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El campo se prepara para colapsar las entradas a Madrid y llegar al Ministerio de Agricultura: “Nos sobran los motivos”

Un tractor esperando para salir de Sigüenza (Guadalajara) hasta Madrid por la movilización del 21 de febrero

Pilar Virtudes / Francisca Bravo Miranda

20 de febrero de 2024 20:36 h

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Los que van con tractores llevan ya dos días de viaje. Muchos tuvieron que salir el lunes para poder estar este miércoles 21 de febrero en las calles de Madrid donde se ha autorizado la entrada de 500 tractores, aunque los convocantes creen que se van a desbordar las previsiones. Una de las representaciones del sector más nutrida será de Castilla-La Mancha dada la cercanía con Madrid. Entran desde el sur, junto a los de Extremadura; desde el norte, con los de Guadalajara; desde Cuenca, junto a los de Valencia; y desde La Mancha. Muchos de ellos pasando la noche en polideportivos y áreas cercanas a la capital de España para asegurarse que estarán en las calles de Madrid y a las puertas del Ministerio de Agricultura.

Los que van en tractor se desplazan hasta la capital, al menos, en cinco columnas. Otros, como es el caso de Cesar García, no han dudado en prepararse para salir a las 6 de la mañana de Cuenca, desde donde parten 15 autobuses. Este ganadero de extensivo no ha podido llevarse su rebaño de mil cabezas de ovejas y cabras que saca a pastar cada día en la Serranía conquense. Las mismas que otras veces le han acompañado en las protestas agrarias.

Y es que no es la primera vez que acude a una manifestación. Ha ido a todas las convocadas estos días porque dice que está “hasta las narices de que me tomen el pelo desde Bruselas con tantísimo papeleo, con tantísima burocracia, con tantísima mentira y con tantísimo enredo, esto lo han convertido todo en un engaño”. Porque este conquense, cuarta generación de ganaderos, sufre además de todo eso las consecuencias de la sequía y cree que “hasta el tiempo va ya en contra nuestra”.

Cesar García pertenece a la Asociación en Defensa del Campo de Cuenca (Adeccu) y va hasta Madrid porque quiere alzar la voz contra lo que está pasando.

El problema hoy en día son los costes de producción, dice, “los venimos arrastrando desde antes la invasión de Ucrania. Hoy no es que lo tengamos complicado, es que ahora ya está imposible. Hace tres o cuatro años comprábamos el maíz en 200 euros por tonelada, y ya empezaba a ser caro, pues esa misma cuba hoy en día la estamos pagando entre 460 y 480 euros. La soja, indispensable para el ganado, la pagaba a 300 euros la tonelada y ahora a 700 euros. Los seguros sociales pagaban 300 euros al mes y estamos por 500. El gasoil, hace dos agostos lo compré a 58 céntimos el litro, el pasado ya lo compré a 1,36 euros y para este próximo ya me han dicho que entre 170 y 180 el litro”.

Esto no va contra el PSOE ni contra el PP, somos gente que estamos hasta las narices de burocracia y de papeleo. Somos profesionales, gente que estamos todos los días pateando el terreno

César García, ganadero conquense

Las cuentas no le salen porque a la hora de vender, el cordero de 12 o 13 kilos que hace 15 años vendía a 60 euros, ahora lo sigue vendiendo al mismo precio. “Lo paradójico -lamenta- es que tú hace cinco años comprabas las chuletitas de cordero en Navidad a 12 euros el kilo y este año las estas comprando a 25 euros. El productor sigue en el punto de partida y hay productos que se han encarecido para el consumidor en un 500 o 600%”.

Está seguro de que se van a desbordar las previsiones de las movilizaciones porque hay mucho descontento y deja claro que “esto no va contra el PSOE ni contra el PP, somos gente que estamos hasta las narices de burocracia y de papeleo. Somos profesionales, gente que estamos todos los días pateando el terreno, y vemos como gobierna Sánchez y nos engaña y va a venir el PP y nos van a seguir engañando, y ya estamos hartos”, asegura.  

“Me vale la pena gastar el gasoil para protestar”

En el mismo punto está Carlos Gallardo agricultor en Negredo, una pequeña localidad entre Jadraque y Atienza en la provincia de Guadalajara. En la protesta convocada para este miércoles, calcula que hará unos 150 kilómetros con su tractor hasta llegar a Madrid. “Claro que me vale la pena gastar el gasoil. Hemos llegado a este punto”, explica.

Él se ha unido a otros tractores que llegan desde la comarca de Molina de Aragón, e incluso de otras provincias como Teruel o Soria, para hacer noche en Guadalajara antes de avanzar hasta Madrid por la A-2 desde Meco. Es por donde tienen autorización de la Delegación de Gobierno de Madrid.

El “punto al que han llegado”, explica Gallardo, es que “es prácticamente imposible hacer lo que nos mandan”. “Son normas imposibles de cumplir”, lamenta el agricultor.

“Cada vez más burocracia, y al final no nos queda tiempo y tampoco dinero”, explica Gallardo. Sobre todo, mira al futuro. “Hablan de que no hay relevo generacional. ¿Cómo va a haber? Hablamos de que, para una explotación como la mía, los peros, la nave… Se va a medio millón [de euros]. Dime, ¿Quién empieza así?”, reflexiona.

El profesional señala que muy pronto “no se va a poder hacer nada” de lo que piden, debido a la edad media “avanzada” de las personas que trabajan en el campo. Apunta de este modo, por ejemplo, al cuaderno de campo digital. “Tenemos que estar diciendo lo que hacemos en cada parcela en el cuaderno, a través de una aplicación. ¿Cómo se lo explicas a una persona de 60 años que tiene que descargarse un programa de internet y llegar a su casa y estar una hora, media hora trabajando?”, se pregunta.

Por otro lado, insiste en la “desigualdad” a la que se enfrentan los productores en Europa. “Nos entorpecen a todos. Y si cumpliéramos todos, vale. Pero se dedican a importar productos de terceros países que no cumplen la mitad de las normas que cumplimos nosotros”, critica Gallardo.

Es prácticamente imposible hacer lo que nos mandan. Son normas imposibles de cumplir

Carlos Gallardo, agricultor de Guadalajara

Este año, según los ecoregímenes que “le tocan”, tiene que cambiar parte de su cultivo por leguminosa. Y de este cultivo, un 7% debe dejarlo sin cosechar. “Es cultivarlo para que se quede ahí”. Por eso, pide que entiendan que efectivamente molestan en las carreteras, pero que es ahora o nunca.

“Llevamos un montón de años sin hacer nada. Nos tenemos que dejar ver, porque lo que hacemos es producir comida, y si no producimos no como yo y no come nadie”, resume.

“Elecciones al campo”

Anastasio Yébenes, cultivador de azafrán en la Mancha toledana, duerme el martes a las puertas de Madrid junto a los compañero que llegaban de La Solana, Pedro Muñoz o Campo de Criptana.

Miembro de Unión de Uniones, ha estado en las anteriores protestas y estará en las próximas porque cree que es ahora o nunca. “Si desaprovechamos esta ocasión, si no lo hacemos ahora, morimos, no lo haremos nunca. Si no se consigue nada después de esto la gente se va a enfriar de tal manera, por eso hay que seguir”, señala convencido.

Recuerda que Unión de Uniones convocó esta manifestación en una reunión que celebraron en Madrid el 14 de diciembre a la que asistió. “Antes que los franceses, antes incluso que los alemanes”, asegura, pero todos los acontecimientos que han ocurrido desde principios de este 2024 han desbordado las previsiones que tenían, ya que habían pedido autorización para meter 500 tractores en Madrid, pero está seguro de que van a llegar más.

Sabe muy bien porque está en estas manifestaciones. Porque “nos sobran los motivos”, lema de esta protesta “que lo puso una joven a la que le gusta mucho Sabina”.

Cada vez peor económicamente y lo que falta ya es esta sequía y que las ayudas sean cero, de momento cero y lo que nos han prometido es aún insuficiente

Anastasio Yébenes Cultiva el azafrán en la Mancha toledana

Para él, “el mayor problema que tenemos es la representatividad agraria que la han puesto a dedo. No es de recibo que en un país democrático las últimas elecciones a cámaras agrarias fueran unos meses antes de aprobarse la Constitución, en octubre del 78 y que se sienten los que ellos dicen, y lo que les ponen por delante, firman. Ya no son sindicatos agrarios, yo las llamo asesorías”, señala en referencia a ASAJA, UPA y COAG, las organizaciones que tienen la representación oficial.

Para él, un gesto que “aplacaría mucho los ánimos” de los que hoy se manifiestan ante el Ministerio de Agricultura, sería que “el presidente del Gobierno saliera públicamente diciendo algo tan difícil de cumplir como que antes de un año habrá elecciones agrarias, que dijera que los que se sientan ahí ya no van a ser los de siempre”.

Aunque también piensa que la Agenda 2030 es la muerte del sector. “Es como si nos hubiera puesto una fecha, mira desde el 20 hasta el 30 me da tiempo a matarte y el 30 ya te tengo rematado y acabo contigo”, asegura. “Esto acaban con la agricultura familiar, acaba con la ganadería extensiva, esta ya casi la tienen muerta, ha llegado un punto que es insostenible, no podemos cambiar maquinaria, no podemos hacer nada, cada vez peor económicamente y lo que falta ya es esta sequía y que las ayudas sean cero, de momento cero y lo que nos han prometido es aún insuficiente”, opina.

Tampoco tiene buena opinión de las últimas propuestas del Ministerio, las que hizo el ministro Luis Planas la semana pasada. “No sirven para nada, el malestar general es total. Es que nos piden cosas que ni ellos como Administración son capaces de cumplir, empiezan con las fotos georreferenciadas y tienen un sistema que se les cae”, o el cuaderno digital, que no tiene en cuenta la situación de los agricultores y ganaderos: “Pero tú le puedes pedir a una persona de 60 años, a gente que no se ha formado en esto, que al final del día llegue reventado de trabajar y se tenga que poner y enviar en un cuaderno digital lo que ha hecho porque si no lo hace no lo puede aportarlo luego. Es burocracia para tenernos controlados”, dice, y sigue la marcha al centro de Madrid donde le esperan sus compañeros para protestar por la situación del campo. 

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