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ENTREVISTA

José Cernicharo, Premio Nacional de Investigación: “Debe haber planes más ambiciosos para dar estabilidad al mundo científico”

José Cernicharo

Alicia Avilés Pozo

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Nació en Albacete en 1956 y es uno de los estandartes españoles en la astrofísica molecular, es decir, el estudio de las nubes interesterales, los milimétricos procesos por los que se crean los planetas y la complejidad química del universo. Se ha convertido en uno de los pioneros de esta rama científica y por ello ha sido reconocido con el Premio Nacional de Investigación 'Blas Cabrera' en el en el área de Ciencias Físicas, de los Materiales y de la Tierra, concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

José Cernicharo ha sido reconocido por su liderazgo a nivel mundial en el campo de la astrofísica molecular y sus aportaciones multidisciplinares. De hecho, ha contribuido decisivamente al descubrimiento del 35% de las aproximadamente 270 moléculas conocidas en el medio interestelar mediante el uso intensivo de infraestructuras terrestres como los radiotelescopios. De hecho, está vinculado al Centro Astronómico de Yebes (Guadalajara), donde realizó gran parte de las investigaciones por las que se descubrió una nueva molécula en las nubes interestelares, donde nacen los planetas y las estrellas.

En una entrevista con elDiario.es de Castilla-La Mancha, nos explica en qué consiste la astrofísica molecular, cuáles son sus principales hitos y valora la situación actual de los investigadores, la recientemente aprobada Ley de Ciencia en España y el papel de la mujer un mundo todavía muy masculinizado.

Es creciente el interés de la ciudadanía por la ciencia y sobre todo por la astrofísica debido a los grandes avances que permite en el conocimiento del universo. Pero, ¿cómo explicaría qué es la astrofísica molecular y cuál es su utilidad?

Dentro del estudio del universo, hay una rama dedicada a saber a partir de qué elementos se forman las estrellas y los planetas alrededor de ellas. Es muy fácil de visualizar lo que hay en el cielo, pero cuando miramos en una noche de verano sin contaminación lumínica y vemos la Vía Láctea, hay unas zonas oscuras con menos brillo: eso son nubes moleculares entre las estrellas y juegan un papel esencial en la evolución de la galaxia. Las estrellas se forman entre esas nubes de polvo y gas.

Lo que hace la astrofísica molecular es estudiar las condiciones físicas y químicas de esas nubes interestelares. La única manera de estudiarlas es a través de la emisión de los objetos que componen la nube: granos de polvo y de gas, que es molecular, siendo el hidrógeno el más abundante. En esas nubes, por procesos muy complejos y diferentes a los que ocurren en la Tierra, se producen reacciones químicas que hacen que las moléculas vayan aumentando en complejidad. Lo más relevante es que cuando en una de esas nubes, al cabo de 10.000 millones de años y debido al colapso gravitacional, se forma una nueva estrella, también se forman los planetas a su alrededor. Y esos planetas están hechos de las mismas partículas de polvo y de gas que había en la nube originaria.

El objetivo por tanto es conocer el origen a través de lo menos visible del universo.

Eso es, el objetivo es estudiar la complejidad química del universo, desde el momento en que una de estas nubes empieza a colapsar hasta que forma una nueva estrella y sus planetas. Es muy importante conocer la composición del gas y esas partículas de polvo, porque van a ser los ingredientes de base de los planetas. Es una forma de estudiar qué es lo que le ocurrió al Sol y a sus planetas hace 4.500 millones de años.

Además de nuestro origen, como polvo de estrellas, ¿cuáles son los principales hallazgos en esta materia que se deberían divulgar para su conocimiento y utilidad por parte de la sociedad?   

En este campo, el principal hito es haber descubierto una cantidad de moléculas inesperadas en el espacio que no existen en la Tierra. Hay que crearlas, hay que formarlas en los laboratorios para poder estudiarlas. Eso ha supuesto una revolución. Desde que se empezó con las observaciones radioastronómicas hace 50 años, hemos descubierto especies moleculares que han conducido a la creación de nuevos laboratorios. Ha habido que diseñarlos y concebirlos para conseguir observaciones lo más fidedignas posibles de las condiciones que hay en el espacio. Eso es muy difícil. Miremos donde miremos en el espacio, siempre encontramos las mismas moléculas, lo que implica que hay una especie de uniformidad en la evolución química de los objetos. Cambian con el tiempo, con los colapsos gravitarorios, pero esos procesos se reproducen. Esto quiere decir que aquellos procesos que dieron lugar al Sol, a sus planetas y a la vida en la Tierra pueden estar reproduciéndose en cualquier momento y en cualquier punto del espacio.

Y para ese hito ha sido necesario una tecnología única...

Así es. El desarrollo de las técnicas radioastronómicas ha significado una increíble evolución de la tecnología. Para detectar las señales que recibimos ha hecho falta construir receptores supersensibles. También ha sido una revolución tecnológica y la mayor parte de la ciudadanía no percibe hasta qué punto la ciencia básica tiene un papel fundamental en su vida.

Realmente, el rol del científico debe ser transmitir que cada uno de los aparatos que utilizamos en nuestra vida, que por ejemplo nos curan cuando estamos enfermos, proceden del desarrollo de la ciencia básica. Sin ciencia no hay futuro es ya un lema muy conocido, pero es cierto que si no hay un desarrollo científico de ciencia básica y fundamental, no habríamos alcanzado muchos de los logros de hoy en día. Entre ellos, los teléfonos móviles, las comunicaciones por satélite, la tecnología sanitaria, etc.

¿La aportación de la astrofísica molecular para la observación astronómica ha cambiado por tanto esa imagen del telescopio tradicional para la observación de las estrellas?

Claro, es una observación en una longitud de onda que no se consigue con un telescopio, porque este último funciona con infrarrojos. Los radioastrónomos trabajamos en el dominio radio, con frecuencias mucho más grandes que con el dominio óptico. El desarrollo de la tecnología asociado a esas frecuencias ha significado otra revolución. Observamos con radiotelescopios que nos permiten ver las condiciones físicas y químicas de nubes interestelares. Pero aun así, por ejemplo, el telescopio espacial James Webb está observando cómo los átomos de las moléculas se están moviendo y vibrando en determinadas frecuencias y es un avance muy importante.

¿Qué papel cumple España respecto al resto del mundo en cuanto a la investigación en astrofísica molecular?

Ahora mismo España es uno de los países punteros en esta disciplina. Tenemos grupos españoles muy buenos que están compitiendo a muy alto nivel con el resto del mundo. Tenemos un papel fundamental en la radioastronomía. Hay que tener en cuenta que España tiene muy buenos instrumentos en este campo, como el radiotelescopio de Sierra Nevada, del Instituto de Radioastronomía Milimétrica, que es el mejor del mundo en su campo, con contribuciones enormes en estudios de galaxias. Hay otro radiotelescopio revolucionario con el que en dos años hemos encontrado 50 nuevas moléculas que es del Yebes, en Guadalajara.

Esta misma semana hemos podido contemplar un fenómeno denominado “serpiente solar” y, de hecho, los fenómenos solares son cada vez más frecuentes o visibles. ¿Cómo de importante es el conocimiento del Sol?

El estudio del Sol es conocer el soporte vital del planeta Tierra. Además, es una caja de sorpresas. Mucha gente lo ve como una bola de fuego pero si yo le digo que en el Sol hay agua… Pues hay vapor de agua en las manchas solares. Hay un montón de moléculas que se forman en la atmósfera solar, en las zonas donde la temperatura baja. Lo que están haciendo con proyectos como, por ejemplo, Solar Orbiter es permitir estudiar el Sol con una fineza que no se había conseguido hasta ahora. Por ejemplo, esa serpiente es una bolsa de plasma que se desplaza siguiendo las líneas del campo magnético de la superficie solar, y lo hemos podido ver gracias a eso.

Estudiar la evolución del Sol y sus tormentas es fundamental para el ser humano, es nuestro bienestar el que está en juego.

¿Cómo nos afectan estos conocimientos de la astrofísica en el actual escenario de cambio climático y calentamiento global, en cuanto a perturbaciones en el planeta?

Sin ser un experto en ello, todos los aspectos sistemáticos de los cambios climáticos a lo largo de la historia, que son de origen astronómico, son bien conocidos conforme a la actividad solar. Lo importante hoy en día es que este cambio climático está producido por el ser humano, debido al aumento de CO2 de los últimos 200 años. Para la comunidad científica está completamente claro que ese CO2 que se envía a la atmósfera tiene un efecto en el clima. Un ejemplo: hay un planeta en el sistema solar que tiene una cantidad de CO2 tan alta en la atmósfera, producida por elementos puramente geológicos, que su temperatura en la superficie es de varios cientos de grados. Es Venus. En el caso de la Tierra todo aquello que afecte a la composición de la atmósfera desde el punto de vista químico o físico, es de un gran interés. Y estudiar la evolución del Sol y sus tormentas es fundamental para el ser humano, es nuestro bienestar el que está en juego. 

¿Cómo valora la nueva Ley de Ciencia que entró en vigor el pasado mes de septiembre?

Toda ley que valorice la ciencia es positiva. Mi opinión es que necesitamos una ley estable en el tiempo, con ideas claras, con una planificación a largo plazo, apoyada por el Parlamento, para que tengamos la seguridad de que en diez o doce años no vamos a tener zig zags. Y lo segundo: la financiación de la ciencia es fundamental. El bienestar del que gozamos en muchos campos, como dije antes, está ligado a todo el trabajo que hacen los científicos. Es el trabajo en conjunto de muchos equipos lo que hace que surja una idea, una innovación, y represente un cambio fundamental para nuestro día a día. Por ejemplo, hace 30 años existía un disco duro de 100 megas y un día se descubrió la magneto-resistencia y la capacidad de los discos comenzó a aumentar a varios terabytes. Pero es que además hay muchos trabajos de laboratorio que no tienen un impacto inmediato, se tardan años en verse el beneficio. Un país debe tener unas líneas estratégicas para financiar la ciencia básica. Hay algo que todavía no está bien contemplado en la gestión de la ciencia, y es la estabilidad de los científicos.  

¿Es un problema que va más allá de la financiación?

Es que de la financiación parte todo: equipos y personal humano. Lo que no puede ser es que tengas a una persona altamente cualificada, con 40 años y sin estabilidad. Debe haber programas más ambiciosos a nivel estatal y autonómico de manera que el mundo científico pueda tener una situación estable.

Es muy duro para un investigador sénior como es mi caso, tener dinero, como yo he tenido de Europa, contratar a personas que trabajan durante seis años en un proyecto, que el proyecto se acabe y que se queden en una situación delicada. Es lamentable. Sería importantísimo hacer  leyes de estabilización, tener un plan sobre cuántos científicos necesita el país, cuántos puestos se pueden crear cada año y no la miseria de puestos que se crean, y adaptar a ello la financiación y unas líneas de investigación prioritaria, además de la ciencia básica, que es el motor y el sustento de la mayoría de los desarrollos tecnológicos.

La investigación científica sigue siendo un sector muy masculinizado. Las mujeres se suelen quedar por el camino y hay muy pocas investigadoras principales en los proyectos ¿Cómo cree que se puede mejorar esta situación?

Debe haber una perspectiva de carrera suficientemente atractiva y consecuente con las mujeres. Hay que favorecer la incorporación de la mujer. Desde el comienzo de mi carrera hace ya 40 años la participación de la mujer en la ciencia ha cambiado considerablemente. Aún no estamos en una situación de paridad, pero en nuestro país hay excelentes científicas en todos los campos, así como en el mundo de las humanidades.

Lo ideal sería que no tuviésemos que pensar en un sistema de cupos. Sin embargo, sin un apoyo constante de las  instituciones para favorecer la participación de la mujer en la ciencia no estaríamos al nivel, tanto en número como en calidad, que tienen las científicas españolas hoy en día. Hay que seguir fomentando la integración de la mujer en el sistema de ciencia, así como su acceso a puestos de dirección. También considero importantísimo en este contexto que el sistema ofrezca a hombres y mujeres una perspectiva de carrera digna, con acceso a la estabilidad profesional y económica en edades más tempranas que las que ofrece actualmente nuestro sistema.

Usted ha desarrollado sus investigaciones en el Centro Astronómico de Yebes (Guadalajara), de donde han partido hallazgos muy reveladores. Y es una de las localidades que aspira a albergar la Agencia Espacial Española. ¿Es una buena candidatura?

Bueno, la densidad de astrónomos en Guadalajara es alta (risas). Estamos muy cerca de Madrid y del aeropuerto. Puede ser una buena candidata, pero lo importante al final es que exista una agencia que desarrolle las labores necesarias para poner satélites en órbita y estudiar el espacio. Y que además esté bien financiada. Dónde esté, en el fondo a mí me daría lo mismo. Lo importante es que no sea ese tipo de anuncios que hacen mucho ruido y luego hay pocas nueces.

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