“Encuentro en la ficción el bálsamo para hacer la realidad más tolerable”
El sol de diciembre ilumina el paisaje marítimo que se vislumbra tras las ventanas y enciende la luz en los ojos de Daniel Sánchez Arévalo. Habla de su libro, 'La isla de Alice', como si de un hijo se tratara, mimándolo con sus manos y evocando la historia como si fuera parte de sí mismo. Y no es de extrañar, ya que el galardonado guionista y director de cine, ahora también premiado escritor, ha ido dejando crecer la novela en su interior hasta sentirse preparado para plasmarla en el papel. Alice, la protagonista de la novela, le ha acompañado mientras ambos desvelaban juntos el misterio de la isla durante varios años. Aunque confiesa que le ha costado “abandonar el personaje”, se siente satisfecho de ver publicada la obra y agradecido por toda la atención que está recibiendo.
Ha dicho que escribir esta novela le ha supuesto un “salto al vacío”. Ese salto le ha valido ser finalista de la 65 edición del Premio Planeta. ¿Ha sentido un poco de vértigo?
No, fíjate que al revés. Creo que el Premio Planeta lo que hace es ponerte en el mapa. El vértigo es publicar una novela y sumergirte en ese océano de novedades editoriales, donde es muy difícil hacerte un hueco. El hecho de que haya tanta atención mediática, tanto interés, que la gente se entere de que he escrito una novela, para mí supone un gran alivio. Ya otra cosa es que se compre y se lea, esa es otra historia en la que entran en juego muchos factores.
Se considera narrador de historias. ¿Qué diferencia a la literatura del guión?
Diferencias son casi todas. Es verdad que al final lo que me gusta es contar historias y no me importa tanto el formato, aunque en mi opinión la literatura está un paso por encima. Por eso, cuando decidí embarcarme en este proyecto, convertirlo en una novela, el nivel de exigencia y dedicación ha sido mucho mayor, con dos obsesiones rondándome por la cabeza: La primera, no parecer un cineasta al que le ha dado por escribir un libro, que la novela tuviera entidad por sí misma, que caminara sola. Y la segunda, que como es una historia escrita en primera persona por una mujer, que pareciera escrita por una escritora, y no solo eso, sino por una escritora norteamericana contemporánea. De hecho, el mayor halago que me pueden hacer es decir que el libro parece escrito por una mujer.
Recuerdo el día de la entrega de los premios. El jurado se leyó la novela con pseudónimo y todos me comentaron que estaban convencidos de que lo había escrito una mujer. Cuando me dijeron eso pensé: “Esto está muy bien, esto me gusta” (sonríe).
Ya había escrito anteriormente dos libros de narrativa juvenil. ¿'La isla de Alice' ha sido un reto?
Ha sido un súper reto que han supuesto dos años de dedicación exclusiva en escribir la novela. Por lo general, soy una persona muy miedosa, me dedico a esquivar la vida más que a vivirla, lo que pasa es que me ha ido bastante bien esquivando.
A nivel profesional, solo he tomado cuatro decisiones importantes que han cambiado el rumbo de mi carrera, y esta ha sido la última, ya que en vez de rodar una película este año, que es lo que inicialmente pensaba hacer, decidí que quería ir por este camino. Es una decisión muy arriesgada, ya que por la otra senda, la cinematográfica, me está yendo muy bien. Pero siempre que me he propuesto nuevos retos el final ha sido feliz, y en este caso, el final no es haber sido finalista del Premio Planeta sino que la novela llegue y le guste a la gente.
¿Cómo ha sido gestar esta historia durante seis años?
El proceso ha sido muy lento. Normalmente, desconfío mucho de las ideas, por lo que en vez de alimentarlas, suelo ignorarlas para que solo las buenas echen raíces, y notaba cómo esta historia iba copando muchos cuadernos. Pero a la vez, como me gustaba tanto, sabía que tenía que cuidarla y mimarla mucho.
Han sido unos años en los que yo he hecho dos películas entre medias mientras iba dejando que la historia creciera, necesitaba darle el tiempo necesario para que cogiera forma. De hecho, las primeras anotaciones poco tienen que ver con lo que ha acabado siendo. Cada historia requiere su tiempo, unas son un proceso mucho más orgánico, más natural e inmediato, y hay otras que necesitan de espacio y de tiempo.
La novela trata sobre Alice, una mujer viuda con una hija y otro niño en camino que se ve envuelta en la encrucijada de descubrir la verdad sobre su marido de una forma un tanto impulsivo-obsesiva. ¿Es el ser humano masoquista cuando está cegado por el amor?
Absolutamente. En esta sociedad en la que vivimos todos tenemos una tendencia a la neurosis y a la obsesión, y en este caso, es cierto que Alice se aferra al misterio de la presencia de su marido en esa isla durante más de dos años sin ella saberlo. Desvelar ese misterio no deja de ser su manera de lidiar con la pérdida, de superar ese luto, para encontrarse a sí misma. La “isla” de Alice no solo hace referencia al lugar donde transcurre toda la acción, sino a su propia isla, que se ha hundido bajo sus pies tras la muerte de su marido, por lo que tiene que reconfigurarla para tocar tierra y seguir con su vida. Yo lo llamo “el engaño necesario para seguir viviendo”. Todos necesitamos de ese engaño para superar la realidad. En mi caso, yo me engaño con la ficción, porque ahí es donde me refugio.
'La Isla de Alice' es un thriller con un ritmo palpitante, ágil, con un tono muy americano. ¿Hay una impronta cinematográfica?thriller
Por supuesto. El cine es el arte que más me ha influido, lo que conlleva a que escriba con imágenes en la cabeza. No puedo evitarlo. Imaginar, ver y trasladarme a Estados Unidos, a esa zona de la Costa Este, muy evocadora y visual, es en parte lo que provoca que decida contar esa historia allí, y por eso toda la experiencia de Alice es cinematográfica. Lo que pasa que luego está el otro gran viaje, que es el viaje al interior de uno mismo, el bucear en los pensamientos de Alice, en sus contradicciones… es lo que para mí le da categoría de novela, lo que la eleva a otro sitio.
La historia está narrada en primera persona por un personaje complejo, profundo, lleno de matices. ¿Ha llegado Alice a dominar a Daniel o ha sido al contrario?
He ido muy de la mano con Alice en toda esta historia. A mí me pasó una cosa muy curiosa, y es que me ha costado mucho abandonar al personaje, salir de esa isla, porque al final he configurado un lugar donde yo mismo me quería quedar a vivir. Me he enamorado de Alice y de los personajes. Fíjate, que en el momento en el que Alice decide desvelar el misterio de su marido y de la isla ni yo mismo sabía cuál era el misterio que había detrás. Ambos llegamos a la isla y pensamos... ¿y ahora qué?
¿Es la escritura una terapia?
Para mí, desde luego que sí. No sé si decirte que es la mejor de las terapias, o la única. Empecé a escribir porque descubrí que dándole forma a mis miedos, a mis fantasmas, plasmándolos en otros personajes y en otros sitios, era una manera de deshacerme de ellos, o al menos de domarlos. Luego, por suerte, he conseguido que esto se convierta en un oficio y vivir de ello. Pero sí, encuentro en la ficción el bálsamo para hacer la realidad más tolerable. Y también es lo que pretendo con esta novela, que al final el lector se refugie también en la isla con Alice y sus personajes para luego encarar la vida con un poquito más de luz, con alegría y optimismo.
Y hablando de escritura… Ha escrito hace poco en tu cuenta de Twitter que era la primera vez que no sabía a quién votar. ¿La realidad española tiene un poco de ficción trágica?
Está el tema “AzulOscuroCasiNegro” (ríe). Lo que está sucediendo en este país es un caldo de cultivo, porque aquí tenemos el guión para una gran serie sobre el panorama político, la corrupción… Todo es apasionante desde un punto de vista cinematográfico, de ficción, pero la realidad es muy cabreante.
Su padre es José Ramón Sánchez, dibujante e ilustrador cántabro. ¿Qué significa esta tierra en su biografía?
Es mi tierra. Nací en Madrid y al principio, cuando venía, tenía que desmentirlo. Lo corregía, pero dejé de hacerlo porque probablemente me siento más cántabro que madrileño. Por ejemplo, esta parada en Santander no estaba prevista en la gira de Planeta y fui yo quien dijo que quería venir a presentar mi novela aquí, lo necesitaba porque considero que es donde está mi gente.
¿Qué le queda a Daniel Sánchez Arévalo por hacer?
¡Si no he hecho nada! Solo he hecho cuatro películas, tres novelas… eso no es nada.
¿Algún otro proyecto que se pueda desvelar?
Estoy con otro proyecto de película que me encantaría rodarlo aquí, en Cantabria. Me gustaría un sitio de montaña… Pero es un embrión y quizás para el próximo verano tenga un guión que enseñar. A ver si se convierte en una realidad.