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¿Se puede detectar el autismo en bebés? Crece la implantación de los sistemas de seguimiento visual

Niña Con Autismo

Alicia Avilés Pozo

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Dentro de la Estrategia Española en Trastornos del Espectro del Autismo (TEA), aprobada en 2015 por el Consejo de Ministros, se recogen dos líneas estratégicas orientadas tanto a la detección y al diagnóstico como a la intervención especializada.

Con estas dos premisas, y de cara a reducir el coste personal, económico y social que la demora en el diagnóstico conlleva, Fundación Miradas y la Confederación Autismo llevan años investigando y desarrollando este programa hasta convertirlo en un referente en España y América Latina. Ahora cuenta también con la financiación del Gobierno de Castilla-La Mancha y está implantándose en Albacete.

El Proyecto BB Miradas, que trabaja con niños y niñas de 0 a 3 años, es el que emana de toda esta investigación y pretende implantar una red de dispositivos que apoyen la identificación temprana de signos de TEA y trastornos relacionados.

Evaluación del desarrollo temprano

Esto facilita identificar señales de alerta en el desarrollo socio-comunicativo de posible autismo lo más temprano posible mediante la evaluación exhaustiva del desarrollo temprano. También permite derivar hacia una intervención especializada y específica que prevenga y minimice el impacto de la afección mejorando la trayectoria vital de las personas con autismo y la calidad de vida de sus familias.

En el caso de Castilla-La Mancha, según explica el director general de Discapacidad, Javier Pérez, se trata, por lo tanto, de una herramienta complementaria para facilitar la detección y que se está coordinando con el servicio de Atención Temprana del Centro Base de Albacete.

“El perfil específico de personas beneficiarias son bebés entre cuatro y 48 meses de edad, que presenten riesgo familiar, por tener en la familia ya una persona diagnosticada de TEA, o bien que tengan antecedentes de riesgo perinatal. También aquellos que son derivados al programa desde las consultas de pediatría de los centros de salud o desde las consultas de Neuropediatría”, detalla.

El programa se desarrolla a través de diferentes sesiones, donde se realiza un análisis del seguimiento visual de los niños con el novedoso sistema ‘Eye Tracking’. Para la medición del seguimiento ocular, el bebé visiona vídeos con componente social y se observa el tiempo de fijación ocular que dedica a cada una de las áreas de interés (ojos, boca, cuerpo y objetos), haciendo especial hincapié en el contacto ocular con las personas que aparecen en los vídeos.

Los bebés participantes son también evaluados periódicamente con diferentes procedimientos que se suman al protocolo habitual de cada servicio de pediatría: pruebas psicométricas tradicionales (completadas por los padres y los profesionales), y observación durante el juego libre. 

Las manifestaciones del TEA son distintas en cada persona y varían a lo largo de la vida en función de las experiencias y apoyos que reciban en su entorno. La causa tiene una base neurobiológica, que afecta a cómo se desarrolla y funciona el cerebro. Sus características nucleares son específicas y a veces aparecen asociadas a otras condiciones como la discapacidad intelectual, los trastornos del lenguaje o de la salud mental.

No hay dos personas TEA iguales

En lo que coinciden todos los expertos es en que hay no dos personas con TEA iguales. “Todas tienen sus propios intereses, capacidades y necesidades, aunque compartan el mismo diagnóstico”, explican desde el Proyecto BB Miradas.

También resaltan que el autismo no se identifica por ningún rasgo físico diferenciador. Para reconocerlo hay que analizar el desarrollo y el comportamiento de la persona. Por ello, los apoyos “individualizados, especializados y basados en la evidencia” son esenciales para la vida de la persona.

La Estrategia en Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) hace suyos los principios del Texto Refundido de la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social (RD 1/2013, de 29 de noviembre) como la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, la independencia, la no discriminación, la igualdad de oportunidades, la accesibilidad universal, el respeto al desarrollo de la personalidad y la transversalidad de las políticas en materia de discapacidad.

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