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Los 'Judas', tradición ancestral en Castilla-La Mancha durante la Semana Santa

Judas y Muñeca de Alamillo, en Ciudad Real

Culturas de Castilla-La Mancha

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Según la tradición, en la localidad de Alamillo (Ciudad Real), entre Jueves Santo y la mañana del Sábado de Gloria, se construyen los judas y las muñecas. En la tarde del sábado, han de estar todas expuestas en balcones y calles. Pueden colocarse en cualquiera, pero los vecinos prefieren la Calle Nueva por ser la principal. Y se colocan antes de su quema y volteo desde los balcones en la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección, fecha en la que tiene lugar el manteo de los ‘Judas’, también elaborados por los alamilleros y alamilleras.

La Fiesta de Judas y Muñecas que se repite en este municipio cada Semana Santa, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional a finales de marzo y este será el primer año que se celebre con este nuevo reconocimiento.

Se trata de una tradición que otorga un carácter diferencial a la Semana Santa en la provincia y en la región, “como lo hacen las 41 celebraciones reconocidas como Fiestas de Interés Turístico que se celebran estos días a lo largo y ancho de la región, siete de ellas en la provincia de Ciudad Real, y que son un importante atractivo dentro de nuestra oferta turística de interior en estos días”, ha indicado la consejera responsable del Turismo en la región, Patricia Franco.

Y es que, junto a las fiestas religiosas, en numerosos pueblos de Castilla La Mancha todavía se mantienen algunas costumbres ancestrales celebradas en Semana Santa, como esta conocida popularmente como 'Los Judas', una tradición ligada al Sábado de Gloria y al Domingo de Resurrección, que antiguamente se celebraba en más de un centenar de localidades y que en la actualidad se mantiene viva en muchas de ellas.

Los Judas o peleles, como se les conoce en algunos sitios, son muñecos confeccionados con ropas viejas y rellenos de paja, que representan al apóstol suicida que traicionó a Jesús, según explica la Consejería de Cultura.

Estos muñecos simbolizan el mal, conjugando todo lo malo que ha pasado en la comunidad, por lo que son afeados conscientemente con el fin de crear un personaje burlesco y ridículo, que será colgado, manteado, apaleado, descuartizado o quemado por el pueblo, pues con su destrucción estos males se olvidarán para siempre y se cumplirán los anhelos de justicia de la comunidad cristiana. Su suplicio es un acto que acompaña la liturgia cristiana y que se vincula a las formas exteriores de la religiosidad popular a través de su sincronización con la Procesión del Encuentro entre la Virgen María y su hijo Jesús Resucitado.

Estos muñecos simbolizan el mal y todo lo malo que ha pasado en la comunidad. Se crea un personaje burlesco y ridículo, que será colgado, manteado, apaleado, descuartizado o quemado por el pueblo, para destruir todos los males

Esta tradición milenaria resulta del sincretismo entre rituales profanos y religiosos en torno a un personaje que a lo largo del tiempo ha variado su función conservando ciertas costumbres que lo acompañaban. Para algunos autores su origen podría remontarse a antiguas culturas agrarias que practicaban sacrificios humanos para propiciar la fertilidad de los campos. Con el tiempo pasaría a formar parte del carnaval, sustituyendo las víctimas por una figura de trapo o pelele, que sería manteado y despedazado en las calles, como todavía sucede en algunas poblaciones. 

Por último, esta costumbre se adaptaría a la religión católica, pasando a celebrarse el último día de la Semana Santa y cambiado el nombre de pelele a Judas, un personaje bíblico. Con el cambio de fecha al manteo se incorporarían nuevos elementos relacionados con este personaje, tales como el ahorcamiento, símbolo del suicidio del apóstol, o la colocación de carteles para criticar algún acontecimiento de carácter local y como vía de expiación de los pecados individuales o colectivos, costumbres a las que se añadirían también los juegos que mozas y mozos realizan a su alrededor. 

Según el antropólogo Demetrio Brisset, el Judas es el antagonista de Jesús y representa su réplica paródica. Así, la pasión de Jesús que dura una semana, se repite de forma resumida y burlesca en un día con la pasión de Judas, el humano traidor. La quema del Judas marca el paso entre dos ciclos pasionales, el fin de la Cuaresma y Semana Santa, que hace énfasis en la penitencia y represión de placeres, y el comienzo del ciclo del amor, coincidiendo con el equinoccio de primavera. Con su escenificación se proyecta el paso de la oscuridad a la luz, del invierno a la primavera, de lo malo a lo bueno, de la tragedia a la esperanza. 

¿Dónde podemos verlos?

En Castilla La Mancha son muchos los municipios donde se recoge el tradicional pelele que representa al Judas. Hay muchas variantes, tal y como recoge el departamento de Cultura regional, con algunos ejemplos.

En Minaya, provincia de Albacete, los muñecos de trapo, que reciben distinta denominación según la zona, se llaman peleles y se configuran como una tradición de hace más de 90 años. En sus orígenes comenzó siendo de carácter religioso donde las y los vecinos colgaban sus muñecos de trapo antes de la procesión para posteriormente, quemarlos. Más tarde se fue perdiendo la tradición y desapareció, volviendo a aparecer mucho más tarde desvirtuándose en un carácter más lúdico y de entretenimiento, cambiando a su vez el tipo de material utilizado.

Actualmente, los peleles salen a la calle el Domingo de resurrección como parodia a los asuntos más controvérsicos y populares del país y van acompañados de letreros humorísticos. El único vecino que continúa con la tradición es Juan Ignacio Villodre Tébar en memoria de su padre: Beningno Villodre Huete, que la mantuvo desde que era un niño. 

En Fuencaliente, al sur de la provincia de Ciudad Real, la tradición del Judas, constaba de dos partes distintas. La primera consistía en la confección, colgado y posterior manteo del Judas y la segunda en el 'coge botijos'.

Después de la procesión, se procedía al manteo del Judas y tras su destrucción comenzaba el 'coge pucheros', una especie de juego que se realizaba detrás de la iglesia y en el que los jóvenes formaban un corro para tirarse de unos a otros hasta romper los botijos y cántaros de barro viejos, que se habían ido guardando con este fin. 

En los últimos años la fiesta ha experimentado algunos cambios. El número de Judas se ha reducido prácticamente a uno y, aunque su confección sigue corriendo a cargo de chicas jóvenes, éstas suelen hacerlo en alguna casa del pueblo o del campo; además, la tradición del “coge pucheros” se ha perdido por completo, al tiempo que éstos objetos han dejado de utilizarse.

Ya en la comarca de la Alcarria conquense, en Albalate de las Nogueras el Judas presenta otras peculiaridades al estar vinculado a los árboles, pues en vez de en ventanas y balcones, se cuelga de un gran tronco de madera de chopo de más de 20 metros de altura. 

Según el historiador Miguel Romero Saiz, los encargados de cortar este son chicos y chicas, aunque antes esta costumbre corría a cargo de los quintos. Con la ayuda de todo el pueblo se planta en el centro de la plaza durante la madrugada del Domingo de Resurrección para colgar el Judas sobre su punta. 

Cada año el Judas representa a un personaje al que se quiere criticar y que acabará estrellado contra el suelo y quemado por las calles del pueblo en los momentos previos a la procesión del Encuentro. El muñeco tiene como cabeza un botijo lleno de caramelos, que al estrellarse contra el suelo se rompe y esparce las golosinas que son recogidas con ilusión por los niños. Son los más pequeños los encargados de quemar el pelele corriendo con él por las calles.

Durante la madrugada del Domingo de Resurrección en Cañete, municipio de la Serranía de Cuenca, los jóvenes se organizan para preparar varios Judas, que serán atados y colgados en las calles de ventana a ventana o de balcón a ventana por determinadas calles por donde transcurrirá la Procesión del Encuentro para con destreza, moverlos de un lado para otro, evitando que los vecinos que acompañan en la procesión puedan pasar por debajo de ellos sin recibir el vapuleo del mismo 'Judas'.

La tradición marca que deben ser bailados y vapuleando a la multitud, respetando la imagen del Sagrado Corazón y el Palio con el sacerdote y sus acompañantes, pero procurando que sean los devotos procesionales los que reciban ese vapuleo al compás del pelele. Luego, pasada la procesión, seguirán con su balanceo hasta ser destrozados por niños y jóvenes, quedando todo el suelo lleno de paja y bailando al compás de esa alegría.

Al norte de Castilla- La Mancha, en Sigüenza (Guadalajara) está documentada la tradición desde el S XVIII. Tras la procesión de la Virgen de la Alegría del Domingo de Resurrección, se quemaban peleles en distintas calles de la ciudad. Actualmente destaca el Judas que arde junto a la puerta principal del parque de la Alameda, teniendo como fondo la silueta de la Catedral. 

En la comarca de la Alcarria, en Berninches (Guadalajara), el muñeco que representaba a Judas era montado sobre una borriquilla y recorría las calles mientras los niños le insultaban, tiraban piedras y golpeaban con varas. A la puerta del ayuntamiento, el secretario recitaba el pasaje evangélico del prendimiento de Cristo y pronunciaba después contra Judas la sentencia del ahorcado.

Por último, en Yepes, en la comarca toledana de la Mesa de Ocaña, todavía hoy el manteo del pelele es una fiesta tradicional que se celebra la tarde del Domingo de Resurrección. 

El Sábado de Gloria se confeccionan, por parte de los vecinos, muñecos de gran tamaño con ropas viejas y se rellenan, en la actualidad, con papel o poliespán. Posteriormente se cuelgan de ventanas y balcones, añadiendo a veces pequeños carteles explicativos. En la tarde del Domingo de Resurrección se descuelgan los peleles y se llevan a la plaza donde mujeres y niños los mantean. Mientras se “baila” el pelele, se cantan coplas que animan a los participantes: “Arriba pelele, tu madre te quiere, tu padre también, toditos te queremos ¡arriba con él!”.

Las previsiones de facturación turística estarán por encima de las de 2019

Esta será la primera Semana Santa sin restricciones de movilidad durante la pandemia. El Gobierno de Castilla-La Mancha ha destacado que las previsiones de facturación del sector turístico en la región de cara a estos días festivos se sitúan por encima incluso de la cifra previa a la crisis sanitaria, las de la Semana Santa de 2019. 

La consejera de Economía, Empresas y Empleo, Patricia Franco, ha valorado que el informe de perspectivas de Exceltur para la Semana Santa sitúa a Castilla-La Mancha como una de las cinco comunidades autónomas en las que el sector prevé elevar la facturación en estos días por encima incluso de las cifras de 2019, previas a la irrupción de la COVID, siendo además la cuarta con mejor previsión de crecimiento.

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