No es la primera vez que llega una exposición de Joaquín Sorolla a tierras castellano-manchegas. Hace unos 15 años ya hubo una similar, explica José Domingo Delgado, jefe del área de Cultura de la Fundación Impulsa de Castilla-La Mancha. Sin embargo, con 'Sorolla. Tierra Adentro' se ha querido adecuar la exposición a la región. La muestra se origina en Madrid en el 2016 y ha pasado ya por otras dos ciudades, La Coruña y Murcia. “Por eso hemos querido personalizarla y traer así más cuadros relacionados con la región”. Es por esto que una docena de cuadros retratan el Toledo de principios del siglo XX, mostrando el uso de la luz del maestro español.
La muestra estará en Toledo desde el 28 de diciembre hasta el 8 de abril de 2018, para luego llegar a la Casa Zavala en Cuenca, desde el 18 de abril hasta el 22 de julio de 2018. Entre las novedades que quieren destacar desde la Fundación Impulsa se encuentran también los tres bocetos que el pintor valenciano hace de tres personajes propios de la región: manchegos, alcarreños y lagarteros. Se trata de trabajos que se crearon para la Hispanic Exposition de Nueva York que no se había incluido en esta exposición itinerante antes.
Desde la Fundación Impulsa llevan trabajando tres meses en la exposición, que ya venía “medio hecha”. “Lo que hemos querido es que los castellano-manchegos sientan que Sorolla no sólo fue el pintor de la luz valenciana, sino que tiene una faceta desconocida que se aparenta a la generación del 98. Es, por así decirlo, un pintor de esa generación, con una enorme modernidad en su obra y que se puede emparentar con las principales corrientes pictóricas de la Europa del siglo XX”, explica Delgado.
“Si hiciéramos una encuesta a la gente sobre a qué le remite Sorolla, todos nos dirían los niños jugando en la playa, las mujeres vestidas de blanco, y no el concepto de paisajes verdes, tornasoles en las nubes y los tiempos lluviosos. Es una visión completamente diferente”, asegura Delgado. La luz que se puede observar en los cuadros que retratan Toledo muestran el sol estival de la ciudad, que llena los paisajes terrosos de una luz intensa. “Han sido mucho los pintores que han tomado esta imagen como motivo para sus cuadros”, concluye.
La exposición es “limpia y diáfana”, sin obstáculos a la vista para que el visitante pueda ver todo el gran eje del museo nada más llegar.“Da una sensación de limpieza y apertura de miras que es apreciable dentro de la exposición. Nada obstaculiza la visión de los cuadros grandes”, destacan desde la Fundación Impulsa. Además, en la exposición hay once obras pequeñas, incluso de tamaño postal. Se trata de la versión “más amplia” de la exposición y ha sido comisariada por Carmen Pena López, conocida especialista en la pintura española de paisaje en los siglos XIX y XX.
La importancia de la iniciativa recae en que el valenciano es uno de los pintores “más relevantes” de España de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y que además resalta un concepto “tan castellano-manchego”. El museo de Santa Cruz funciona como un “complemento ideal” de la exposición, que sirve como un “perfecto contenedor” para la pintura “tan moderna”, a pesar de que algunas de las obras tienen más de 100 años. “Muchos son rabiosamente modernos y van a llamar mucho la atención”, explica Delgado.
Sorolla estudió en la Escuela de Bellas Artes de Valencia con Gonzalo Salvá, que lo introdujo en el realismo francés, e Ignacio Pinazo Camarlench, que le dio a conocer a los “macchiaioli” italianos. en sus viajes a París entró en contacto con las versiones realistas del “luminismo”, el impresionismo y el postimpresionismo, que él integró a su manera, dentro de la particular estética renovadora del paisaje español de su tiempo, que intentaba hallar un carácter diferencial en el nuevo arte encajando la tradición realista nacional en la modernidad internacional.
Tras la fracasada Revolución del 68, los artistas contemporáneos de Sorolla buscaron una imagen nueva el país, y la encontraron en el paisaje, en la periferia peninsular como en la meseta central y de Castilla. Fue en la estética del suelo castellano, “ sobrio, austero y trascendente” donde se encontró la imagen “más auténtica” de España. Es así, que el pintor valenciano encontró “nuevas versiones” de diversos paisajes españoles. No sólo se puede ver Toledo en la exposición, sino también andaluces, como la Alhambra deshabitada, y “viejas ciudades castellanas”, que descubrió en compañía de Aureliano de Beruete, compañero de Sorolla.
La exposición se divide en cuatro ámbitos: Mitología regionalista y naturaleza. La Valencia de Sorolla; Sorolla en verde y gris; La invención de Castilla como emblema nacional, que incluye ciudades monumentales y Toledo. Finalmente, la 'España blanca' de Joaquín Sorolla, una versión “moderna” de la invención romántica, en la que se encuentran obras de Granada.