Candidaturas del patrimonio cultural

El Gobierno regional de Castilla-La Mancha ha elevado dos candidaturas ante el Consejo de Patrimonio Histórico de España para que, a su vez, lo presente a instancias superiores, y lo ha logrado incluyéndola en la lista indicativa española de Patrimonio Mundial.

Se trata del 'Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza', para que puedan ser valoradas por el consejo de ICOMOS como Bien del Patrimonio Cultural de la Humanidad y de la Colección de Música del Monasterio de Uclés para obtener el Sello de Patrimonio Europeo. El acto de presentación por la viceconsejera de Cultura y Deportes, Ana Muñoz, tuvo lugar en Mahón.

En el caso del 'Paisaje Dulce y Salado' se ha propuesto como una candidatura de forma individual, justificándola por “su singularidad y por la importancia que supone para la región”. Las comarcas de Sigüenza y Atienza contaron desde la Alta Edad Media con una red de explotaciones salinas que eran propiedad del Obispado de Sigüenza y gracias a las cuales mantenía las rentas eclesiásticas. Se trata, entre otras, de las explotaciones de sal de Imón, La Olmeda de Jadraque, Bujalcayado, Riba de Santiuste, Santamera o las de Saelices de la Sal.

La declaración de una y otra candidatura buscan en las respectivas comarcas aumentar el desarrollo local gracias al aumento del turismo cultural que ello conllevaría, estableciéndose una 'Estrategia de Gestión Integral' que da un valor añadido a un proyecto que se convierte en prioritario por tratarse, además, de zonas con un grave déficit de población. 

En cuanto a los bienes culturales declarados patrimonio de la humanidad, ya se logró que en España se declarase, en 2022, el toque manual de campanas como bien inmaterial, o la maderada, proyecto en el que participó Castilla-La Mancha. Y es una pena que la Trashumancia y el arreo estacional de ganado no haya sido participado por España o por nuestra región, que tiene una larga tradición e históricamente se debe a tan fundamental bien inmaterial. 

Debemos seguir los ejemplos de buenas prácticas que se realizaron con las propuestas de declaración conjunta el Paisaje de las Minas de Almadén y de Idria (Eslovenia), la de los “Procesos artesanales para la elaboración de Talavera de Puebla y Tlaxcala (México) y de la cerámica de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo” o, más recientemente, el de la declaración de geoparque de la Red Mundial de la Unesco del Geoparque Volcanes de Calatrava, en Ciudad Real.

Se podía haber elaborado una candidatura conjunta de los “paisajes de explotación salina” en España, que cuenta, aparte de las explotaciones de sal marina, interesantes complejos en el interior: Las Salinas de Poza de la Sal (Burgos), de Lagartijo, Don Benito o Los Vélez, en Jaén, de Chillar en Hinojares, también en la provincia de Jaén. La laguna de Gosque en San Martín de la Jara (Sevilla), la Playa en Sástago (Zaragoza) o el Valle Salado de Añana (Álava), entre otros. 

Y es una pena, porque muchos de los complejos de explotación salina, al igual que el proyecto presentado por Castilla-La Mancha para la ciudad de Sigüenza, la villa de Atienza y otras 15 aldeas de la comarca, son ejemplos de paisajes inalterados de gran valor patrimonial y natural, de la misma forma que en la misma Castilla-La Mancha tenemos paisajes “salinos” de interés cultural y natural, como las de Fuentealbilla (Albacete), Belinchón (Cuenca), por no hablar de las explotaciones de salitre de las que contamos con excelentes ejemplos en la región. 

Nos imaginamos que para poner en marcha estos proyectos se ha contado con el proyecto LIVHES ('Patrimonio vivo para el desarrollo sostenible' del Programa Interreq) para ocho regiones del Suroeste de Europa (SUDOE), de la que forma parte Castilla-La Mancha. LIVHES, firmado por España en la Convención de 2003, pretende encontrar e implementar nuevas fórmulas de valorización del Patrimonio Cultural Inmaterial promovido y reconocido por la UNESCO como herramienta de desarrollo económico sostenible y cohesión territorial, priorizando los proyectos transnacionales y redes de trabajo conjunto. Para ello cuenta con recursos del Fondo Europeo de desarrollo regional (FEDER).

En cuanto al Sello de Patrimonio Europeo es una pena que en la edición de 2023 no se haya conseguido, esperemos que para la de 2025 tengamos más suerte y nos podamos sumar a la lista que ya contiene el Archivo de la Corona de Aragón, la Residencia de Estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza de Madrid, las Minas de Almadén y, recientemente, el Monasterio de Yuste en Cuacos (Cáceres).

Esperamos que cuando la Viceconsejería de Cultura y Deportes avale una candidatura, prepare con más rigor la documentación y evalúe el interés y la dimensión europea de la misma.