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El Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha premia la rehabilitación de 2002 del Teatro Circo de Albacete

elDiarioclm.es

30 de diciembre de 2024 17:15 h

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El Teatro Circo de Albacete recibió el premio a la Permanencia, que se entrega a las obras con más de 20 años, en la categoría 'Rehabilitación' de los galardones de Arquitectura y Urbanismo del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha.

La obra es de Juan Caballero, Emilio Sánchez y Carlos Campos. Eliseo Quejico, director territorial de Cuenca de Globalcaja, le entregó el premio a Caballero, quien recalcó que, después de la declaración como BIC del edificio, ahora “nos hemos empeñado en que la UNESCO lo declare Patrimonio Mundial, y la ciudadanía está respondiendo a este reto”.

La candidatura del Teatro Circo de Albacete, para ser declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, fue presentada en el acto cultural organizado por la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España (AMIThE) en el Teatro Muñoz Seca de Madrid, en noviembre de 2023. Con ello, se pretende preservar una tipología arquitectónica que supuso una renovación en la forma de representar las artes escénicas y que tuvo un desarrollo muy extendido en toda Europa en el siglo XIX y principios del XX. 

El Teatro Circo de Albacete representa una tipología de edificio híbrido, de carácter popular, que tuvo su origen en el siglo XIX en Francia, con una gran expansión por otros países, especialmente España, en el que se alternaban los usos de teatro y de circo, y que desde la aparición del cinematógrafo está en vías de desaparición. 

La versatilidad que le otorga este carácter “híbrido” ha permitido al teatro sobrevivir a lo largo de estos siglos en Albacete, admitiendo, además de la variedad de espectáculos, la convivencia de diferentes estilos arquitectónicos que aportan al edificio la solución a las necesidades de cada época. Así, gracias a la voluntad popular, el Teatro Circo de Albacete es el único teatro de estas características en el mundo que todavía compagina el doble uso y permite mantener el espectáculo circense en el centro de la ciudad.

En España se adoptó este modelo bajo la influencia francesa, con sus peculiaridades locales, durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Según publica Josefina González Cubero, de la Universidad de Valladolid, en su artículo “Híbridos y Polimorfos. los teatro-circo en España”, hubo hasta 60 de estos edificios repartidos por toda la Península Ibérica. Solo quedan cinco en pie. El Apolo de El Algar, el Teatro Circo de Orihuela, el Villar de Murcia y el Marte de Santa Cruz de Tenerife se conservan con uso exclusivo de teatro. El Teatro Circo de Albacete (1887) es el único, en todo el mundo, que mantiene su estructura original de doble capacidad escénica y desarrolla aún hoy actividades circenses. 

La tipología del teatro-circo

El resurgimiento del circo, con un formato más sostenible, en los últimos años permite hoy al Teatro-Circo de Albacete mantener una programación circense combinada con la puramente teatral siendo fiel al espíritu inicial con el que se concibió el edificio. 

Entre los teatros-circo construidos en España, destaca el de Albacete por adaptarse fielmente a esta tipología, con una influencia importante en la vida cultural de la ciudad. La supervivencia de este teatro se puede explicar por las condiciones de su estructura, que recogía todos los avances tecnológicos de la época, basada en muros de carga de fábrica y estructura de fundición de acero que ya empezaba a utilizarse en los años de su construcción en 1887, haciéndolo capaz de resistir el paso del tiempo. Pero también por su versatilidad para adaptarse a los diferentes usos que se le han requerido.

Rehabilitación definitiva en 2002, premiada por el COACM en 2024

El teatro que se conserva en la actualidad es el resultado de un concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento de Albacete en 1995, una vez expropiado el edificio en 1993, abandonado desde su cierre, para pasar a ser patrimonio municipal.

A pesar haber sido incluido en el Catálogo de Edificios Históricos-Artísticos, el concurso no condicionaba la rehabilitación de la preexistencia, quedando abierto a la demolición y nueva construcción de acuerdo a las condiciones del programa establecido de uso teatral, atendiendo de esta manera a las diferentes sensibilidades que se manifestaban, desde las más puramente funcionalistas a las más conservadoras que defendían la recuperación de la memoria colectiva.

El proyecto definitivamente elegido, premiado por el COACM, obra como se citaba anteriormente, de Juan Caballero, Emilio Sánchez y Carlos Campos, ejecutó una rehabilitación del edificio que ha recuperado su memoria histórica, tal como fue concebido en origen, y que daba coherencia a la estructura conservada.

El criterio de intervención que exponían los autores “trasciende de la mera recuperación de unos elementos morfológicos de discutible valor arquitectónico, para incidir en la recuperación de una tipología en vías de extinción, que puede ser reinterpretada bajo la óptica de nuevas posibilidades escénicas”. 

Otro aspecto considerado en la valoración del edificio fue el de su mutabilidad, que garantiza la permanencia a lo largo del tiempo. Por tanto, Caballero, Sánchez y Campos consideraron que la versatilidad inherente al Teatro Circo era un valor a conservar.

El carácter ecléctico de la construcción y su falta de unidad de estilo, así como su configuración en tres volúmenes autónomos, facilitó la intervención para adaptarlo a las nuevas necesidades y recursos escénicos, en función de cada una de sus partes.

De este modo, se respetaron los elementos arquitectónicos originales, unificando el estilo neoárabe que caracterizaba el Teatro-Circo original, y teniendo en cuenta la necesidad de emprender una rehabilitación del edificio viable en la actualidad, se acometió la intervención bajo unos parámetros en los que primó la concepción espacial acorde con la estructura existente, la obtención de máxima capacidad con las mejores condiciones visuales y la mejora de las condiciones acústicas y ambientales. 

Al concluirse que la mejor disposición de los espectadores era la de graderío circular, tal como era en sus inicios, se decidió que el edificio albergase un espacio escénico más flexible, así como readaptar la disposición de los espectadores a esta circunstancia, con anfiteatro en dos niveles y una platea dividida en dos sectores, de modo que la parte circular más próxima al escenario pudiera ser reconvertida en escena central. De esta manera, el circo en su versión más actualizada volvía a tener cabida en el teatro.  

Igulmente se planteó una sala que resolviese los problemas de aislamiento, tanto térmico como acústico, que sufría en su origen, sin desvirtuar la concepción espacial. Para ello, la superficie cónica de la cubierta se reforzó exteriormente mediante una losa de hormigón con la masa suficiente para proporcionar un aislamiento a ruido aéreo adecuado, utilizando la estructura primitiva metálica como soporte de falso techo.

La sala, según su configuración original

Una vez recuperada la sala según su configuración original, para que la doble capacidad escénica tuviera operatividad y se hiciese realidad la representación en formatos diferentes, se hizo necesario dotarla de los mecanismos que permitiesen una fácil transformación.

La solución planteada, dentro de las limitaciones presupuestarias, consistió en un foso bajo la platea que permitiera almacenar, mediante un sistema de 'carras' móviles, las butacas de platea o las plataformas de la pista, alternativamente, en función del espectáculo a representar.