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Salir cada sábado en grupo a limpiar entornos naturales: “La gente no se da cuenta de la basura porque está muy normalizada”

Grupo de voluntarios Mi Pueblo Limpio en Castro Urdiales.

Rubén Alonso

Castro Urdiales —

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La iniciativa arrancó en plena pandemia y actualmente está totalmente consolidada. El grupo de voluntarios Mi Pueblo Limpio, a punto de cumplir cuatro años, sale cada sábado a luchar contra la basura que ensucia los entornos naturales. Hasta la fecha ha logrado recoger nada menos que 51 toneladas de diversos residuos a lo largo de 410 kilómetros de caminos, cauces, riberas, playas, acantilados y otros lugares, principalmente en los alrededores del municipio cántabro de Castro Urdiales.

A día de hoy, el colectivo lo integran una veintena de personas, pero durante las casi 400 actividades de limpieza que ha desarrollado desde que se puso en marcha en octubre de 2020 han sido un total 2.242 voluntarios ajenos al mismo los que han participado en alguna de ellas. “La gente tiene muy normalizada la basura y cuando va caminando no se da cuenta de ella”, asegura Encarni Cantero, la coordinadora de Mi Pueblo Limpio, en conversación con elDiario.es.

Ella fue la que puso en marcha esta iniciativa cuando nos desconfinaron durante la crisis sanitaria de la COVID-19. Según cuenta, cuando se pudo salir por las tardes, ella paseaba por el valle de La Llosa, perteneciente a la pedanía castreña de Sámano. “Empecé a ver la suciedad, como no había nadie no te fijabas en otra cosa”, relata. Entonces pensó: “Este es mi sitio favorito para pasear, voy a limpiarlo”. Y así empezó todo.

Aunque ya había participado anteriormente de forma esporádica en alguna actividad de limpieza promovida por otras organizaciones, ese fue el punto de partida de una iniciativa que se desarrolla todas las semanas y que actualmente acumula más de 9.400 horas de trabajo voluntario. De ese pequeño valle de apenas seis kilómetros de caminos, la labor de recogida se fue expandiendo por todo el municipio de Castro Urdiales y sus alrededores.

El trabajo voluntario fue ganando adeptos que cada sábado invierten dos o tres horas de su tiempo en recoger los residuos que ensucian y contaminan los espacios naturales. De hecho, recientemente recogieron centenares de fibras de plástico en una playa procedentes del vertido provocado por las obras del rompeolas y dieron un buen tirón de orejas a la Consejería de Fomento por su manera de abordar este incidente medioambiental.

“Siempre hay alguna zona que limpiar aunque ya la hayas limpiado”, reconoce Cantero sobre el trabajo semanal, señalando que al principio llevaron a cabo una limpieza en profundidad de muchos caminos en los que se encontraron basura muy antigua. “De muchísimos años atrás”, apunta. “Los caminos estaban impracticables en algunos casos”, subraya.

Mi Pueblo Limpio realiza convocatorias a las que se puede sumar quien quiera. “Cada cual viene cuando quiere y puede, y así nadie se siente obligado a participar más de lo que le apetece”, destaca la coordinadora del colectivo. “Puedes venir un día y hasta dentro de tres meses no vienes porque tus circunstancias no lo permiten; no exigimos nunca ese tipo de compromiso”, insiste, remarcando que también llevan a cabo actividades de limpieza con niños para concienciar sobre la causa.

No obstante, todas las semanas hay voluntarios y se realizan las salidas. “Consideramos importante establecer una especie de rutina porque estas cosas al final se van enfriando”, explica. El día antes avisan a la Concejalía de Medio Ambiente para que sepa dónde van a actuar y se lleve los residuos que han recolectado, algunos de ellos propios de desecharse en punto limpio.

“Hacemos una foto y ponemos un cartel de que lo hemos recogido nosotros para no dar la sensación de que ha llegado un camión y ha soltado un montón de bolsas con basura”, explica Cantero, asegurando que especifican qué contiene cada bolsa, e incluso si se trata de materiales peligrosos, como la uralita, ponen especial cuidado en avisar de ello.

No todo es botellón, pero va a más

¿Pero cuáles son los residuos que más se encuentran? De todo tipo y dependiendo de la zona. “Solemos cargar contra la juventud por los botellones, pero realmente los adultos tenemos mucho que aprender y que mejorar en este aspecto”, reconoce.

Y es que entre el 70 y el 80 por ciento de la basura que han limpiado hasta la fecha proviene de residuos agrícolas y ganaderos que sueltan en caminos y ríos. Tejidos, hierro, ruedas, plásticos de ensilados, material de fertilizantes y abonos, bidones... La coordinadora también pone el foco en los pescadores, que dejan botellas, latas, cajas de cebos, colillas... Precisamente sobre las colillas, Cantero lamenta que no saben cómo abordar el tema. “Es terrible, la gente no es consciente de lo que hace cuando tira una colilla al suelo en un entorno natural, son muy tóxicas”, advierte.

Por otro lado, las cunetas son espacios muy recurrentes en sus limpiezas porque se las encuentran repletas de bolsas de basura con residuos principalmente de comida que se arrojan por la ventanilla de los vehículos. Escenario similar aprecian en zonas de caravanas, principalmente de campers y furgonetas que no tienen servicio. “Te encuentras que han hecho allí sus necesidades”, afirma.

Así todo, el botellón supone una de sus principales preocupaciones que va a más porque “cada vez hay más plásticos”. “Tampoco sabemos cómo abordarlo, hay mucha gente implicada con una actitud que está como muy asumida y que es muy habitual. Lo tiro aquí y ya está”, lamenta Cantero, quien reconoce que más allá de ello, en todo lo demás hay más conciencia. “Tras la limpieza en profundidad que hicimos al principio, hemos notado que los caminos y los senderos se mantienen bastante más limpios. También es cierto que la suciedad llama a la suciedad, porque cuando ves un camino limpio te da cosa tirar algo”, sostiene.

Finalmente, la coordinadora de Mi Pueblo Limpio, que pone en valor las colaboraciones llevadas a cabo con otros grupos de España y de fuera del país, diferencia el escenario que deben abordar en las dos principales épocas del año: “En invierno se mantiene más o menos un control, lo tenemos todo bastante bien, pero en verano viene mucha gente de fuera; con el turismo todo se desmadra”, subraya. “Hay mucho que mejorar, esto es un pico-pala, pico-pala, un proceso muy largo”, concluye.

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