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Vivir en un casco histórico Patrimonio de la Humanidad: menos servicios y menos gente

Casco histórico de Cuenca

Francisca Bravo Miranda

El pasado 17 de julio, el autobús que comunica el casco histórico de Cuenca con el resto de la capital conquense vio sus servicios reducidos por ser la época del verano. Reducidos de un vehículo cada media hora que circulaba sólo hasta las 9.30 de la noche. Es la realidad de transporte público con la que viven los cada vez menos vecinos que todavía persisten en la zona de la capital, reconocida como patrimonio histórico de la humanidad.

“No sólo es un problema para quienes viven en el casco, sino también para el resto de la ciudad. En los fines de semana se reduce también a cada hora y eso hace que la gente venga cada vez menos, y por eso reclamamos que haya más vehículos”, explica el presidente de la Asociación de Vecinos del Casco, Juan de Arce. El transporte y la movilidad son uno de los principales problemas que ha detectado el colectivo vecinal, porque las plazas de aparcamiento también son “muy limitadas” no sólo para los visitantes, sino también para los residentes.

“Llevamos dos años reclamando un plan de movilidad, hemos hablado con los técnicos municipales para ver cuando van a empezar a señalizar las plazas para residentes. Necesitamos el espacio pero todavía van a tardar un par de meses”, explica de Arce. Este año, los vecinos de la ciudad se concentraron para pedir la reducción de multas de tráfico en la zona alta de la capital. Con sólo 1.500 habitantes, es concentran dos de cada tres multas, calcula el colectivo. La Asociación reclamaba que se multaba a vecinos que llevan “veinte o treinta años” en calles donde nadie “les decía nada” mientras ven como las plazas se van reduciendo.

Despoblación en los cascos históricos

De Arce explica que el número de personas se ha ido reduciendo debido a las “incomodidades a las que nos enfrentamos”. Por eso, han pedido a la alcaldía de la ciudad políticas de rehabilitación de vivienda, para evitar que se vayan quedando anticuadas. Hay casas en el casco conquense a las que no llega el gas para la calefacción, a pesar de que la ciudad puede ser muy fría en invierno. “Pero no se presentan proyectos para subvencionar estas viviendas”, señala. Lo mismo pasa con el servicio de internet, que llega “a pedales” en algunas zonas, al igual que la cobertura móvil. “Son reivindicaciones básicas pero en el Ayuntamiento nos dicen que debemos ir a las compañías”, afirma. 

Juan relata que en el barrio todavía quedan “un par” de tiendas de comestibles, y también una carnicería, pero el resto de tiendas, como de ropa o droguerías y otro comercio pequeño se han ido yendo. Estos locales se van viendo reemplazando por bares o tiendas de recuerdos, “pensadas para la gente que viene de turismo, pero no para los residentes”, asegura. En el casco de Cuenca sólo hay un cajero automático, de Globalcaja, que llegó en noviembre de 2016. “Tuvimos que insistir para que lo pusieran. Hemos hablado con Santander o La Caixa, pero no quisieron arriesgarse a poner el cajero aquí”, remata.

Hilario Alarcón pertenece a la Asociación de Vecinos Iniciativa Ciudadana del Toledo Histórico y coincide en que uno de los problemas a los que se enfrenta el barrio es la pérdida de población. “El casco no sólo se forma por viviendas, son los residentes los que lo forman”, explica. Mientras en los años 70' en el casco histórico toledano vivían unas 20.000 personas, indica Alarcón, actualmente los registros oficiales dicen que hay unos 10.000. Un 50% menos en unos 40 años. A pesar de esto, critica que “ninguna” de las administraciones ha hecho un estudio serio sobre por qué en la zona “hay cada vez más inversiones y más turistas pero seguimos perdiendo vecinos”.

“Tenemos la sensación de que no hay 10.000 personas, de que son mucho menos. En lugar de tener vecinos lo que tenemos son turistas”, lamenta. Alarcón también señala que a lo largo de la burbuja del ladrillo, se inició la restauración de distintos edificios en la zona histórica de la ciudad, pero “no con la finalidad de hacer viviendas para recuperar población, sino hacer segundas viviendas” para los visitantes. La asociación ha detectado que actualmente, está ocurriendo lo mismo. “Se restauran muchas viviendas pero para usos turísticos. Estamos subiendo los primeros escalones de lo que está combatiendo ciudades como Barcelona”, afirma.

Miedo por perder un colegio

Ante la pérdida de personas en la zona, lo que temen los miembros de Iniciativa Ciudadana es que se vayan perdiendo servicios tan esenciales como el único colegio público que hay, el San Lucas y María. “Si consideramos el casco como un pueblo pequeño, cada vez hay menos población y menos niños y así corremos peligro de que el colegio desaparezca”, asegura Alarcón. También temen por el centro de salud, porque corra la misma suerte de la comisaría que ya no existe.

En este sentido, señala, por ejemplo, que el edificio de Correos de la zona ha recibido un “cambio de utilidad” y que prevén que se va a reducir la oficina y se va a dedicar a otros usos terciarios. “Tener turistas es beneficioso para la economía, pero no se debe olvidar que esta industria deja residuos que generan problemas a la sociedad sobre todo a los barrios que son explotados turísticamente”, afirma. También lamenta la pérdida del comercio tradicional, que es “la pescadilla que se muerde la cola”. “Ya no se piensa en dar servicio a los vecinos, sino a los turistas”, remata.

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