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Alguien podría pensar que cuando se cierra un centro cultural, como la Galería Fúcares, que llevaba cincuenta años funcionando, oficialmente se decretarían tres días de duelo, al menos. Una bandera a media asta en Almagro, otra en el Ayuntamiento de Ciudad Real, también en la Diputación y lo mismo en la Delegación de la Junta. Y una más grande en toda la región porque se ha perdido un recurso cultural -la cultura nos hace libres- que en todos los lugares son fundamentales para el desarrollo armónico de los ciudadanos.
Una galería que se había consolidado en el panorama nacional del arte y cierra no es un accidente más, es una catástrofe. ¿Cómo la de Letur o Mira? No de esas proporciones humanas y materiales, pero sí en el orden del espíritu. Claro que esto del arte responde a un impulso irracional y romántico que empuja a algunas personas a embarcarse en aventuras de riesgos inconmensurables. Vender arte en Almagro debe ser muy complicado. Como lo puede ser en Toledo, en Albacete o en Cuenca, más o menos acostumbradas a las gollerías del arte.
En una tierra donde históricamente lo esencial ha sido la subsistencia material no puede haber recursos para ejercicios tan saludables como disponer de una Galería de arte. Los ciudadanos prefieren comprarse un coche a un cuadro de Paco Nieva, pongo por ejemplo. Aun así se ha mantenido durante cincuenta años. Por eso, solo por eso, se tendrían que haber convocado tres días de duelo y de crespones con lazos negros en los balcones. Que el cierre haya pasado desapercibido es para inquietarse. No era un comercio cualquiera por mucha solera que tuviera. El anuncio apareció en algún medio territorial, como una noticia más, como un suceso insignificante. No se han hecho pomposas declaraciones, ni se han emitido discursos lastimeros porque el motor de la galería ya no pueda resistir.
Este de las galerías de arte es un negocio ante todo y al mismo tiempo un servicio a la comunidad. Si el negocio no funciona y a la comunidad le da lo mismo su cierre o su apertura tal vez sea que eso del arte no está hecho para todos, que debe seguir siendo un recurso elitista para minorías cualificadas, lo cual evidentemente es un desastre colectivo que nos arroja a un futuro sin salida o con salidas dudosas.
En fin, al menos desde este diario hágase un homenaje rendido a una galería de arte, Fúcares, que llenó de sueños de arte los territorios cervantinos de la Mancha en los últimos cincuenta años.
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