El martes comienza el juicio de cuatro acusados de una violación grupal a una joven en Santander
La Audiencia Provincial juzgará este martes 19 y el miércoles 20 a cuatro procesados por la violación grupal a una joven de 22 años hace dos veranos en Santander y en la que participó un quinto varón no identificado, para los que la fiscalía solicita una pena conjunta de más de cien años de cárcel.
En concreto, el ministerio público pide 30 años de prisión a cada uno de los tres acusados por un delito de agresión sexual con penetración y actuación conjunta de varias personas -doce por violación y 18 como cooperadores necesarios de lo anterior, a razón de seis años por cada uno de los tres ilícitos
Además, reclama quince años y medio de encarcelamiento a un cuarto procesado, como cooperador necesario de las agresiones sexuales y por intentarlo él también.
La acusación particular, por su parte, eleva la petición de prisión para cada uno de los tres primeros a 50 años de prisión, y para el cuarto acusado, a 48 años y seis meses de cárcel.
En concepto de responsabilidad civil, tanto la fiscalía como la acusación particular solicitan que los cuatro acusados indemnicen de manera conjunta y solidaria a la joven en 100.000 euros por el daño moral sufrido.
De acuerdo con el informe de la Fiscalía, todo sucedió el 30 de julio de 2022 por la mañana. A primera hora, la chica estaba de fiesta en un 'after' de la ciudad, después de haber consumido “grandes” cantidades de alcohol, además de cocaína y cannabis.
Allí se encontró con los acusados. Tras el cierre del local, en torno a las doce y media del mediodía, y estando ella en un “considerable estado de intoxicación” por el consumo de dichas sustancias, fue convencida por uno de ellos para que le acompañara al domicilio donde residían otros dos, hasta donde fueron andando.
Una vez en la vivienda, y después de beber más alcohol, la joven se introdujo voluntariamente en un dormitorio junto al chico que la había convencido para ir a esa casa, con la intención de entablar una relación con él.
Sin embargo, mientras se besaba con él entraron en la habitación de forma “inesperada” dos chicos que hicieron un gesto con la mano para pedir silencio. Y “sin más contemplaciones” y con ánimo libidinoso -prosigue el escrito del fiscal-, empezaron a tocar a la chica, a la que dejaron semidesnuda al levantarle el vestido y enrollárselo en la cintura.
Ante esto, la víctima, que “en ningún caso” quería mantener relaciones sexuales con esas personas, se quedó “paralizada” y “en estado de shock”. Los dos últimos en entrar en el cuarto la tumbaron sobre la cama boca arriba, penetrándola vaginalmente uno de ellos mientras el otro le indicaba que lo hiciese.
En ese momento accedió al dormitorio otro chico que con idéntico ánimo lúbrico se sumó al acto sexual pese a la “voluntad contraria” de la víctima, y todo ello ante la presencia “intimidatoria” del que la había pedido que le acompañara al domicilio, que permanecía junto a ellos en “actitud de enfado”.
Así, la penetraron de forma simultánea, anal y vaginalmente y sin protección, llegando a entrar al dormitorio un quinto varón no identificado que la introdujo el pene en la boca obligándola a realizarle una felación, como había hecho otro en un momento dado.
Según el fiscal, ella tenía “muy disminuidas” sus facultades y “nunca quiso mantener las citadas relaciones sexuales, pero se vio rodeada de cinco varones casi desconocidos de fuerte complexión en el reducido espacio de un dormitorio, todos los cuales actuaban pese al evidente desasosiego y angustia que con ello se le provocaba”.
Así las cosas, la joven fue “incapaz de impedir” las relaciones, dada la “superioridad física y numérica” de ellos y el lugar desconocido donde se hallaba, y por “temor” también a que pudiesen “agredirla y consumar violentamente dichas relaciones en caso de resistirse por la fuerza”.
Por todo ello, la víctima estaba en estado de “estupor” y permaneció “inmóvil, dejándose hacer mientras los acusados se desplazaban y movían para penetrarla”, y estuvo incluso “buena parte del acto con los ojos cerrados por miedo”.
En un momento dado, trató de pedir ayuda a uno, el único que no la había penetrado -y que lo intentó más tarde-, sin que la ayudara a escapar, limitándose a salir del dormitorio junto a otros dos chicos y el quinto no identificado, por lo que el que quedó dentro aprovechó el estado de “indefensión” de la joven para llevarla de nuevo a la cama y penetrarla contra su voluntad y a pesar de que le pedía que parase.
Máxima confusión
La chica salió de la vivienda sobre las 13.15 horas en un estado de “máxima confusión” junto a tres de los procesados y se dirigió con ellos hacia la estación, donde se subió en un autobús con dos de los implicados para ir a su domicilio.
Pero al llegar a su parada, uno la sujetó e impidió apearse, para intentar convencerla de que les acompañase a su casa, a lo que “accedió dado su estado de shock”, y hasta donde se trasladó su compañera de piso -con la que había contactado previamente y relatado lo ocurrido- para auxiliarla.
Pero el dueño de la casa trató de impedir que la víctima saliese, sujetándola, cerrando la puerta con llave y ocultando su teléfono móvil, y se opuso también a que intentara salir por una ventana al tiempo que pretendía mantener relaciones sexuales con ella. De nuevo, la chica se opuso y esta vez logró zafarse y salir corriendo por la puerta hasta reunirse con su amiga, siendo perseguida por la calle por este y otro procesado.
La víctima fue atendida en el Hospital Valdecilla y presentaba diversas lesiones, como erosiones y hematomas, en diferentes partes del cuerpo, como extremidades o genitales. También dio positivo en cannabis, cocaína y otras sustancias, y arrojó una tasa de alcohol en sangre de 1,22 gramos por litro.
A raíz de estos hechos, ha sufrido una grave afectación su estado anímico, con lloros, insomnio y pérdida de apetito, y le ha quedado como secuela un trastorno de estrés postraumático grave, lesión psíquica por la que continúa en tratamiento.
El 1 de agosto denunció los hechos que constituyen cuatro delitos de agresión sexual con penetración y actuación conjunta y otro de agresión sexual intentada, según la Fiscalía.
Pide un total de 30 años de cárcel a cada uno de los tres acusados por el primer ilícito -doce por la violación y seis por cada una de las cooperaciones necesarias, es decir, 18 años más- y quince y medio al que intentó la agresión: tres años y seis meses por el delito en grado de tentativa y doce años por la cooperación de los otros cuatro ilícitos consumados (tres por cada uno).
Junto a la pena privativa de libertad, el ministerio público reclama para después de su cumplimiento las medidas accesorias de prohibición de acercarse a menos de 300 metros a la víctima, comunicarse con ella por cualquier medio o inhabilitación para cualquier actividad que conlleve contacto con menores durante diferentes periodos, desde ocho años hasta veinte, en función de los distintos delitos imputados.
Está previsto que el juicio comience este martes a las 9.30 horas en la Sección Primera de la Audiencia Provincial y se prolongue el miércoles 20.
2