Veinte años disfrutando de la creatividad de Malabaracirco
Cuántos recuerdan las tardes de ilusión y magia en el circo. De repente, el tiempo se paraba para entrar en un mundo lleno de fantasía en el que los malabaristas iluminaban nuestros ojos y los payasos encendían las risas sofocadas del público. La actividad circense ha evolucionado mucho a lo largo de los años, y al igual que otras variedades artísticas, se ha fusionado y mezclado, ha experimentado, ha roto sus límites y se ha ofrecido a la sociedad para que participe y pueda disfrutar también de su magia.
Javier Amigo, uno de los integrantes y creadores de Malabaracirco, lo expresa con la firmeza de quien lleva muchos días de su vida apostando por ello. Y es que “en los últimos tiempos, los profesionales del circo hemos trabajado con ahínco para conseguir que poco a poco se reconozca esta actividad, sobre todo por parte de la Administración, y que se dignifique el trabajo que se viene haciendo”, asevera. El circo se ha incluido en los escenarios y se ha sacado a la calle, “hecho que ha abierto una posibilidad de mercado” para estos artistas, que pueden representar sus creaciones e interactuar de forma directa con los ciudadanos. Un paso decisivo pero que ha sido “complicado”, y en cuya evolución la compañía cántabra de circo teatro ha tenido mucho que ver.
Veinte años de trayectoria
Malabaracirco cumple dos décadas. Por este motivo, este sábado día 17 Javier Amigo, Ramón Ruiz, Ignacio Amigo, Yésica Balbás, Graham Wood-Robinson, Jose Iturraspe y Elena Umlauf quieren festejarlo con un evento por todo lo alto, en el que también participarán once compañías de muchos puntos de España que han compartido y formado parte de su trayectoria.
Así, el teatro del I.E.S. Marqués de Santillana de Torrelavega será el escenario de una demostración de equilibrios, malabares, técnicas áreas o clown que se desarrollarán a partir de las siete de la tarde. “Es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos y a la ciudadanía de Cantabria, que es quien nos ha visto crecer”, explica ilusionado Javier Amigo.
Porque en la región se gestó hace veinte años una compañía que ha contribuido a la evolución del circo y que está reconocida a nivel internacional. Y todo por la pasión de un grupo de jóvenes, que allá por el año 1994, decidió movilizarse y hacer su sueño realidad. Desde que en 1995 organizaran en Cantabria un encuentro de artistas del circo provenientes de toda España y de distintos países europeos, los deseos empezaron a tornarse en hechos y la compañía se fue haciendo más fuerte. A partir de ahí se sucedieron una multitud de proyectos en los que se incluyó música en directo, danza y nuevas tecnologías. El circo se iba haciendo más multidisciplinar.
“Esta semana, repasando vídeos de hace veinte años, hemos recordado las actuaciones y nos hemos sorprendido de la libertad artística que teníamos, estábamos más limpios. Las creaciones eran muy divertidas y primábamos mucho el juego”, rememora Amigo para dilucidar una etapa de pleno crecimiento. Porque para seguir evolucionando, los componentes de Malabaracirco tuvieron que salir fuera de España –no es hasta ahora cuando muchas de las actividades escénicas y artísticas se están reconociendo como estudios homologados en nuestro país-, mientras iban pasito a pasito consiguiendo metas. Los espectáculos se concebían de forma autodidacta mediante el “método ensayo-error”.
Una escuela terapeútica
Otro de los grandes ámbitos por los que ha apostado Malabaracirco ha sido el de la formación, puesto que entienden que “el circo es una buenísima herramienta de creación social y educativa”.
Fruto de esta creencia nace en 2005 la Escuela Municipal de Circo y Teatro Físico de Torrelavega, proyecto que finalizó el pasado año, y por el que han pasado más de 700 personas de todas las edades que han recibido talleres y cursos de técnicas circenses y teatrales por parte de estos profesionales. “Trabajábamos de forma inclusiva y utilizábamos el circo como herramienta social”, asegura Javier Amigo. Y es que por la Escuela aprendieron este arte desde chavales de instituto que querían hacer algún tipo de actividad física, hasta personas jubiladas que querían descubrir el mundillo, así como trabajadores del servicio de orientación al menor o personas con alguna discapacidad funcional.
A pesar de haber mantenido durante casi diez años este proyecto pionero, en estos momentos la actividad está parada “tras varios intentos por conseguir que la Administración reconozca y dignifique un poco más el trabajo que llevábamos haciendo este tiempo”, concluyen. Actualmente, Malabaracirco apuesta por la creación de redes entre diferentes proyectos formativos a nivel europeo –ya han realizado encuentro entre distintas escuelas de circo de distintos países- y continúan enseñando a un pequeño grupo de adolescentes con los que están poniendo en marcha algunos espectáculos. Además, están desarrollando proyectos pedagógicos más pequeños en centros escolares. “Estamos contentos y seguimos luchando por conseguir restaurar la escuela en Cantabria”, resalta Amigo.
Hasta entonces, a este país le queda mucho camino por recorrer. “España está a mucha distancia de Europa no sólo en relación con el mundo escénico, sino con el arte en general. Por eso, es responsabilidad de todos los profesionales de este ámbito reivindicar que se dignifique nuestro trabajo. Los procesos administrativos son muy lentos pero lo que se está consiguiendo se debe a la lucha y al esfuerzo de los colectivos sociales que nos dedicamos a ello”, continúa.
Un futuro lleno de ideas
Malabaracirco quiere seguir labrándose su futuro, caminando despacio por un sendero lleno de muchos obstáculos, pero también de grandes satisfacciones. De momento, están concluyendo la temporada de verano, además del evento de su vigésimo aniversario, aunque en noviembre tienen previsto representar en La Vidriera (Camargo) 'La Familia Timpanaro', comenzar una gira por España e Inglaterra, continuar con distintos proyectos de formación y participar en 'La Noche es Joven' del Ayuntamiento de Santander, entre otras actividades.
De la trayectoria vivida en estos veinte años, se quedan con las metas conseguidas y la “familia” que han conseguido crear en torno a Malabaracirco: “Hemos sido también capaces, con nuestros altibajos, de ganarnos la vida con esta profesión, de utilizar el circo como un elemento comunicador, mostrando ilusiones, tristezas y emociones”. Recuerdan con cariño todas las personas que han ido pasando por la compañía y que les han aportado “muchas cosas positivas”. Del futuro esperan seguir viviendo de la profesión, mantener la ilusión como el primer día de aventura y que el proyecto perdure gracias a las nuevas generaciones presentes en la compañía, que seguirán manteniendo viva la llama del circo, escenificando a través del arte los deseos, las aventuras, la ilusión, la risa y el llanto que sólo esta técnica sabe extraer.