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Nos acercamos al 8 de marzo en un año donde la reivindicación principal es, por necesidad, la igualdad salarial. Hace unos días se celebraba en toda España el Equal Day Pay (Día de la Igualdad Salarial), con el objetivo de denunciar los días 'extra' que tiene que trabajar una mujer para cobrar lo mismo que un hombre. En España, una mujer debe trabajar de media 53 días más al año para igualar su sueldo con el de un hombre.
En Castilla-La Mancha las mujeres lo tenemos aún peor. Según CCOO, si la tasa nacional de brecha salarial se sitúa al 26 %, en nuestra región está 3 puntos por encima llegando al 29%. Además, nuestra Comunidad Autónoma es una de las que tienen menor renta per cápita, es decir, aquí tanto hombres como mujeres tienen unos de los salarios más bajos del país. Esto unido a la alarmante precariedad del empleo femenino en la región, nos deja un paisaje realmente desolador.
Pero para atajar este problema hay que ir a la raíz. La razón principal de que esta brecha exista se debe a un territorio aún no conquistado por la igualdad entre los sexos: la crianza de los hijos. Y esto no debiera verse tan sólo como un derecho de las mujeres a no tener que renunciar a su carrera profesional para ser madres, sino como el derecho del hombre a ser padre. Esto es la corresponsabilidad, la igualdad de derechos (y deberes) entre hombres y mujeres a la hora de ser padres. Es obligación de los poderes públicos el lograr, mediante medidas concretas, que esto cale en la sociedad hasta normalizarse.
No quiero decir con esto que medidas como la equiparación de la baja maternal y paternal vaya a ser la varita mágica que acabe de un plumazo con la brecha salarial. Se debe ir más allá. Tener hijos no debe ser un problema para trabajar; medidas como la flexibilización de horarios, el teletrabajo, los bancos de tiempo, etc., unido a otros incentivos para autónomos y empresas, así como la universalización de la educación de 0 a 3 años, pueden lograr la integración femenina en el mundo laboral en plena igualdad.