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El cultivo de la vid y su industria, una actividad determinante en la lucha contra la despoblación

Vendimia

Pilar Virtudes

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El cultivo de la vid y la industria de la transformación se revela como un factor muy importante para fijar población en el medio rural y de lucha contra la despoblación, según concluye el informe ‘La relevancia económica del sector vitivinícola en Castilla-La Mancha’ elaborado por la Fundación Tierra de Viñedos y la Interprofesional del vino de España, el estudio más completo que se ha realizado sobre el sector en la región.

Según este estudio, que fue presentado hace tan sólo unos días en Tomelloso, “aquellos municipios de la región que cuentan con una mayor superficie dedicada a viñedo han experimentado un incremento de su censo de población, mientras que los que no poseen viñedo ni están integrados en polos industriales y de servicios (los del Corredor del Henares y las capitales de provincia) han reducido el número de habitantes”.

Esto es clave en una región con abundantes núcleos poco poblados ya que más del 40% de los municipios de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo tienen menos de mil habitantes.

Asimismo, al analizar la presencia de viñedo y la evolución de la población en las dos últimas décadas en la provincia líder en superficie dedicada a la vid, Ciudad Real, se observa que entre los municipios con viñedo existe una menor proporción de los que han reducido su población entre los años 2000 y 2020 (72,9%), respecto al conjunto de municipios que no tienen viñedo (87,5%).

Y esto se debe al importante motor económico y generador de empleo que es el cultivo de la vid y la industria en torno al vino en Castilla-La Mancha.  El sector vitivinícola aporta más de un 4,6% al PIB de Castilla-La Mancha, generando un Valor Añadido Bruto total superior a los 1.740 millones de euros anuales. Además, en Castilla-La Mancha desarrollan su actividad 79.748 viticultores (según datos del MAPA, a 31 de julio de 2020). La Denominación de Origen La Mancha es la que tiene asociado un mayor número de viticultores: 14.730 en la campaña de 2017/2018.

Hay que tener en cuenta que, a diferencia de otros cultivos, la viticultura es una actividad que presenta una elevada dependencia del factor trabajo, exigiendo dedicación durante todo el año. Asimismo, junto con la mayor profesionalización de los viticultores, existe una tendencia de incremento del tamaño de las explotaciones, para facilitar la mecanización y la consecución de niveles de rentabilidad suficientes, aprovechando las economías de escala. Un fenómeno que está permitiendo que la viticultura contribuya a la empleabilidad en municipios de tamaño pequeño o mediano.

La pujanza y especialización del sector en la región

Es de sobra conocida la posición que ocupa la región en el panorama vitivinícola nacional e internacional. Sus más de 456.000 hectáreas suponen cerca de la mitad de la superficie de viñedo existente en España y más del 6% de la mundial, además de ser la región española con más hectáreas destinadas al cultivo ecológico y que cuenta con una veintena de Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y una Indicación Geográfica Protegida (IGP), así como con cuatro Rutas del Vino de España a la que cada año se van uniendo más.

 La capacidad de producción de uva para vinificación supera los 3,4 millones de toneladas anuales y se producen más de 20 millones de hectolitros de vino al año en Castilla-La Mancha. La región cuenta con un nutrido tejido empresarial dedicado a la vitivinicultura. Dentro de este, destaca el modelo cooperativo, ya que entre el 75% y el 80% de los hectolitros de vino y mosto producidos en la región y alrededor del 45% del valor de las ventas de las bodegas castellanomanchegas corresponden a las cooperativas. Además, Castilla-La Mancha es la segunda región española, solo por detrás de Cataluña, con más bodegas y embotelladoras de producción ecológica (más de doscientas en 2019).

La segunda actividad con mayor índice de especialización

Pero además, la economía castellanomanchega está especializada, en comparación con la media nacional, tanto en la rama agraria, que incluye la viticultura, como en la industria de elaboración de bebidas, entre las que destaca el vino.

Castilla-La Mancha contaba en 2020 con 128.713 empresas, de las cuales un 0,36% ejercen su actividad en el ámbito de la fabricación de bebidas, incluyendo la elaboración de vino, según datos del INE. Considerando el tamaño del tejido empresarial, se observa que la región está especializada en la elaboración de bebidas en relación con la media española, arrojando un índice de especialización de 2,26.

La fabricación de bebidas es además la segunda actividad con mayor índice de especialización, solo por detrás de la de coquerías y refino de petróleo, desarrollada en la provincia de Ciudad Real.

Producción y exportación

El cultivo de la vid forma parte de la tradición de la región y así lo atestigua el hecho de que la mitad de los municipios castellanomanchegos albergan este cultivo. En las provincias de Toledo y Cuenca se contabilizan más de 150 municipios con viñedo en cada una de ellas, a la par que este tipo de municipios suponen el 85% y 70%, respectivamente, del total de municipios de Albacete y Ciudad Real.

Los productos de la vid tienen también importancia en la exportación ya que la presencia de los productos vitivinícolas regionales se traslada a otras muchas geografías, teniendo como principales clientes Francia y Alemania. Así, el superávit comercial de estos productos supera los 770 millones de euros de media del último lustro. El número de empresas elaboradoras de vino con ventas al exterior estaba creciendo hasta el impacto de la pandemia y el censo de exportadoras regulares se situaba en máximos en 2018 – 2019.

Reforzar la formación y la innovación

En esta apuesta por el sector vitivinícola, la región está apostando por la formación, el desarrollo del talento y la I+D+i. Así, según recoge el informe, en los últimos años, la región ha fortalecido la oferta educativa superior en este ámbito. El futuro del sector vitivinícola castellanomanchego pasa por poner en valor los abundantes activos y atributos regionales, así como por apostar por la sostenibilidad y el talento, entre otros

La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ofrece, desde 2018, un Grado en Enología y, desde 2019, un Doble Grado en Ingeniería Agrícola y Alimentaria y Enología; ambos impartidos en la Escuela Técnica Superior de  Ingenieros Agrónomos (ETSIA) de Ciudad Real. Asimismo, la completa su oferta formativa con un título Máster en Viticultura, Enología y Comercialización del Vino; y un Programa de Doctorado en Enología, Viticultura y Sostenibilidad, y que se desarrolla de forma conjunta con la Universidad de La Rioja, la Universidad de Murcia, la Universidad de Salamanca y la Universidad de Valladolid.

Por otro lado, la actividad de I+D+i desarrollada en Castilla-La Mancha en el ámbito vitivinícola ha alumbrado algunas patentes. Así, por ejemplo, fruto de la labor investigadora del Centro de Investigación de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha, IVICAM, fueron patentadas seis cepas de levaduras con destacados atributos para la vinificación, obtenidas a partir de la biota de bodegas de la región.

Asimismo, como resultado de diversos proyectos de investigación sobre la microbiota láctica autóctona presente en bodegas castellanomanchegas, muchos de ellos realizados en colaboración con la UCLM, se patentó una cepa de bacteria láctica de interés para la fermentación maloláctica en vinos tintos.

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