Las veinte mujeres que se propusieron escalar el Kilimanjaro para combatir la gordofobia

Lúa Pena Dopazo

12 de marzo de 2022 21:34 h

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“Cuando estás gorda y vas a comprar equipo deportivo, la gente te mira como diciendo 'pobre gorda, ¿en qué estás pensando?'”, cuenta Bonnie. Molly relata, en cambio, que le da más vergüenza comer una ensalada en público que comida basura. “La gente espera que solo coma porquerías”. Anécdotas como esta son el tema de conversación en una de las reuniones del Curvy Kili Crew, un grupo de veinte mujeres con cuerpos no normativos que se propusieron viajar juntas a Tanzania e intentar llegar a la cima del Kilimanjaro, la montaña más alta del continente africano

La historia de este grupo de mujeres estadounidenses aficionadas al senderismo ha sido retratada por la directora puertorriqueña Ida Joglar en el documental 'Curvy Crew', que proyecta Docs Barcelona durante todo el mes. La obra no solo acompaña al Curvy Kili Crew en su ascenso a la cima de África, sino que también muestra la lucha de estas mujeres contra los estereotipos que han tenido que soportar por tener un peso por encima de la media en un mundo que ensalza la delgadez y condena el sobrepeso.

Todo empezó con Christa, un ama de casa de 37 años del norte de Virginia (Estados Unidos) que buscó mujeres de talla grande a través de las redes sociales y de grupos de viaje que estuviesen interesadas en entrenar y prepararse para coronar el Kilimanjaro. El reto, escalar los 5.685 metros de altitud del techo de África, donde el nivel de oxígeno es del 50%. Ella ya lo había intentado antes, aunque con un grupo de personas delgadas. Estuvo a punto de conseguirlo: se quedó en el punto Stellaa, cien metros de la cumbre. “En mi primer viaje al Kilimanjaro descubrí que aún soy capaz de hacer cosas increíbles a pesar de haber ganado peso”, cuenta.

Desde el principio del documental, todas las mujeres del Curvy Kili Crew son conscientes de que no todas lo conseguirán, pues las estadísticas dicen que solo el 60% de todos los que se lo proponen lo logran, sea cual sea su peso. Pero eso no las desanima en absoluto. 

Aunque las mujeres del grupo de senderistas son muy diferentes, todas coinciden en señalar que toda su vida la sociedad las ha presionado de diversas maneras para hacerlas creer que sus cuerpos están mal, que deben esforzarse para encajar en los estándares estéticos y que la única manera posible de vivir es comportarse cómo si quisieran ser delgada.

Además de haber sentido la presión estética, todas comparten el haberse enfrentado a ello y haber aprendido a quererse y aceptarse. El ascenso al Kilimanjaro es un paso más en ello. Para demostrarse a sí mismas y también a los demás de lo que son capaces, antes una de estas mujeres había terminado dos veces un Iron Man. Otras son atletas, pero también hay mujeres menos acostumbradas al deporte, y alguna de ellas incluso ha superado un cáncer. “Se suele pensar que la montaña está reservada a los adictos al gimnasio, a las personas muy en forma o de complexión muy delgada”, explica Shazz, otra de las mujeres del grupo.

“Nos hacen creer que la palabra 'gorda' es un insulto, lo peor que puedes ser, pero a mí se me ocurren muchas otras cosas peores”, dice Eve, quien también cuenta que era la única chica gorda en el grupo de baile de su colegio y que siempre le pareció algo de lo que estar orgullosa. “No creo que haya nada de malo en estar gorda, porque la gordura no es la causa de una enfermedad, aunque a veces es un síntoma, pero no siempre”, desarrolla. “Algunas personas somos endomorfas, es decir, acumulamos más tejido adiposo”, agrega. 

A principios del mes de marzo de 2019, las veinte mujeres que forman Curvy Kili Crew viajaron hasta Tanzania. Su objetivo era llegar a la cima (el punto Gilman) el día 8 de marzo, día internacional de la mujer, y también el día del cumpleaños de Kara, una de las del grupo. El primer día recorrieron siete kilómetros y ascendieron a una altitud de 2.671 metros. “Intentamos demostrar que las gordas pueden hacer cualquier cosa, porque la gente piensa que somos perezosas y que no podemos ser fuertes”, señala Eve. El documental transmite la ilusión y la motivación de todo el grupo.

Pese al subidón inicial, el ascenso no está exento de problemas. Al inicio de la segunda jornada, Celeste, que está acostumbrada a hacer senderismo cada fin de semana, se empieza a quedar poco a poco rezagada del grupo, hasta que al final solo caminan junto a ella los guías y los que transportan los alimentos. Se hace de noche y Celeste está demasiado cansada para llegar al campamento, así que le bajan una tienda de campaña para que pueda descansar y terminar el recorrido por la mañana. Al día siguiente, Allison, la especialista en senderismo que acompaña al grupo, le plantea la posibilidad de que venga a recogerla un helicóptero y Celeste decide marcharse. 

El resto del Curvy Kili Crew continúa y pasan dos noches en el mismo campamento. Desde allí, hacen una ruta de aclimatación para acostumbrarse al bajo nivel de oxígeno. Después de eso, las espera la quinta etapa: 10 kilómetros y 4.720 metros de altitud. Algunas de ellas comienzan a encontrarse mal y deciden parar en este punto. “Claro que me siento un poco decepcionada por no haber llegado a la cima, pero creo que subir casi 4.800 metros tampoco es moco de pavo”, constata Eve. Los guías les aseguran que parar es la opción más sabia cuando se empiezan a notar náuseas, dolores de cabeza o mareos. 

Para realizar el último tramo, las que han decidido continuar tienen que levantarse a medianoche, comenzar la ruta a oscuras y por un camino bastante pedregoso. El trayecto hasta el punto Gilman, a 5.685 metros de altura, es de menos de seis kilómetros, pero es un camino muy duro por la baja presión atmosférica. A medida que pasan los minutos, algunas de las mujeres comienzan a dudar de si realmente serán capaces de conseguirlo y el grupo se va dispersando. 

Alcanzaran o no la cima, todas se llevaron algo del viaje. Kathy aprendió mucho “sobre ser válida y ser suficiente”, y sabe que puede ser ella misma sin tener que pedir perdón a nadie. A día de hoy, algunas las mujeres del Curvy Kili Crew han creado sus propias asociaciones de senderismo para personas gordas en EE. UU y otras continúan practicándolo. Alguna incluso está organizando su próximo viaje a Tanzania para intentar alcanzar la cima de nuevo.