La abstención, el peor rival de todos los partidos el 14F
Avisos ha habido. Primero fue Euskadi y Galicia, en julio pasado, donde la abstención alcanzó máximos históricos. Después las locales francesas siguieron el mismo patrón. Finalmente los comicios presidenciales de Portugal, el pasado domingo, donde la participación se desplomó prácticamente 10 puntos, encendieron todas las alarmas. ¿Y si el 14 de febrero en Catalunya la movilización se resiente por el contexto de la pandemia? Más allá de los problemas que puede suponer la abstención para la propia calidad democrática, asunto que ocupa al director de procesos electorales de la Generalitat, el tema es mirado con lupa en las sedes de los partidos y en los despachos donde se traza la estrategia electoral. Las formaciones son conscientes de que un derrumbe de la participación que afecte más a unos colectivos que a otros puede cambiar los resultados.
Quienes más tienen que perder son, paradójicamente, aquellos que pueden ganar. Tanto ERC como Junts y el PSC están en posiciones de ventaja para llegar primeros y, al tener más electores, también podrían sufrir más un revés en la participación. Las tres formaciones están poniendo mucho empeño en esta cuestión en las jornadas previas a la campaña, tanto para activar a sus bases sociales como para promocionar todo lo posible el voto por correo. La apuesta por la participación postal ya se está notando en números relativos, y los registrados son más de 84.000, superando el total de 2017, y el Govern espera que la cifra crezca hasta el próximo 5 de febrero, cuando acaba el plazo.
Más complicado es movilizar en tiempos de pandemia. Todos los partidos han preparado unas campañas muy centradas en los formatos de televisión y digitales, con presencia mínima en la calle. El militante incondicional que no hace tanto llenaba pabellones los días grandes de la campaña deberá conformarse con ver a su político preferido por 'streaming'. Eso no quiere decir sin embargo que las formaciones no estén buscando fórmulas para agitar a los suyos. Los 'comuns' han optado por el estilo estadounidense, y harán llamadas telefónicas a unas 10.000 personas. No son los únicos que, a falta del contacto, apuestan por lo cercano. El PSC ha enviado a sus agrupaciones a repartir un millón de octavillas, directamente en los buzones de las casas, con información sobre el voto por correo.
Todos ellos se la juegan además al tirón de sus 'llenapistas'. Los socialistas han diseñado una campaña donde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tendrá presencia casi permanente y, junto a él, hasta cinco ministros. Algo parecido ocurre con Junts, que contará con intervenciones de Carles Puigdemont desde Waterloo todos los días durante dos semanas. ERC también está intentando maximizar la presencia de Junqueras y de otros presos, como Carme Forcadell, aunque en su caso no es tan fácil. Con todo, el líder republicano tiene previsto participar al menos en un par de actos.
Los independentistas hacen como que la abstención no va con ellos. “Tenemos unas bases muy movilizadas, el independentismo ya ha demostrado muchas veces que no se cansa sino que se crece”, aseguraban esta semana fuentes de Junts. También en ERC cuentan con que su electorado suele responder, pero aseguran que redoblarán el mensaje sobre la conveniencia de ir a votar. “Daremos un mensaje sobre el fondo de la campaña, pero también un llamamiento más genérico para animar a la participación”, explican desde la formación republicana. Una de las palancas con la que cuentan ambos, junto a la CUP, es el renovado objetivo de sumar más del 50% de los votos del lado independentista, una marca que también creen que puede hacer que el indeciso se presente en los colegios el día 14F.
También en el PSC se muestran optimistas. “Nuestra gente está muy ilusionada y va a votar”, aseguran desde la campaña socialista. En la candidatura de Salvador Illa subrayan que las ganas de cambio en Catalunya pueden ser la mejor gasolina de la participación, por lo que no ven motivos para preocuparse. “La pandemia hará bajar la participación”, asumen, “pero no a nosotros más que a otras formaciones”. Los socialistas recuerdan además que una bajada del porcentaje de votantes es esperable debido a la excepcional movilización de 2017, cuando se llegó al 79% de participación.
No hay más abstencionistas, pero sí más indecisos
Pese a las alarmas que se han encendido por la comparación con otros países, las encuestas que han preguntado sobre las elecciones catalanas en general no han detectado una abstención disparada. En el último CIS quienes ya tenían decidido que no irían a votar suponía el 5% de los encuestados, que es una cifra que se sitúa en parámetros normales. Además, algo más del 70% afirmaba que acudiría a las urnas, de nuevo, dentro de la horquilla habitual para este tipo de preguntas. Ahora bien, igual que existe el llamado “voto oculto”, es decir, personas que mienten sobre a quién tienen previsto votar, también podría haber en esta ocasión una cierta abstención oculta. ¿Dónde podría estarlo? En la opción de los indecisos, que en el sondeo preelectoral del CIS estaba disparado, tocando el 40%.
Tanto es así que, según el sondeo del instituto demoscópico público, la mitad de sus encuestados no respondían, por no querer o por no saberlo, sobre la opción que tenían previsto votar. Una cifra récord que duplica las que se dieron en las convocatorias pasadas. Este dato podría ser indicativo de una desmovilización que no esté siendo captada en otras preguntas, aunque también podría tener que ver con un movimiento natural de votantes que están entre opciones cercanas, pero que aún no se han decantado por una de ellas.
Con todo, hay que tener en cuenta que lo que más preocupa a los partidos es lo que los politólogos llaman “abstención diferencial”, esto es, que la desmovilización afecte mucho más a unos grupos sociales que a otros. Es esto, y no una abstención de todo el mundo por igual, lo que puede afectar a los resultados de ciertas siglas. En concreto, los contendientes que tienen más voto en la franja de mayores de 65 son el PP, PSC y Junts, y por tanto son las opciones que podrían sufrir más en caso de que el colectivo más afectado por la pandemia se quedase en casa. Sin embargo, ninguna encuesta capta una desmovilización ni indecisión especial en estas edades, ni tampoco ocurrió en las elecciones vascas y gallegas, donde el voto cayó de forma generalizada.
9