Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
Miguel Ángel Álvarez de Mon, psiquiatra: “Hay que ajustar las expectativas para Navidad”
La pandemia de SARS-CoV-2 nos ha enfrentado a muchos retos como sociedad y los expertos creen que habrá consecuencias en la salud mental de la población, no solo en el presente sino también a medio y largo plazo.
Miguel Ángel Álvarez de Mon es profesor en el Grado de Fisioterapia y de Medicina, respectivamente en la Universidad de Alcalá. Además, ejerce en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de Madrid.
Con él hablamos en una entrevista de lo más inmediato: ¿cómo afrontar lo que se ha venido en denominar como unas 'Navidades diferentes' debido a la crisis sanitaria del SARS-CoV-2?
Después de nueve meses de palabras nuevas en el vocabulario como confinamiento, desescalada, cierre perimetral o hasta toque de queda…¿Cómo cree que está la salud mental de los ciudadanos?
El confinamiento inicial fue un shock y fue tan impactante que una vez que la gente se adaptó, la casuística es muy variable, pero creo que muchas personas están llevando peor esta segunda fase de pseudonormalidad.
Muchos se han encontrado con que, si han tenido que confinarse, no hay tantas facilidades desde el punto de vista escolar o laboral. Son contrariedades sobrevenidas que impactan más ahora que en marzo.
¿Y eso se nota en las consultas médicas?
Lo que sí noto es la incertidumbre que, siempre y en cualquier contexto, es difícil de manejar, por ejemplo ante la llegada de fechas como las Navidades. ¿Hago planes o no? ¿Merece la pena ilusionarme para luego llevarme el chasco?
Esta situación se ha convertido en una carrera de fondo. No sabemos dónde está la meta y eso exige más mecanismos de adaptación.
Nos acercamos como usted dice a lo que está en boca de todos como unas ‘Navidades diferentes’. ¿Es bueno repetir el término para normalizarlo o asumirlo?
Creo que sí porque psicológicamente nos sirve para concienciarnos. Sabemos mentalmente que va a ser diferente y aceptamos con más cintura los inconvenientes o las contrariedades que surjan. Concienciar en este sentido es positivo.
Lo que está claro es que las fiestas no serán ni tan numerosas en familia ni tampoco habrá celebraciones en la calle…¿Hay recursos en una situación cómo esta para no rompernos?
Ajustar las expectativas ya es de por sí un paso. Si sabemos que no tendremos cosas que llevamos meses esperando con antelación servirá de adaptación.
Hay que desarrollar pequeñas evasiones. Quizá ahora podamos disfrutar de los planes del día a día y valorar lo que tenemos más próximo. Es algo característico del ser humano. Esperamos siempre a ese ‘viajazo’ y no nos damos cuenta del parque impresionante que tenemos en nuestra comunidad autónoma. Todas las ciudades ofrecen recursos que aprovechamos poco.
Usted trabaja sobre todo con adolescentes. ¿Se adaptan peor a estas circunstancias?
Sí, pero en estos casos hay que pensar en lo que podemos hacer como familia. ¿Cómo podemos entretenernos? Quizá esos juegos de mesa que teníamos ya olvidados, quizá ser más flexibles en el tiempo dedicado a hobbies que podamos practicar en estas condiciones.
¿En esta situación puede ayudar la tecnología o el contacto telemático al que nos hemos habituado en lo profesional y en lo personal en estos meses?
En este caso sí porque ofrecen esa posibilidad de adaptación de la que hablamos, aunque nunca sustituyan al contacto personal que es siempre más pleno. Es una oportunidad. Mejor hacerlo en vídeo que no poder verse.
Me parece muy positivo durante este compás de tiempo, pero en todo caso, cuando esto acabe no debería sustituir nuestras formas de relación y de diversión.
Por cierto, acaba de ser galardonado con el premio a la mejor tesis doctoral en el Congreso Nacional de Psiquiatría por una investigación sobre el papel de la inmunidad y la consideración social en la enfermedad mental en las redes sociales. ¿Influyen en sobrellevar o en asimilar mejor la situación actual las redes sociales?
Es una herramienta muy buena. Es cierto que en condiciones normales hay que tener cuidado para que no terminen supliendo aficiones o la socialización presencial, pero en estos casos con un contacto social y físico tan limitado, las redes sociales ofrecen al menos alternativas.
“Soy optimista. No creo que esto cause un daño irreversible” aunque no descarta el desarrollo de “miedos” a socializar
En un país como el nuestro en el que cuesta más el distanciamiento social por nuestras características culturales, ¿puede tener consecuencias a medio y largo plazo esta situación que estamos viviendo?
Hay que ser cautos a la hora de predecir las consecuencias a medio y largo plazo. Efectivamente somos muy sociales y perder ese contacto familiar y social tan bueno puede pasar factura. Las pequeñas interacciones, tan sencillas como sonreír o saludar al entrar al trabajo, son positivas para la salud mental de las personas.
Nos puede invadir la soledad como una especie de peso que tira hacia abajo y hacernos ver las cosas peor de lo que son. Los mayores serán uno de los colectivos más afectados estas Navidades. Son los que esperan con más ilusión estas fechas, junto a los niños.
La Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) ya ha advertido del previsible aumento de las enfermedades mentales debido a la pandemia. ¿Se les abren a ustedes los profesionales nuevos interrogantes, nuevos desafíos de investigación en cuanto a las consecuencias del aislamiento social?
Totalmente. Es una situación nueva y no sabemos cómo va a reaccionar la población. Podemos intentar intuir o predecir algunos comportamientos peros los interrogantes son muchísimos.
Soy optimista. No creo que esto cause un daño irreversible pero quizá haya personas que, cuando la situación mejore, desarrollen miedos respecto a las reuniones sociales y no puedan disfrutarlas como antes. Puede producirse un pico, pero creo que todo volverá su cauce.
Ocurrirá en estos meses que tenemos por delante, pero creo que será sobre todo por la incertidumbre. En condiciones normales a todos nos libera mucho mentalmente tener cuatro días de vacaciones. No saber si podemos desplazarnos provoca que estemos más tensos.
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