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Los primeros pasos de la biorrefinería Clamber, a finales de marzo

Planta Clamber de Puertollano / IRIAF

Alicia Avilés Pozo

Casi a contrarreloj tuvo que retomar el nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha el proyecto Clamber para el fomento de la bioeconomía. Se trata de una iniciativa del Gobierno regional con un presupuesto de 20 millones de euros cofinanciado con fondos FEDER y que consta de dos actuaciones: la construcción de una biorrefinería en Puertollano (Ciudad Real) y la contratación de servicios de I+D que ayuden al desarrollo de investigación aplicada para las pymes de la región. La construcción y dotación de infraestructuras científicas y tecnológicas están terminadas y actualmente quedan los ‘enganches’ a la luz, agua y gas, poniendo en marcha los últimos detalles.

Así lo ha explicado a eldiarioclm.es el director del Instituto de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (IRIAF) y doctor en Ciencias Químicas por la UCLM, Esteban García, quien adelanta que el siguiente paso, durante este mes, son las pruebas de funcionamiento de todos los operadores que componen la planta industrial, como equipos de presión o reactores. Si este ‘ensayo’ sale según lo previsto, Clamber entrará en funcionamiento a finales de marzo. Si se da algún problema –que alguna medida de presión o vapor no funcione- se retrasaría “como mucho” un mes.

Ante todo, se trata de “poder ofrecer con garantías” esta planta a todas las empresas de investigación que quieran hacer desarrollo industrial, con el valor añadido de que Castilla-La Mancha siga apostando por la innovación científica y tecnológica basada en la economía circular: el aprovechamiento al cien por cien de todos los residuos agrarios e industriales. Sucede por ejemplo así con la biomasa, el elemento del que se nutre la planta. En este caso, su uso va más allá de la pura generación de energía, ya que la biomasa, mediante transformaciones bioquímicas, también es susceptible de producir previamente productos industriales de alto valor añadido como el bioetanol o los isopropanoles (para generar combustibles). “Se aprovecha en una fase previa ese sustrato para obtener elementos de alto interés industrial”, detalla García.

Eso será el primer paso. Una vez ejecutados los 20 millones de euros para su construcción y cuando Clamber funcione de forma independiente, el siguiente reto es que pueda acceder a otros fondos FEDER de carácter tecnológico para su completo desarrollo. “En cuanto la planta pueda demostrar que es hábil para desarrollar todos los bioprocesos previstos, será más fácil acceder a esos fondos para desarrollar con el propio personal de la planta o mediante subcontrataciones de otros equipos de investigación”.

En cuanto a la contribución de Clamber para paliar el declive industrial de la comarca de Puertollano, desde el IRIAF apuntan que hay que ser “cautos” en ese sentido, ya que se trata de una planta “demostradora”. La utilizarán los equipos de investigación y las empresas para “escalar un proceso que se ha demostrado en laboratorio, antes de pasarlo a la fase industrial”. O lo que es lo mismo, cubre el periodo semi-industrial y habrá que ver si en el futuro esos proyectos repercuten en la zona. De entrada, el trabajo de esas empresas se basará en el aprovechamiento de residuos agrícolas y alimentarios “de los que sí tenemos en gran cantidad en Castilla-La Mancha”, y por lo tanto, “el que haya empresas que apuesten por la reutilización de esos subproductos va a generar valor añadido y renta en esos productores”.

Esteban García también se ha referido a algunos proyectos del Instituto de Investigación, destacando ante todo que su gran “tesoro” es el personal administrativo y científico que “se está dejando la piel por sacar adelante sus innovaciones en diferentes sectores en pro de la región”. Del IRIAF forman parte el Centro de Investigación de la Vid y el Vino (Ivicam), el Centro Regional de Selección y Reproducción Animal de Valdepeñas, el Centro de Investigaciones Agropecuarias de Oropesa (Toledo), el Centro Agrario Albaladejito de Cuenca, el Centro Agrario El Chaparrillo de Ciudad Real y el Centro Apícola de Marchamalo.

De este último ha destacado sus trabajos “de referencia nacional e internacional” en relación a las enfermedades de las abejas (con patentes de análisis) y en la calidad de la miel. Sobre el centro conquense ha puesto en valor las colecciones de azafrán, ajo y lentejas, además de su experimentación con variedades de semillas y la próxima reunión que este centro acogerá del Grupo para la Evaluación de Nuevas Variedades de Cultivos Extensivos en España (GENVFE).

En cuanto al vino, ha resaltado el trabajo del Ivicam “pese a las dificultades”, con la recuperación de variedades de vid autóctonas no catalogadas; mientras que sobre el centro de Valdepeñas y su investigación del queso, ha querido ensalzar la mejora de la calidad de la leche de oveja, que “genera uno de nuestros productos más internacionales”.  Por último, ha recordado la edición de un libro técnico sobre el cultivo del pistacho puesto en marcha por el centro de El Chaparrillo, que ha agotado la primera edición, así como sus investigaciones en cultivos hortícolas como el del melón.

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