El abastecimiento subterráneo de agua más antiguo de Europa estuvo en La Mancha
Los asentamientos humanos durante la Prehistoria y la Historia Antigua que hoy se encuentran en Castilla-La Mancha sigue dando en la actualidad día muchas sorpresas a los investigadores. Así se refleja en una nueva publicación del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) que analiza el yacimiento arqueológico de Las Motillas bajo el título 'Arqueología, Hidrogeología y medio ambiente en la Edad del Bronce de La Mancha'.
Este libro procede de la línea de trabajo iniciada en 2012 por el organismo, cuyo objetivo principal es la aplicación de los conocimientos hidrogeológicos y paleohidrogeológicos, configurando una disciplina mixta, que denomina 'Hidrogeoarqueología'. Se incorpora un estudio de asentamientos humanos en un ejemplo de colaboración técnica y científica entre expertos en arqueología, geofísica o paleoclimatología. Todos ellos trabajan con hipótesis de trabajo que explican los condicionantes físicos y sociales que determinaron la ubicación de determinados asentamientos humanos o que dieron lugar al desarrollo de una cultura específica.
La publicación se centra en este caso en el análisis de la Cultura de las Motillas de la Edad del Bronce de la Mancha, uno de cuyos principales asentamientos, con el mismo nombre, constituye el ejemplo más antiguo de Europa de abastecimiento mediante aguas subterráneas, con pozos construidos para alcanzar el nivel freático con los medios y la tecnología prehistóricos.
Con ello se demuestra el conocimiento empírico que tenían los habitantes de La Mancha durante la Edad del Bronce en relación con las aguas subterráneas. Se da la circunstancia de que unos 4.000 años después, los actuales habitantes de la Llanura Manchega continúan utilizando las aguas subterráneas de una manera tan intensiva que, para los autores “constituye un ejemplo paradigmático en todo el ámbito europeo del aprovechamiento hidrogeológico”.
La presentación de la obra corre a cargo de Jorge Civis Llovera, director del IGME. En sus páginas, a las que también acompañan multitud de ilustraciones, han trabajado Miguel Mejías, del centro investigador; Luis Benítez de Lugo, de la Universidad Autónoma de Madrid y UNED; José Antonio López Sáez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y César Esteban, del Instituto de Astrofísica de Canarias.