Karmento: “El público está empezando a abrir el corazón y los oídos a las folcloristas y a la música de raíz”
Nadando a través de un melón, dándose un baño en una espuerta de uvas recién vendimiadas o degustando un diente de ajo. Karmento ya había deslumbrado con su original puesta en escena y sus arrebatadoras canciones en videoclips como el de la canción 'La manchega en la azotea'. Su paso por el Benidorm Fest, desde ese pequeño escenario en un cotano (en La Mancha es un lugar donde toman el fresco los vecinos y vecinas del pueblo, con las sillas sacadas al exterior) lleno de nostalgia, le ha dado un impulso único a su revisión del folclorismo musical. Pero ya tenía una carrera detrás. Diez años de dedicación, de esfuerzo, dos discos ('Mudanzas' y 'Este devenir') y muchos conciertos desde que en 2012 decidió viajar a la isla de Malta y un micro abierto junto con varios músicos improvisando en un ‘slam’ hicieron que todo su talento echara a volar.
Igual que en 'Quiero y duelo', el tema con el que llegó a la final del festival alicantino, su vuelo libre por el ‘mancheguismo’ de castañuelas y panderos, su voz deslumbrante y quebrada, ahora le abre nuevos caminos. Antes de transitarlos, como buena nómada, quiere descansar, “reconectar” son su centro, tomar carrerilla y ver lo que le depara este viaje. Una de sus citas ya cerradas será en el Festival LeturAlma, precisamente junto a Tanxugueiras, finalistas del año pasado.
Carmen Toledo, natural de Bogarra (Albacete), de 41 años, antes sexóloga, ahora cantautora de raíz, compositora y folclorista, como le gusta que la llamen, habla con elDiario.es de Castilla-La Mancha en una de sus últimas entrevistas, horas antes de tomarse unos días de vacaciones.
Sigue la resaca del Benidorm Fest. ¿Cómo la lleva?
Estoy con una mezcla de emociones muy nueva para mí, pero la sensación general es de bienestar y felicidad. Es esto lo que queríamos, ir dando pasos y haciendo crecer el proyecto de una manera natural, que la gente conectara. Llevo una semana entre altibajos de sueño y de energía, pero es una resaca disfrutada y merecida.
¿Cómo arrancó toda esta idea de caminar hacia Eurovisión?
Para una decisión así confluyeron muchas motivaciones que en el tiempo se van orquestando, hasta que llega el momento de sentarte y pensarlo. Lo sentí como un impulso, un instinto, una intuición. Se materializó así. Llevo tiempo trabajando, veo el ritmo, y sé que tengo que ir dando pequeños pasos e ir buscando la manera de hacerlo. El año pasado vi la edición del festival, seguí a muchos artistas de los que participaron, me pareció que había una propuesta nueva de buscar proyectos de calidad para hacerlos más visibles. Cuando llegó el momento, vi que yo podía hacer eso, podía ser una aventura chula para mí. Me gusta experimentar la vida y arriesgarme.
Una vez pasada esa experiencia y habiendo estado en la final…
Ha sobrepasado las expectativas (risas). Tenía un ‘feeling’ muy bueno con mi canción y confío en mi proyecto. Lo hemos estado rodando con conciertos y viendo la respuesta de la gente. Si no hubiera sido así, no le habría visto el sentido de presentarme. Pero claro, es que ha conectado con un sentir de muchas personas y ahora me están llegando mensajes de muchos sitios, no solo desde la Mancha, que también. Me están haciendo sentir muy satisfecha y me reafirman el camino. Es un regalo merecido también para toda la gente que está currando alrededor de mi proyecto.
¿Cree que en Eurovisión 'Quiero y duelo', la música de raíz, hubiera llegado a un buen puesto?
Yo escucho música de proyectos de otros países europeos, de Italia, de Polonia, y siento que hay un resurgir de las raíces y del folclore en muchos lugares. Los artistas estamos sintiendo la necesidad de reescribir la historia de nuestros pueblos. Todos hemos sido vecinos alguna vez y las lindes y las fronteras se han ido marcando por cuestiones que van más allá de la identidad cultural. Esa vivencia que la canción muestra, que tiene que ver con la infancia, con el hogar, habría conectado con mucha gente en Eurovisión. Pero probablemente no estamos ahí porque no era nuestro lugar.
Se comenta que su papel ha sido similar este año al de Tanxugueiras, que no ganaron pero sí ganaron…
Sí, yo me siento una ganadora de este Benidorm Fest. Y seguir la estela de Tanxugueiras me parece un honor porque al final estamos hablando de proyectos que llevan trabajando en sus zonas de confort mucho tiempo y el público está empezando a abrir el corazón y los oídos a esta historia de la música de raíz, a las folcloristas.
Aunque tiene una carrera detrás, es indudable que hay muchas personas que empiezan a conocerla ahora. ¿Esto ha supuesto un antes y un después?
Como acabo de llegar y lo primero que voy a hacer es tomarme unas vacaciones, ahora lo que necesito es reconectar. Una de las cosas que he aprendido de la vida es que hay que pararse a procesar y a que las experiencias nos hablen. Ha sido un tirón grande, y confío en lo que estoy viendo. Van a venirse cositas, es lo que estamos buscando y es precioso. Pero ahora, debo volver a a mi centro para recoger todas las demandas y toda la aventura que hemos realizado en este camino. Es como en 'Alicia en el País de las Maravillas', cuando abres una puerta, ya no sabes qué te va a pasar, y todo son sorpresas. Intuyo que me lo voy a pasar muy bien y que el proyecto va a tener cosas buenas que no controlo y me parece maravilloso porque eso es vivir.
Soltar el control es importante
Es que el control es lo que hace que uno esté todo el tiempo amargao…
Viajemos un poco a esa raíz de la que hablaba. ¿Cuál fue el resorte que le hizo viajar en 2012 y que prácticamente le hizo construir su vida como artista?
Tengo un espíritu bastante nómada y por los patrones que ahora puedo interpretar a mi edad, cada ciertos años he necesitado salir. Es importante ver el mundo y reubicarte, mantener una relación constante con dónde perteneces pero también con lo nuevo. Yo estaba trabajando en el Consejo de la Juventud de Albacete, se había acabado un ciclo, estábamos en una gran crisis para nuestra generación y me quedé sin curro. Todo se orquestó y quería irme. Yo sabía que quería cultura mediterránea, porque así son mis gustos, mis valores y mis placeres. Estaba buscando sitios y una amiga me dijo que se venía conmigo. Me fui a Malta a ponerme en silencio básicamente, a soltar lo que tenía hasta ahí y a ver por dónde me llevaba la vida.
Pero ya había compuesto canciones y tenía un trabajo hecho.
Siempre he sido artista. En mi pueblo, yo he bailado, he cantado. Mis amigas me recuerdan siempre la gran cantidad de coplas que yo he regalado en las noches de fiesta (risas). Y de pequeña siempre bailaba. Siempre tuve ese espíritu. Luego la vida te lleva por otros lados porque el arte siempre es complicado y además yo soy multiapasionada. Me fui por otros derroteros que también me han encantado y siempre en mi forma de trabajar ha habido arte e innovación, porque soy así. Pero cuando me fui a Malta, fue el momento de florecer. Allí viví uno de los días más brutales de mi vida. Había un vórtice increíble de 'jaming', de conciertos improvisados, por esa época. Vi un micro abierto, había cuatro músicos improvisando y sentí el impulso de subir a cantar. Lo hice y conecté con su fluidez, lo dejé salir y fue impresionante. A partir de ahí, apareció toda esta corriente de seguir componiendo y se fue forjando Karmento. Hasta que no apareció David (su amigo, mánager y director del sello El Tragaluz) y los dos nos vinculamos nos llegó a nacer del todo.
Y con todo esto ahora se ha convertido en bandera del 'mancheguismo'
¿Qué te parece? (Risas).
Es muy necesario regresar a la raíz y sentir la pertenencia. Este mundo nos hace sentir muy perdidos y la sensación de estar en tierra de nadie
Supone la recuperación de un folclore, que sigue vivo, que nos gusta, pero ¿no cree que está más olvidado con respecto al de otras comunidades autónomas?
Es muy necesario regresar a la raíz y sentir la pertenencia. Este mundo nos hace sentir muy perdidos y la sensación de estar en tierra de nadie. De pronto, hay muchas cosas que te hacen sentir en casa, como la familia, la comunidad y el público. Yo estoy muy contenta de eso, porque soy manchega. Y más cuando sientes lo que estás haciendo y además desde un lugar tan propio en el que no he tenido que impostar nada. Si además, la gente conecta y se siente identificada y orgullosa, me siento feliz. El saber canalizar una identidad cultural de alguna manera es una pasada, y eso mola mucho y me sale. La falsa modestia es una arrogancia disimulada, no me gusta (risas).
En 'Quiero y duelo' habla de ese sentimiento de irse de casa, de la emigración, pero da la sensación de que es una canción con múltiples interpretaciones.
Sí, es lo que está pasando con esta canción y eso también me encanta. Porque puedes llegar a acercarte al folclore musical, pero es genial conseguir que una canción en su mensaje vaya teniendo diferentes capas. En realidad, esa es nuestra historia y la de mucha gente. Mis padres fueron de los primeros que salieron del pueblo a la ciudad, a la ciudad de provincias. Pasaron de recoger oliva a subirse en un camión, pero para progresar. El mensaje que hemos recibido en nuestra generación es “tú inténtalo y sigue adelante ya que nosotros no hemos podido; estudia y vete”. Yo lo he vivido así. Nuestra generación ha seguido intentando buscar un camino mejor y nos hemos encontrado con que no podemos controlar la vida. Pero muchos nos hemos ido y hemos vuelto. Y en esa vuelta yo observo que hay muchísimo talento en La Mancha, como en todas partes seguramente. Se abre un camino para mucha gente que está reconciliándose con sus raíces manchegas.
En el caso del Benidorm Fest, recreó ese regreso a la raíz con su voz, con el baile, con el decorado…
En mi cotanejo....
El cotano, por ejemplo. Pero además, en sus videoclips también juega con esos elementos de la tradición manchega, en pequeños relatos ¿Son como cuentos sus canciones?
Sí, queríamos contar un cuento, que se entendiera y que las referencias fueran muy populares: que tanto la madre, como el hijo, el tío, el abuelo, pudiesen entender lo que estábamos contando. Es la manera ser coherente con lo que siento. Y crear esa magia con esa referencia al campo amarillo de La Mancha, a un lugar donde también existen los seres mitológicos. Es que yo estoy enamorada de nuestra tierra, totalmente.
Sus letras son además atemporales, se pueden aplicar a historias de ayer o de hace siglos. ¿Es algo común en la música de raíz?
El caso es que todavía estamos definiendo esto de la música de raíz. No soy musicóloga, pero las raíces son la esencia, lo más profundo, y tiene sentido que sea aquello que permanece en el tiempo, que no cambia. La raíz está siempre ahí y para que sea inamovible tiene que servir en todo tiempo y lugar.
Descanse y a seguir volando.
Gracias. Volar y disfrutar, sobre todo lo que voy a hacer es seguir disfrutando.
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