¿Una manada de bisontes en Ciudad Real? Sí, y son parte de un proyecto para ayudar a mejorar el suelo y evitar incendios
Los bisontes, grandes animales salvajes que se asocian a tiempos muy, muy antiguos. En el imaginario popular son aquellos bóvidos salvajes que el hombre prehistórico pintaba en las paredes de sus cavernas. Herbívoros de grandes dimensiones, cuyo peso puede llegar a superar los mil kilos y su hábitat natural en Europa está en el norte del continente, en climas fríos. En lugares mucho más fríos que Ciudad Real. Sin embargo, desde hace un año una manada de 18 bisontes pasta en una finca privada de enormes dimensiones en la localidad ciudadrealeña de Villarrubia de los Ojos.
No se trata de un capricho ni de una casualidad. Es una iniciativa impulsada por el Centro de Conservación del Bisonte Europeo (EBCC) en España y tiene diferentes objetivos. “El bisonte es un animal salvaje que no hay que cuidar y que puede ayudar al mantenimiento de los suelos, en detrimento de la invasión de especies de matorral. Además, está en peligro de extinción”, explica Fernando Morán, director del centro en nuestro país. El veterinario ha estado relacionado con proyectos de introducción de la especie en España desde 2010, en varios puntos de la península ibérica, desde Palencia a Jaén.
El interés por Ciudad Real radica en la existencia “muchas fincas privadas” que ya estaban cerradas, y cuyos usos tradicionales, como la ganadería, la caza o la cría de animales de lidia, se han ido perdiendo. La llegada de esta manada supone una nueva apuesta en el uso de estos terrenos cerrados, que en algunos casos cuentan con miles de hectáreas.
Una manada de 18 animales llegó a esta finca hace un año y se ha ido adaptando de manera muy positiva a su nueva casa. “Es verdad que este año ha sido muy amable”, explica Morán. La reintroducción de estos animales quiere ayudar a paliar la “falta de grandes herbívoros” que llega también con el “abandono del medio rural”. “Los herbívoros ayudan a que el medio siga su ciclo. Si no lo sigue, aparece el matorral y desaparece la hierba y entonces crece la susceptibilidad de que se produzcan incendios”, señala el veterinario. “Y estamos donde estamos, que esto no es Noruega”, se ríe.
De este modo, no solo se ofrece un hogar a una especie en peligro de extinción, sino que se apuesta por el cuidado y la regeneración de los suelos y también la prevención de los fuegos, que es especialmente importante en lugares más bien secos y muy calurosos durante el verano.
El “gran superviviente”
“El bisonte es el gran superviviente de las especies de animales salvajes en Europa. Hubo caballos y vacas salvajes. El bisonte es el último que queda”, señala Morán.
El objetivo es realizar un seguimiento de la manada, que no requiere de un cuidado “intensivo”, y monitorizar los efectos que tenga en la finca. “Convencidos”, asegura, de que va a ser positivo, especialmente por los procesos naturales que ayudan a abonar el campo, a través de sus bostas, los excrementos de este tipo de ganado, que están siempre llenas de insectos, sirven de alimento a los pájaros y pueden fertilizar el suelo.
Efectos en diez o 15 años
“Así es cómo se quiere mejorar la calidad del suelo, y se entiende que esto es una herramienta de mejora y una inversión en un mejor suelo, que no ocurre con los animales domésticos”, explica el experto. Estos efectos se podrán ver en 10 o 15 años. “Entonces se podrá ver que la variedad de vegetación que haya en este lugar será muy diferente a las de su alrededor”, asegura Morán.
La manada vive en un terreno de 10.000 hectáreas. Necesitan mucho espacio para desarrollar de forma apropiada sus pautas biológicas naturales, explica el veterinario. Son animales “muy gregarios”, es decir que su vida ha de ser en manada, y que incluso velan a sus muertos. Los machos también necesitan mucho espacio en el caso de perder una pelea por una hembra en celo. “No soportan que nadie los vea y necesitan poder desarrollar sus pautas biológicas naturales. Para ellos esto es incluso más importante que la comida”, señala el experto.
Además, desde la asociación resaltan que este tipo de cría de bisontes puede ayudar a mejorar la genética de la especie, porque los bisontes que existen ahora mismo en el mundo son todos descendientes de solo 12 ejemplares fundadores. El proceso de conservación de la especie comenzó hace un siglo, y se ha llegado a unos 10.000 ejemplares, pero se necesita una genética más diversificada. “Tenemos que luchar por alimentar la variabilidad genética. La idea es que al cabo de una década o dos, se pueda coger a individuos reproductores y llevarlos, por ejemplo, a Polonia”, explica Morán.
Siguen valorando más proyectos en Castilla-La Mancha y la manada se dio de alta en el Registro General de explotaciones ganaderas, lo que supone que cumplen con todas las condiciones sanitarias que se requieren en la región, tal y como confirman desde la consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural.
¿Es buena idea haberlos traído a Ciudad Real?
La reintroducción de bisontes ha levantado, sobre todo en el inicio de la iniciativa hace ya varios años, voces de alerta. El catedrático de Ecología de la Universidad de Alcalá y también presidente del patronato de la Fundación FIRE, José María Rey Benayas, explica que desde el punto de vista de la biodiversidad y de los procesos ecológicos del medio rural es “deseable” recuperar a grandes herbívoros como los bisontes. “En los paisajes mediterráneos se ha ido perdiendo el herbivorismo que realizaban animales salvajes en el Paleolítico, que poco a poco se reemplazó por la ganadería extensiva que también se ha ido perdiendo”, señala.
Rey Benayas explica que no existen “aún” evidencias científicas de que la especie del bisonte europeo haya estado en Iberia o en otras penínsulas mediterráneas como Italia, pero sí de otros herbívoros salvajes extintos como el uro, el toro ancestral o los caballos y asnos salvajes. Por eso, advierte de que lo que sí hay que evaluar de manera constante es la respuesta fisiológica que tengan los bisontes en un clima que “va caminando a ser cada vez más caluroso”. “Pero es cierto que en las estepas eurasiáticas sí ha existido de forma natural y existe todavía”, señala el experto. Son lugares con temperaturas también altas en época estival.
Además, el catedrático apunta a que alrededor del 30% de la dieta de los bisontes es de materia leñosa y este consumo es “muy interesante” para su entorno, porque disminuye la “capacidad combustible” de los montes. “En consecuencia, disminuye también la vulnerabilidad y el riesgo de incendios forestales”, explica.
También apunta a que su comportamiento en manada favorece la “heterogeneidad” en la vegetación, con parches de monte más abiertos o más cerrado. “Esto es deseable, porque también ayuda a evitar que los incendios se propaguen”, explica.
Uso ecoturístico de la presencia de los bisontes
Desde la asociación Centro de Conservación del Bisonte Europeo cuentan que, aunque no estaba entre los objetivos iniciales, los bisontes han despertado la curiosidad entre los vecinos y vecinas del entorno. “Vinieron en masa cuando se enteraron”, señala Morán, que reflexiona que así se pueden también generar ingresos con la novedosa presencia de los ejemplares.
“El uso ecoturístico de animales salvajes no se ha aprovechado en España como se ha hecho en otros países, y esto puede ser una salida para esta falta de uso”, remata el veterinario.
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