Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
El origen de la cerámica de Toledo que pudo llegar a través del río Tajo
Acaban de cumplirse dos años de la declaración de la cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad pero… ¿Cómo y cuándo llegó la tecnología cerámica a la provincia de Toledo?
La arqueóloga Miriam Cubas, del departamento de Historia y Filosofía de la Universidad de Alcalá, es especialista en cerámica neolítica y trabaja con la hipótesis de que pudo llegar a la desembocadura del Tajo en Lisboa, “donde la cerámica está bien documentada” y desde allí hasta la provincia de Toledo a través del río, que se convirtió así en un canal de transmisión de conocimiento.
“Hablamos de cerámicas de la desembocadura del Tajo que los grupos humanos habrían llevado al interior peninsular remontando el río”, explica.
Hoy se sabe que el yacimiento cerámico más antiguo de Toledo está en Numancia de la Sagra. ‘La Paleta’ ofrece un material arqueológico “muy bonito, con mucha decoración a base de conchas”, relata la investigadora. Datado hace unos 6.500 años este yacimiento es uno de los ejemplos de cómo la tecnología cerámica se convertiría en una práctica “masiva” en los momentos finales de la Prehistoria.
“La cerámica es el elemento que más aparece en los yacimientos de Toledo y es porque las arcillas son muy buenas y fáciles de modelar. Eso no pasa con todos los bancos arcillosos. Nos encontramos yacimientos arqueológicos con toneladas de cerámicas”.
Ahora que vivimos en un mundo tecnológico de cambios constantes, no somos conscientes del impacto que tuvo en la historia. Fue lo mismo que la llegada del hombre al espacio
La investigadora nos pide un ejercicio mental: hay que imaginar un mundo sin metales, sin plásticos… al que de repente llega la cerámica. “Hoy no le damos valor e incluso está desapareciendo. Ahora que vivimos en un mundo tecnológico de cambios constantes y no somos conscientes del impacto que tuvo en la historia. Fue lo mismo que la llegada del hombre al espacio o cualquier otro descubrimiento tecnológico actual”.
La cerámica fue una tecnología no originaria de la Península Ibérica. Los focos más antiguos en el mundo los sitúan los especialistas en Japón, Rusia y China durante el Pleistoceno, y en concreto, hace unos 16.000 años.
“Fue durante un periodo frío en el que los humanos todavía éramos cazadores-recolectores y se fue expandiendo al continente euroasiático”, dice Miriam Cubas. Por eso, cuando apareció en la Península Ibérica no lo hizo como un “experimento” de sus moradores, sino que asumieron el conocimiento para aprenderlo y desarrollarlo. Los científicos apuntan que la cerámica fue una técnica “estacional”, que se desarrollaba en un momento concreto del año.
En la actualidad muchas investigaciones buscan los orígenes de la cerámica en la Península Ibérica. “Podemos retrotraerla a hace unos 7.000 años”. El interés científico por esta tecnología se intensificó a partir de los años 70 del pasado siglo XX. “Los encontramos sobre todo en zonas costeras del Mediterráneo porque en el interior peninsular son más difíciles de identificar y más si hablamos de las mesetas donde la actividad agrícola ha sido intensa, lo que ha provocado la desaparición de muchos yacimientos prehistóricos, más vulnerables, dada la inexistencia de estructuras constructivas de piedra”.
Precursores del ‘reciclaje’ con las cerámicas chamotadas
La cerámica llegó incluso a cambiar las sociedades prehistóricas. “Usaron la piedra, el hueso, la madera… con una tecnología que consistía en cambiar su forma, pero la cerámica implicó una organización diferente del trabajo y la introducción de una tecnología artificial que no existía previamente en la naturaleza”, explica la arqueóloga.
No solo era necesario buscar la materia prima - en este caso la arcilla - sino que después había que mezclarla con materiales desgrasantes para restarle plasticidad, añadir agua y finalmente proceder a su cocción. Los primeros ‘artistas’ de la cerámica usaban solamente las arcillas superficiales. “Todavía no se excavaba en busca de material”, comenta la arqueóloga.
Una de las curiosidades es que puede decirse que fueron precursores del reciclaje. “Una de las cosas que más me llama la atención es el uso de las cerámicas chamotadas. Es decir, crear partiendo de recipientes rotos. Fue una forma de reciclaje”.
Al carácter estrictamente utilitarista de la cerámica se sumaba otro componente. “Encontramos cerámicas muy, muy decoradas. Obviamente si alguien invertía tanto tiempo es porque su valor simbólico era importante. Desconocemos su significado exacto” y aclara que en la Península Ibérica no se han encontrado cerámicas pintadas de esta época.
La decoración cerámica que se conoce se hacía con impresiones. “La más típica es la cerámica impresa gracias a una matriz con patrones, normalmente geométricos, que se repiten”. Las más características en el Neolítico (entre 6.000 y 3.000 años antes de Cristo) son las cerámicas cardiales, en las que se utilizaba la concha dentada del berberecho para decorar.
Cambió la forma de comer de los humanos
Otra de las cuestiones más interesantes para los investigadores es cómo la llegada de esta tecnología “cambió la forma de comer de los humanos, la perspectiva en torno a lo culinario e incluso los recursos a la hora de cocinar”.
El estudio de las piezas (y los restos impregnados en ellas) permiten a los investigadores reconstruir lo que se cocinaba. “Las cerámicas antiguas se utilizaban sobre todo para cocinar carne de animales como ovejas o cabras, que se introdujeron como domésticos en el Neolítico”.
La cerámica, dice la investigadora, “no solo cambió nuestra forma de comer convirtiéndolo en un acto social que se mantiene hasta nuestros días y pasó a definirnos como grupo, sino que nos permitió cocinar, conservar, almacenar o transportar”. Y es que, hasta ese momento, poner alimentos sobre el fuego era complicado o estaba limitado.
Y lo mismo ocurre con los sistemas de iluminación a los que también contribuyó la cerámica en forma de lámparas (eso sí, no se han encontrado en la Península Ibérica) o las nuevas formas de construcción.
Incluso se cree que pudo tener impacto en los orígenes del comercio. “Es verdad que el intercambio de otros productos ya existía, pero a partir de este momento empieza a ser algo mayoritario en el registro arqueológico. Seguramente tuvo una influencia en todas las esferas”.
Las poblaciones prehistóricas eran intolerantes a la lactosa. En la actualidad, mucha gente sufre intolerancias alimenticias. Explorar lo que ocurría en el pasado nos puede ayudar a afrontarlo ahora
Después, explica, hay evidencias sobre los primeros consumos de leche. “Es verdad que su presencia no fue muy importante en la Península Ibérica. Eso ocurría más en el norte de Europa. Su presencia en la cerámica es del 80 o 90%. La diferencia es abismal”.
El estudio de los lácteos es una de las cuestiones que centran ahora la investigación de Miriam Cubas. “No se trata solo de estudiar cuándo comenzaron a explotarse y con qué tipo de ganado. También es interesante porque las poblaciones prehistóricas eran intolerantes a la lactosa”. La investigadora trata ahora de determinar cuándo se produjo la mutación genética de tolerancia a estos productos y si lo lograron con cocinados como el requesón, el queso o la mantequilla.
“En la actualidad, mucha gente sufre intolerancias alimenticias. Explorar lo que ocurría en el pasado nos puede ayudar a afrontarlo ahora”.
El material cerámico también aparece asociado a las tumbas. A partir del Neolítico se han encontrado recipientes enteros, a veces rellenos de alimentos y en otros vacíos. “No hay una pauta común”.
Los yacimientos cerámicos en Castilla-La Mancha
Los yacimientos cerámicos pueden encontrarse bien al aire libre, posiblemente restos de los antiguos poblados prehistóricos, en cuevas o en zonas de abrigo que se identifican con lugares para guardar el ganado (apriscos) o refugios temporales de los propios humanos.
Algunos de los ejemplos en Castilla-La Mancha están en el yacimiento de Pico Tienda, en la zona de los Campos de Hellín (Albacete). “Sus restos no son espectaculares, pero nos permiten ver cómo se introduce la tecnología, los motivos decorativos… Es una de las mejores evidencias arqueológicas neolíticas”.
Cita también el yacimiento de Verdelpino de Huete, en Cuenca, que data de los años 70 del pasado siglo y cuyos hallazgos, depositados en el Museo Arqueológico Nacional, se encuentran actualmente en proceso de revisión. “Es uno de los más antiguos de Cuenca y se encuentra con el problema de que hay materiales mezclados de varias épocas”.
Y también en Guadalajara. La cueva de los Casares tiene evidencias de estas primeras cerámicas. “Se puede apreciar cómo a través de ella se produjo la introducción de los primeros animales domésticos, los primeros trigos…”
La arqueóloga apuesta por recalcar “el valor” de este tipo de yacimientos, así como “el papel de la artesanía en la configuración de los grupos humanos en el pasado”, apoyándose en quienes conocen el oficio y subraya la necesidad de protección de este legado por parte de las administraciones. Todavía queda mucho por descubrir.
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