Centros especiales de empleo o cómo conseguir una “inversión humana” y rentable
- Castilla-La Mancha aumentará en 2018 la reserva de contratos públicos para estos centros de empleo e inserción
Durante los últimos años y pese al alargamiento de las consecuencias de la crisis, el empleo entre personas con discapacidad ha tenido un ligero incremento. Muy leve, pero significativo en una sociedad que poco a poco va cambiando, aunque queden decenas de asignaturas pendientes en este sentido. En este objetivo cumplen un papel especial los centros especiales de empleo e inserción. Son iniciativas privadas, empresas de economía social, que se diferencian del resto en su apuesta por dar trabajo a personas con algún tipo de discapacidad. En Castilla-La Mancha, hay multitud de ellos y en el año 2018 contarán con más apoyo público: en los Presupuestos de 2018 se contempla el aumento, del 6 al 8%, de la reserva para contratos públicos con este tipo de proyectos. Nos hemos acercado a la experiencia de dos de ellos para conocer su historia, su metodología y su labor.
En Guadalajara se encuentra la asociación AFAUS Pro Salud Mental, con actividades en toda la provincia. El pasado mes de octubre celebró sus 25 años de vida y esta misma semana ha recibido el Premio a la Iniciativa Empresarial de Economía Social deCastilla-La Mancha. Hace dos años también recibió uno de los Premios Integra de BBVA en su proyecto para la adquisición de un hotel que será el único en toda España gestionado en su totalidad por personas con enfermedad mental.
Juan Gutiérrez es el director del Centro Especial de Empleo con el que cuenta esta asociación, que nació en el Centro Psiquiátrico de Alcohete como una salida para que sus pacientes pudieran residir en viviendas del casco urbano de manera normalizada y con total integración social. Ahora sigue gestionando cinco de esas viviendas, conveniadas con la Fundación Sociosanitaria de Castilla-La Mancha, pero también cuenta con otros programas de ocio y residenciales.
El Centro Especial de Empleo se dedica exclusivamente a conseguir puestos de trabajo como último paso para esa inclusión social. “Se trata de cambiar el rol de persona con enfermedad a persona con una ocupación. El trabajo es un medio y es una manera de tener unos hábitos, una rutina, una responsabilidad, una autoestima, y numerosos beneficios”, comenta Juan. Y es un proceso que se consigue a través de dos vías: por un lado hay que buscar la viabilidad empresarial, con ingresos para mantener los puestos de trabajo, y por otra parte conseguir que esas personas los ocupen. “Son superhéroes que han vencido a su discapacidad, que han tenido un proceso de formación y después han pasado un proceso de selección”, destaca.
Los medios con los que cuentan son múltiples y por eso necesitan también muchos recursos. Entre los más importantes están las unidades de apoyo que realizan todos los ajustes sociales y personales para que las personas con enfermedad mental puedan trabajar: por ejemplo, adaptar los puestos de trabajo a sus diferentes capacidades. Esta labor quedó reflejada hace tiempo en el documental ‘#Di_Capacitados’ emitido en TVE.
El itinerario de cada persona está pensando para que puedan trabajar una vez que su enfermedad está regulada y que disponen de ciertas habilidades sociales, pero el éxito se produce en la mayoría de los casos. El Centro Especial de Empleo tiene así cuatro grandes líneas de negocio. Una de ellas es la recogida de aceite conveniada con la Mancomunidad de Aguas del Sorbe de todos los pueblos alrededor de Guadalajara, que agrupa a una población de 86.000 personas. Desde AFAUS también han generado empleos para proyecto de agrocompostaje mediante el cual se recogen residuos orgánicos de diferentes colegios que se reutilizan en diferentes huertas (entre ellas la que la propia asociación gestiona en Cabanillas del Campo). También dispone de otra línea de negocio en servicios postales, con unos 15.000 envíos mensuales, y de otra para administración de material de oficina. Uno de sus proyectos más antiguos es asimismo la tienda de antigüedades ‘Rincón del Mundo’, casi un emblema de esta empresa de inserción.
Según un informe realizado por la Fundación Empleo y Salud Mental, la tasa de retorno de las ayudas públicas a estos centros de empleo es de cinco euros por cada euro. “Eso es muy positivo y muy real”, añade Juan Gutiérrez sobre la reserva de contratos con la Administración pública. “Son muchos años trabajando por la integración y la formación, y esto es una forma de demostrar que hacemos una inversión humana, pero que también es rentable. Conseguimos la viabilidad empresarial y la viabilidad de proyectos de vida”. Además, con ello se lucha contra el estigma de la enfermedad mental y se abunda en lo contrario: “A muchos de ellos les ha costado tanto conseguir un trabajo que son un ejemplo nobleza”.
Las premisas son las mismas con las que trabaja desde hace 30 años el Grupo AMIAB en Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y Andalucía. También reconocido en 2014 por los Premios Integra, el grupo empresarial creó ocho años después de su puesta en funcionamiento sus nueve centros especiales de empleo con 14 centros de trabajo y casi 1.000 personas empleadas. Trabajan con gente que tiene todo tipo de discapacidades y todos los empleos los gestiona directamente la asociación, declarada de utilidad pública por el Consejo de Ministros.
Pedro Sáez, director general de AMIAB, destaca que cada uno de los centros de empleo cuenta con recursos humanos que aportan los propios servicios de orientación de la asociación. Es decir, la persona interesada en conseguir un trabajo recibe en primer lugar una valoración y análisis de su situación personal, social, familiar y profesional. En función de ello comienza su itinerario personal de inserción. Después, son las divisiones de negocio de la empresa las que remiten a esos servicios de orientación sus solicitudes de empleo, iniciándose así el proceso de selección conforme a los diferentes perfiles.
El proceso no acaba ahí. Una vez conseguido el puesto, los trabajadores mantienen su itinerario con las unidades de apoyo, que son equipos multi-profesionales (básicamente psicólogos, trabajadores sociales y terapeutas) que se dedican a prestar apoyo en el mismo puesto de trabajo y a ayudarles en su promoción y evolución. “Cualquier aspecto negativo que se detecta se trabaja de forma particular, a través de las relaciones, de apoyos y de cursos, todos con recursos e la propia asociación, subraya el director general.
En cuanto a las unidades de negocio en las que trabajan los centros de AMIAB, hay una parte de servicios en jardinería, desinfección, limpieza y lavandería industrial para hospitales o bancos. Pero después, y tras haber pasado algunos años de dificultades debido a la crisis, se han ido diversificando hacia actividades más industriales como gestión de residuos o consultoría medioambiental. Ahora incluso quieren incorporar puestos de trabajo en empresas ordinarias, es decir, no solo del grupo empresarial tutelar. “Buscamos adecuarnos al mercado para darle estabilidad y garantía de futuro a los empleados. Cuantos más sectores toquemos, más opciones tendremos para las personas con discapacidad”, concluye.