Radón, el gas radiactivo con incidencia en edificios del oeste peninsular que ya cuenta con técnicas de mitigación
El radón es un gas radiactivo incoloro e inodoro que se produce por la desintegración natural del uranio presente en suelos y rocas. No es mediático ni especialmente conocido pero hay numerosa documentación sobre sus efectos negativos y su peligrosidad cuando se encuentra en niveles muy abundantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo relacionó hace años con la aparición de cáncer de pulmón en personas fumadoras y no fumadoras y actualmente tanto la Directiva Europea como el Código Técnico de Edificación (CTE) obligan a adoptar medidas correctoras por encima de determinados niveles.
Se debe, sobre todo, al hecho de que el gas penetra en los edificios y se acumula con facilidad. Afecta especialmente al oeste peninsular: Galicia, Extremadura, Castilla y León y parte de Castilla-La Mancha. De hecho, el llamado “radón residencial” fue declarado carcinógeno humano por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos en 1987 y por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC en sus siglas en inglés) en 1988.
En realidad, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) explica que todos los edificios contienen radón en concentraciones habitualmente bajas. No obstante, añade, existen zonas geográficas en las que, debido a su geología, es más probable encontrar edificios con niveles elevados.
La cartografía del potencial de radón en España, categoriza las zonas del territorio estatal en función de sus niveles de radón y, en particular, identifica aquellas en las que un porcentaje significativo de los edificios residenciales presenta concentraciones superiores a 300 Bq/m3. El bequerelio (Bq) es la unidad que utilizan los físicos para medir la frecuencia de desintegración de un núcleo radiactivo. Es decir, ese límite se corresponde a 300 desintegraciones por segundo de átomos de radón en un volumen de aire de un metro cúbico.
El CSN cuenta asimismo con un mapa de zonificación, que también puede consultarse en este enlace.
Ahora, un nuevo estudio ha constatado la presencia de radón en edificios. Lo ha realizado el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja del Consejo Superior de Investigación Científicas (CSIC) a petición de la multinacional Murprotec, que está especializada en tratamientos contra las humedades estructurales y que estudia mecanismos para su mitigación.
La metodología ha incluido ensayos de campo en tres tipos de edificios de diferentes y estudios teóricos para poder analizar y predecir el comportamiento del sistema. Los resultados obtenidos han demostrado la efectividad de la técnica de mitigación en los tres casos y además se ha logrado reducir la concentración por debajo del umbral de referencia de los mencionados 300 Bq/m3 .
El informe del estudio de sistemas de “impulsión de aire” en su capacidad de control de niveles de radón en el interior de edificios presenta los resultados del trabajo que se ha desarrollado con el propósito de conocer la efectividad en la reducción de radón que pueden lograr los equipos de este tipo con los que cuenta Murprotec. La técnica incluye los mecanismos de dilución de la concentración por aportación de aire exterior, más el efecto positivo de la presurización interior.
Metodología y resultados
La metodología ha partido de un análisis en un colegio de educación pública, un pequeño edificio situado dentro de un punto limpio y una edificación histórica anterior a 1940. En ellos se han realizado ensayos de caracterización que han permitido simular el comportamiento teórico de la estrategia de dilución. Estos han incluido la hermeticidad del edificio y el grado de presurización que se logra con el equipo. También se han medido los valores de concentración interior en estado inicial como base de comparación y el grado de reducción alcanzado con el funcionamiento del equipo en varios caudales de impulsión.
Los resultados obtenidos han demostrado la efectividad de la técnica en los tres casos de estudio. En ellos, se ha logrado reducir la concentración por debajo del umbral de referencia de la normativa.
La compañía que ha encargado el estudio cuenta con una Central de Tratamiento del Aire que funciona como un pulmón artificial: aspira aire nuevo tomado del exterior, lo filtra y lo introduce, ya tratado, en la estancia. El aire contaminado de la estancia es mecánicamente expulsado al exterior a través de unas rejillas, lo que provoca una renovación continua de aire en el interior sin necesidad de abrir las ventanas.
“Para la compañía ha sido un gran paso poder llevar a cabo este estudio con el CSIC. El radón es un gas tan nocivo y que, lamentablemente, padecen tantas familias en sus viviendas que teníamos claro que si íbamos a ofrecer nuestra tecnología para luchar contra él, lo debíamos hacer con todas las garantías y tras haberlo testado de una manera oficial”, asegura Miguel Ángel López, CEO de Murprotec en España y Portugal. Por su parte, el Dr. Borja Frutos, arquitecto investigador del IETcc y coordinador del estudio, afirma que “valoramos muy positivamente que empresas como Murprotec se interesen en la investigación del radón y en analizar sus productos a través de un estudio avalado por una institución como la nuestra”.
Lugares sin ventilación adecuada
La Asociación Española contra el Cáncer destaca que el gas radón se encuentra en concentraciones muy bajas pero que en lugares sin ventilación adecuada puede acumularse de forma peligrosa. Detalla que en las casas y los edificios los niveles de radón están incrementados porque el radón penetra a través de grietas en los cimientos y en los sótanos. Es la fuente más importante de radiación natural: representa casi el 50% de toda la radiación que afecta al ser humano a lo largo de su vida.
El principal problema, añade esta asociación, viene cuando se inhala; las partículas radioactivas que permanecen en tejido pulmonar emiten radiación alfa a las células broncopulmonares y puede dañar directa e indirectamente el DNA de las células y provocar cáncer pulmonar (el único tipo de cáncer que se ha comprobado que está asociado con la inhalación de radón).
Sus efectos son sinérgicos: fumar y vivir en una casa con alto contenido de radón aumenta el riesgo unas 46 veces más que de darse los dos fenómenos por separado. Sin embargo, se calcula que más de 10% de las muertes por cáncer relacionadas con el radón ocurren entre personas no fumadoras.
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