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Otra decisión de alcance para el patrimonio de nuestra región y, de nuevo, otra improvisación, que no por ello deja de ser muestra de una forma de hacer política cultural. Ya lo hemos visto otras veces: en vez de apostar por fortalecer las infraestructuras culturales de la región, optamos por el espectáculo.
Esta vez ha sido el anuncio de lo que en un principio se presentó como una “extensión” del Museo del Prado, o una “subsede” de tan prestigiosa institución en nuestro país, y ha acabado siendo otro depósito más de ese “Prado disperso” que siempre ha existido.
Efectivamente, tras el estado lamentable del Palacio del Infantado de Guadalajara, se llegó a un acuerdo con la propietaria del inmueble, Almudena de Arteaga, para que dejase libre gran parte del edificio y proceder a su restauración. Ahora llega la hora de plantear el uso de gran parte del mismo.
El Gobierno de Castilla-La Mancha aprovecha el anuncio del Ministerio de Cultura para llevar a todo el país obras de sus depósitos para su exhibición y “acercamiento” a la ciudadanía, proyecto que no es nuevo, pues ya venía haciéndolo desde hacía años, por lo que suponemos que los gabinetes de comunicación han “adobado” la “noticia” para hacer una nueva lectura en clave descentralizadora.
No es la única opción a plantear. El Museo Histórico Provincial de Guadalajara tiene suficiente entidad para llenar los espacios del palacio del Infantado con un proyecto museístico moderno que acerque el patrimonio cultural de la provincia a los visitantes propios y foráneos, proyecto mucho más enriquecedor para los guadalajareños que una exposición estática de cuadros, por otra parte, seguramente que magníficos, pero de segundo orden para el Museo nacional.Nos gustaría saber si en mor de la transparencia informativa, podría reportar la Consejería el dictamen que el Consejo de Museos de Castilla-La Manchaha realizado al respecto.
Nos tememos que ahora pasará como con la colección Polo en Toledo: ante una exposición de cuadros de segundo orden, los visitantes -incluso guadalajareños- preferirán desplazarse y en media hora poder disfrutar de museos de primer orden como el Reina Sofía o El Prado. Ello no quita que se puedan seguir haciendo exposiciones itinerantes como “El Retrato Español en el Prado” que pudimos disfrutar hace doce años, o establecer colaboración entre entidades culturales de nuestra región -museos, centro de restauración- y el Prado. Y, al igual de lo que ocurre como con el Museo de Santa Cruz de Toledo, un proyecto estrella impide al museo provincial desarrollar como debiera su proyecto museístico.
Eso sí, esta versión del “Prado Extendido” forjará un convenio donde el Gobierno regional deba poner los recursos para permitir rotación de obras y, como anuncian los gabinetes de prensa, “permitir que el personal de estos centros pueda mejorar sus conocimientos en gestión y restauración, junto con proyectos educativos” en una especie de acción tutorial.
Lo único que ha conseguido el anuncio de García-Page son declaraciones improvisadas de los responsables de la pinacoteca nacional que, por no desautorizarle, han tenido que hacer malabares con las definiciones, plazos y alcance de este nuevo anuncio “estrella” al que nos tiene habituados el gobierno regional, y ante el cual la Consejería de Educación, Cultura y Deporte calla y obedece.
Otra decisión de alcance para el patrimonio de nuestra región y, de nuevo, otra improvisación, que no por ello deja de ser muestra de una forma de hacer política cultural. Ya lo hemos visto otras veces: en vez de apostar por fortalecer las infraestructuras culturales de la región, optamos por el espectáculo.
Esta vez ha sido el anuncio de lo que en un principio se presentó como una “extensión” del Museo del Prado, o una “subsede” de tan prestigiosa institución en nuestro país, y ha acabado siendo otro depósito más de ese “Prado disperso” que siempre ha existido.