentencia y, cada mes, el Ministerio tiene que mandar un informe al Tribunal Supremo indicando las cosas que se están haciendo para dar cumplimiento a la sentencia. No hay ninguna duda de que se va a derribar. Y lo que yo veo es que tenemos una oportunidad en Cantabria porque el Ministerio va a construir una depuradora más moderna y mejor que la que tenemos actualmente. Al Gobierno de Cantabria no le va a costar nada, y va a suponer una mejor depuración de todas las aguas que vienen por el Besaya y hacen que estas puedan volver a la ría totalmente limpia.

Efectivamente es una pena el dinero que se invirtió ahí, pero más que una pena fue una temeridad porque siguieron con ello a pesar de todos los informes que había, de todas las advertencias… Las consecuencias de eso son estas. Pero hay que tener en cuenta también que a Vuelta Ostrera le queda poco para llegar al fin de su vida útil. ¿Qué conseguimos, como plantean algunos grupos, dilatando más la sentencia? Llegar de aquí a cinco años con una depuradora obsoleta y que para hacer una nueva habría que hacer una inversión que el Gobierno de Cantabria no tiene la capacidad para hacer. Pues aprovechemos la oportunidad… No sé por qué existen esas reticencias de algunos grupos a cumplir una sentencia y aprovechar una oportunidad que no nos va a costar dinero de nuestros presupuestos para tener mejor depurada la parte final de la Cuenca del Besaya.

El agua del embalse del Ebro es tan de los de Cádiz como de los de Santander: el agua tiene que ser pública y de todos. Hay que buscar un sistema de gestión que sea justo y equitativo, y lo primero es el consumo humano

Para finalizar, otro tema que también ha despertado ciertas discrepancias entre los socios de Gobierno es el trasvase de agua del Ebro a Cantabria. ¿Cree que la guerra por el agua solo acaba de empezar?

Es innegable que cada vez consumimos más agua y que este es un bien escaso, a pesar de lo que está lloviendo últimamente. Pero hay una cosa que se llama la directiva marco del agua que es de obligado cumplimiento en todos los países de la Unión Europea, y ahí dicen que el agua tiene que gestionarse por cuencas hidrográficas. La del Ebro, donde está el pantano, no es la del norte, por lo tanto, si queremos hacer un trasvase de una cuenca a otra, eso tiene que aprobarse no solo en Consejo de Ministros, sino en las Cortes Generales, y tiene que ir a la Ley del Plan Hidrográfico Nacional, porque en la actual no figura.

Cuando dicen algunos en el Parlamento que el Gobierno niega el agua, lo que ocurre es que en la ley no viene, por lo que habría que modificarla. El Ejecutivo sí que va a cambiar el Plan Hidrológico Nacional, que es un melón complicado de abrir porque ahí surgen todas las tensiones entre regadío del sur, el trasvase del Tajo… El problema es que muchas políticas son mirando solo a lo cercano, que es lógico, pero al final el agua es un bien general y de todos los españoles. El agua del embalse del Ebro es tan de los de Cádiz como de los de Santander: el agua tiene que ser pública y de todos. Hay que buscar un sistema de gestión que sea justo y equitativo, y lo primero es el consumo humano.

Es un tema complejo y sobre el que se hace mucha demagogia. En el caso de Cantabria la voluntad del Ministerio sería en primer lugar la modificación de la Ley del Plan Hidrológico Nacional, que eso permitiría autorizar un trasvase permanente de unos hectómetros cúbicos de agua del embalse del Ebro a la cuenca cantábrica, con lo que solucionaríamos a futuro todo el tema del agua a Cantabria, y mientras tanto se está haciendo que no haya escasez de agua en Cantabria. Cuando en verano hay pocas reservas, se autoriza un trasvase de 5 hectómetros cúbicos, que eso sí que lo contempla el Plan Nacional en caso de urgencia, por lo que nunca hemos estado en peligro de que haya escasez y cortes de agua. Antes hablábamos del suelo rústico y de que es un recurso no renovable, y con el agua pasa exactamente igual.

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