Seis rutas para descubrir el “escurridizo” pasado visigodo de Toledo
Toledo fue la capital del “más esplendoroso reino bárbaro de Occidente después de la caída de Roma”. Hay que remontarse a la época de los reyes visigodos: Recaredo, Leovigildo, Sisebuto… Hoy no quedan iglesias, ni palacios o edificios emblemáticos de aquella época pero en muchos rincones del Casco Histórico toledano podemos encontrar relieves u otros elementos decorativos que un día formaron parte de la ciudad visigoda. Solo hay que buscarlos.
Es lo que pretende la ‘Guía para Descubrir el Toledo visigodo’ fruto de una investigación más amplia, impulsada por la Real Fundación de Toledo, y profundamente relacionada con los restos arqueológicos de la Vega Baja toledana de donde proceden muchos de los elementos visigodos que hoy encontramos dispersos por la ciudad.
La guía está dirigida a profesionales del turismo, a profesores y también a público general con el objetivo de divulgar lo que fue aquella cultura. Ofrece seis rutas temáticas que permiten descubrir el “escurridizo” -por casi desaparecido- pasado godo de la ciudad. “Toledo es una ciudad con mucho pasado que ha elegido unas partes como El Greco, la catedral, la ciudad imperial…pero ha olvidado otras al no tener restos muy evidentes”, explica Jesús Carrobles, miembro de la Comisión de Gerencia de la Real Fundación de Toledo.
La ciudad visigoda, explica, “parecía totalmente perdida, en la nebulosa y, sin embargo, es el gran momento de Toledo que nos permite explicar lo que luego será la ciudad”. En su opinión, sin la ‘Regia Sedes Toletana’, la de los reyes visigodos, “no podemos entender la Sede Primada, la evolución de la Edad Media o que se convirtiese en ciudad imperial”
Hoy en día, señala, el “orgullo cívico de Toledo, y lo vemos por ejemplo en su escudo, sigue siendo el del Toledo visigodo”. La de los reyes visigodos fue una Corte “mítica” que, según los investigadores, nos dejó elementos que fueron reaprovechados por los musulmanes en su propio diseño arquitectónico de la ciudad.
Jorge Morín, doctor en Prehistoria y Arqueología explica que esa reutilización era un “símbolo de prestigio para manifestar el poder de los nuevos dirigentes de la ciudad. Se utilizaron los ‘expolia’ como elementos de legitimación del califa”.
“Los visigodos están por todos lados en Toledo”, sostiene, para asegurar que su presencia supuso un “hito” para la ciudad que las posteriores culturas se afanaron en diluir colocando sus “despojos” en fachadas de edificios principales. Hoy se han documentado más de 300 piezas.
Un paseo por el Toledo visigodo
La guía recién editada ha sido concebida como si de un plano de metro se tratase. Seis líneas (rutas en este caso) con varias paradas para que el visitante descubra piezas camufladas en edificios como el Pretorio, situado en la zona que ocupa el actual Alcázar de Toledo.
Para encontrar el rastro de la zona noble y palaciega de aquella época hay que hasta el Puente de Alcántara donde se situaba la entrada a la ciudad palatina. En la actualidad, podemos encontrar varios frisos, nichos y otros elementos incrustados en la estructura del puente que se pueden apreciar desde los miradores. También en la propia Puerta de Alcántara. Allí, el califa Abd al-Rahman III colocó varios rosetones en el siglo X.
Si nos dirigimos al callejón de San Ginés, a los alrededores de las iglesias de San Román o El Salvador (en este caso hasta en tres de sus cuatro caras y también en su interior) nos encontramos piezas que parecen pertenecer al conjunto episcopal de la ciudad. Hoy la catedral de Toledo se levanta en las inmediaciones del solo donde se encontraba la catedral visigoda. En su interior se conserva la pieza que consagró ‘in catolico’ a la iglesia de Santa María en el año 587, durante el reinado de Recaredo.
Otro de los lugares a visitar es el Museo de los Concilios, donde se encuentra la colección visigoda o pasear por la plaza de Santa Cruz número 1, donde ocho frisos forman el dintel de una casa particular. O hacer una ruta por las murallas y llegar a la Puerta del Cambrón donde veremos un friso reutilizado como jamba de una puerta de acceso, entre otras cosas.
Para más detalles, la guía podrá descargarse en formato pdf, en este mismo enlace a la web de la Real Fundación de Toledo, donde se detallan elementos y rutas para los interesados.