Pepe Borrás, jefe de Estrategia de NetFreedom Pioneers: “Hemos pasado de la censura a la ‘infoxicación'”
Tras cinco años como director del Internet Freedom Festival, Pepe Borrás (València, 1988) decidió echar raíces en Estados Unidos y vincularse a otros proyectos relacionados con la libertad de expresión en internet. Como jefe de Estrategia de NetFreedom Pioneers, se ha convertido en el primer español premiado por la National Endowment for Democracy (NED), una fundación impulsada por el Congreso de Estados Unidos que galardona las iniciativas más originales en este campo. En esta entrevista con elDiario.es, realizada en el Museo de la Informática de la Universitat Politècnica de València, analiza la situación actual de las libertades en internet y ofrece una visión esperanzadora sobre cómo recuperar el control de nuestro futuro digital.
Internet llegó al mundo para poner todo el conocimiento al alcance de un click y ahora hay millones de personas que creen que la Tierra es plana. ¿Fue un sueño o aún hay esperanza?
Yo siempre mantengo la esperanza, pero si nos ceñimos a los datos, el panorama no es bueno. Freedom House, una influyente ONG americana, publica todos los años el Internet Freedom Index y, desde que empezó a hacerlo, el nivel de las libertades en la red ha ido en declive. El informe de 2024 no es una excepción. No solo no mejoramos, sino que cada vez más países van hacia atrás. Cada vez son más frecuentes modelos como el de Irán que tiene el internet hallal —es decir, que tiene un contacto limitado con el exterior—.
¿La Inteligencia Artificial ayuda o perjudica?
Uno de los grandes retos al que nos enfrentamos en estos momentos como sociedades tecnológicas es la ‘infoxicación’. Es este marco concreto, el crecimiento salvaje de la IA tiene un gran potencial nocivo. El ecosistema informativo digital está muy contaminado y esto no es casualidad. Las estrategias de influencia política e ingeniería social están cambiando. Hemos pasado de la censura a la ‘infoxicación’, hacer que todo valga para que nada valga. Fomentar la desinformación genera descrédito generalizado, falta de confianza en los expertos y las instituciones (‘investígalo por tu cuenta’) y polarización (‘solo confío en mi círculo más cercano’). Vamos, 'pescar en río revuelto' edición guerra híbrida. Por ejemplo, Elon Musk ya no es un mero ‘troll’, es un potencial agente del caos dueño de una plataforma con casi 440 millones de usuarios en la que se han interrumpido prácticamente todos los mecanismos de control para evitar la expansión de bulos, muchos de los cuales él mismo origina y distribuye. De hecho, Musk mandó alterar el algoritmo de Twitter (llamémosle X) para asegurarse de que sus publicaciones fueran las más visibles en la plataforma.
Elon Musk ya no es un mero ‘troll’, es un potencial agente del caos dueño de una plataforma con casi 440 milliones de usuarios en la que se han interrumpido prácticamente todos los mecanismos de control para evitar la expansión de bulos, muchos de los cuales él mismo origina y distribuye
¿Hay solución o nos tenemos que conformar con que todo internet acabe convertido en un estercolero como X?
Me gusta pensar en nuestro entorno digital del mismo modo que tratamos al medio ambiento desde la ecología. Lo primero es reconocer que no podemos seguir contribuyendo a contaminar los lugares de intercambio de ideas en internet y también que hay que preservar las plazas públicas digitales. Alternativas abiertas a X como Bluesky o Mastodon han visto un espectacular aumento de sus usuarios en los últimos meses. Ambas forman parte del llamado ‘fediverso’, que hace referencia a una concepción de internet basada en la federación de servicios y plataformas, en oposición a la concentración de los mismos por parte de grandes corporaciones tecnológicas.
Quizás mucha gente no sepa que existen los public interest technologists, o tecnólogos para el interés público, que se dedican a promover tecnologías para servir al bien común. La Fundación Ford es una de las pioneras en este campo y la Fundación Mozilla, por su parte, ha lanzado Mozilla AI para “construir, comercializar y componentes y herramientas de código abierto que faciliten a desarrolladores y usuarios implementar IA de manera confiable para resolver casos de uso del mundo real”. No podemos asumir una postura derrotista. Queda mucho por hacer y todos podemos contribuir, aunque sea simplemente eligiendo una plataforma sobre otra.
Hace años, alguien con un blog podía escribir artículos largos, muy trabajados, llenos de links, que la gente se tomaba su tiempo en leer. Ahora lo único que se comunican son mensajes cortos, poco elaborados y, si es posible, muy impactantes.
Sí, hay mucha competencia para atraer la atención y existe eso que los angloparlantes llaman el llamado FOMO (fear of missing out), es decir, el miedo a perderse algo, queremos estar en todo. Pensamos que ya hemos llegado al final del camino y que la comunicación en internet tiene que ser el modelo de X, Instagram o Tiktok, pero no tiene que ser necesariamente así.
Nos movemos de las redes sociales a las comunidades en red
Creo que empieza a haber algún tipo de reacción, por lo menos nos hemos dado cuenta del problema, y la última palabra sobre cómo hablar o cómo relacionarse en la red no está escrito, a lo mejor ahora alguien está creando una nueva red que cree otro paradigma menos tóxico. Plataformas como Reddit, más basadas en comunidades de interés que en la competencia por la atención, están viviendo un renacido interés. En esta línea, las generaciones Z y Alfa están más interesadas en plataformas de comunidad que en Facebook y X. Las comunidades en Discord y los servidores del juego Roblox son lugares populares de encuentro entre los más jóvenes. Nos movemos de las redes sociales a las comunidades en red.
Un dato curioso de por dónde van los tiros es que lo que más problemas crea a Amazon para enviar a otros países no es tecnología, son los libros.
Ceder a la censura por motivos económicos continúa siendo tendencia entre las grandes tecnológicas. Cuando Google trató de implantarse en China, aceptó censurar términos de búsqueda como ‘Tiananmén’, aunque finalmente decidió retirarse del país en 2010. Por su parte, Amazon prefiere etiquetar ciertos artículos como “temporalmente agotado” para evitar problemas en países donde libros de temáticas LGBTQ, ocultimo, o simplemente salud y bienestar son problemáticos, como refleja una reciente investigación de Citizen Lab. En esta línea, la gente de GreatFire lleva años monitoreando la censura desigual en las app stores de todo el mundo. El App Free Index es su proyecto más reciente para evaluar y comparar la libertad de acceso a aplicaciones en todo el mundo. Más allá de la censura, es interesante analizar los modelos económicos predominantes en internet. Vivimos unos tiempos que, como explica Yanis Varoufakis en su reciente libro Tecnofeudalismo, las grandes tecnológicas tienen la ambición de convertirse en nuevos señores feudales, privatizando los espacios digitales públicos para la expropiación de la renta económica generada por el trabajo de los siervos: nosotros, los usuarios.
Eso se refleja muy bien en la evolución de Silicon Valley, cada vez más escorado hacia el Partido Republicano.
Sí, Silicon Valley ha sido un feudo del Partido Demócrata durante muchos años, pero en las últimas elecciones ha habido un claro acercamiento al Partido Republicano. Elon Musk es la cabeza más visible y activa de este movimiento, pero hay más como Jeff Bezos, también dueño del Washington Post, que por primera vez en cuarenta años no apoyaron a ningún candidato, lo que se interpretó como un apoyo a Trump. De hecho, ha sido de los que ha invertido un millón de euros para financiar su toma de posesión (junto a Meta), cuando en 2016 Amazon solo donó cerca de 56.000 dólares. Podemos añadir a la lista a Peter Thiel, fundador de PayPal y Palantir, que apoyó con mucho dinero la campaña de senador del hoy vicepresidente J.D. Vance.
Silicon Valley ha pasado de abrazar ideas progresistas y tecnoutópicas a apoyar un mundo desregulado y anti-establishment, una especie de paraíso libertario donde reinen las criptomonedas y las corporaciones no tengan que rendir cuentas a ninguna administración
¿En la práctica, en qué se nota ese cambio?
Silicon Valley ha pasado de abrazar ideas progresistas y tecnoutópicas a apoyar un mundo desregulado y anti-establishment, una especie de paraíso libertario donde reinen las criptomonedas y las corporaciones no tengan que rendir cuentas a ninguna administración. Recordemos que la mayor parte de sus dueños ha pasado por audiencias en el Congreso, se les ha criticado mucho por el papel perjudicial de las redes sociales entre los jóvenes o se les quiere aplicar leyes antimonopolio. Musk, Bezos, Thiel, Zucekerberg se han convertido en lo que se ha bautizado como la ‘broligarquía’ y de ellos depende en gran parte el futuro de la red.
Hubo un tiempo en el que se temía que hubiera una internet de ‘dos velocidades’, el de las grandes empresas y el de los usuarios. ¿Sigue existiendo ese riesgo?
No creo que eso se vaya a convertir en un problema, el riesgo al que nos enfrentamos es esa privatización del espacio público que es la red. Internet nació financiada con dinero público y todo el mundo estaba invitado a unirse, las empresas también. Pero ahora el poder de controlar internet está cada vez más en manos privadas, y además cada vez en menos manos. Pienso, por ejemplo, en proyectos como Starlink, como hemos visto en la guerra de Ucrania, en la que Elon Musk tiene capacidad para decir quién se conecta y quién no. Creo que el peligro viene más por ahí, el de que pocas personas puedan tomar decisiones sobre la infraestructura de la red.
Por cierto, ¿cómo te convertiste en el primer español en recibir el Democracy Award del National Endowment for Democracy? Es el galardón más alto al que se puede aspirar en tu campo y creo que eres el único español que lo tiene.
Sí, es posible que sea el único en recibirlo de manera directa. La verdad es que fue una sorpresa muy grande. El premio es compartido con el equipo de Netfreedom Pioneers, una empresa sin ánimo de lucro en la que nos dedicamos a buscar lugares en los que internet está en peligro y diseñar soluciones tecnológicas. Colaboramos con organizaciones de la sociedad civil de cada país para enviar noticias, contenido útil y hasta software, como VPNs, que puedan dar acceso al internet global. En una ocasión tuve una reunión con el máximo representante de NED, Damon Wilson, y pasó algo que no suele ocurrir entre los altos cargos ejecutivos en Estados Unidos: aunque la reunión se prolongó más de la cuenta, se quedó hasta el final y luego me felicitó. Meses después, nos escribieron para decirnos que nos daban el premio.
¿Y en qué consiste vuestro día a día?
Depende del país, no es lo mismo Corea del Norte que es un país totalmente aislado, que otros como Irán. En este, el problema suele ser que los ciudadanos utilizan un VPN para poder conectarse fuera del país, y cuando se hace muy popular, el Gobierno actúa contra él. Nuestra misión, y lo hemos conseguido en muchos de estos países, es encontrar maneras de que el flujo de información no pueda ser interrumpido y que los respectivos gobiernos antidemocráticos no tengan la habilidad de dejar incomunicados y aislados a los ciudadanos.
En Corea del Norte hay que emplear sistemas que no dependan de la infrastructura de internet, como las comunicaciones por satélite para enviar información a través de sistemas no convencionales
En Corea del Norte es más complicado, porque no hay acceso directo al internet global. Allí hay que emplear sistemas que no dependan de la infraestructura de internet, como las comunicaciones por satélite para enviar información a través de sistemas no convencionales. Otras veces se utilizan otros métodos menos tecnológicos, algo tan sencillo como esconder tarjetas SD con contenido del exterior escondido en el pliegue de una camisa. Como jefe de estrategia, yo me dedico a diseñar programas para responder a los retos de cada país. Requiere una mezcla de conocimientos en tecnología, geopolítica y derechos humanos. En este campo, la innovación tecnológica es fundamental, pero el componente humano siempre va por delante. En muchos de estos países, como puede ser Corea del Norte, hay vidas en juego.
Otro de los proyectos en los que trabajas, más personal, es una exposición de basura.
Así es [ríe]. Mucha de la basura que genera Corea del Norte acaba en unas islas de Corea del Sur y hay un catedrático de la Universidad de Busan, el profesor Kang Dong-wan, que lleva años jugándose la vida para recolectarla para estudiar la economía del llamado Reino Ermitaño. De ahí se puede sacar mucha información estudiando si las etiquetas están en inglés, el gramaje de las cajas de cereales, el tipo de residuos que llegan y la cantidad… En este caso, recuperando la visión tradicional de aquel que encuentra un mensaje en una botella varada en la playa, es que el mensaje sea la propia botella; me resulta muy poético. El objetivo es hacer una exposición itinerante, que me gustaría que comenzara en València, no solo para mostrar esa ‘basura’, sino para entender qué tipo de información ofrece y qué nos dice sobre la cultura y las costumbres de un país tan elusivo como Corea del Norte.
¿Volverá a celebrarse el Internet Freedom Festival?
Como tal, no, pero me alegra que de este proyecto pionero hayan surgido iniciativas posteriores por todo el mundo. Creo que fue un éxito, España —y sobre todo València— se convirtió durante cinco años en la capital mundial de los derechos de Internet. Pero lo más importante, creamos una comunidad que antes no sabía que lo era: era un foro en el que un ingeniero de Estados Unidos podía hablar con un activista de Zimbabue para intercambiar ideas y mejorar las herramientas para hacer un internet más libre.
Además, prácticamente la mitad de los asistentes eran mujeres, algo nunca visto en un encuentro tecnológico y más hace unos años. Lo importante no es tanto que vuelva el IFF, sino que su espíritu se mantenga, y en ese sentido me consta que hemos creado escuela.
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