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Como tantas otras citas culturales que debería ser, el próximo noviembre, la novena edición en Cuenca del festival literario Poesía para Náufragos anda en estos momentos, a causa de la pandemia, en la cuerda floja.
Nació en 2012 como fruto directo de una propuesta del poeta Miguel Ángel Curiel secundada por un grupo de los en ese momento, cual él, más jóvenes asistentes a los cursos “Leer y entender la Poesía”, propiciados a su vez por el pintor y poeta Diego Jesús Jiménez y enmarcados en la programación de Cursos de Verano de la Universidad de Castilla-La Mancha. Se venían desarrollando desde el 2000 en la también conquense Priego y por tanto, en cierta medida, benéfico efecto colateral de su celebración, nacía sin embargo con una concepción diferente aunque en cierta medida complementaria de esas jornadas pricenses que, desgraciadamente, pese a la relevancia de su importante aportación al conocimiento de la lírica contemporánea de nuestro país, verían su final un par de años después, en 2014.
Si estas se venían desarrollando como lógica consecuencia de su encuadre en la mencionada oferta estival de la UCLM, centradas, con un marcado carácter didáctico, en el estudio de la figura y obra de algunos de los principales poetas españoles contemporáneos o, en otras ocasiones, en temáticas más generales como por ejemplo “Conciencia y compromiso poéticos” o “Poesía y poder”, el nuevo festival –en su denominación el eco del título de “Itinerario para náufragos”, el poemario que le valiera al citado Diego Jesús Jiménez tanto el premio Gil de Biedma del 96 como el Nacional y el de la Crítica del 97– partía de un planteamiento diferente al configurarse como, sobre todo, una ocasión de encuentro y convivencia de autores y lectores en plural invitación totalmente abierta a todas las procedencias, edades, grupos, individualidades o modos expresivos.
De entonces a acá, al haber incorporado a sus jornadas, como intervinientes directos en ellas, a un centenar largo de poetas de toda España –y en algún caso de nuestra vecina Portugal– a más de tantos otros que, sin figurar en los carteles de sus distintas convocatorias han también asistido a ellas llegados desde los más varios lugares de la geografía hispana, el festival ha ido, año tras año, edición tras edición, esbozando un no exhaustivo pero sí desde luego bien significativo cuadro panorámico del actual momento poético en nuestro ámbito estatal.
Lástima sería por ello que, cual mucho es sin embargo de temer ante el poco esperanzador futuro que se dibuja en la actual situación sanitaria de nuestro país, que finalmente tenga que suspender su nueva cita pese a que sus organizadores tengan ya conformado su programa. Quede tan sólo el consuelo de que al menos por esas fechas en las que debería celebrarse saldrá publicada la antología que de la obra de los participantes en sus ocho ediciones anteriores está ya también preparada y que será publicada por Lastura Ediciones.
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