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Entrevista

David Madí: “España tiene una cultura de poder admirable; en Catalunya tenemos que desarrollarla”

Madí repasa en su libro los años del procés, que vivió desde la trastienda

Pere Rusiñol

Barcelona —

24

David Madí i Cendrós (Barcelona, 1971) es uno de los personajes centrales del nacionalismo catalán de los últimos 25 años, aunque en buena parte desconocido por el gran público porque casi siempre se ha movido en la penumbra, lo que ha contribuido a exacerbar una imagen de todopoderoso poder en la sombra tanto por los que le idolatran como por los que le atribuyen todos los males: un Fouché catalán contemporáneo, nieto del rico empresario Joan B. Cendrós (1916-1986), mecenas del pujolismo y cofundador de Òmnium Cultural, y uno de los líderes de las nuevas generaciones convergentes que se conjuraron para jubilar a Jordi Pujol y ganar con ello ambición nacional, que alcanzaron el cenit de poder con Artur Mas, junto al que desencadenaron el procés, que luego se les escapó de las manos y les acabó devorando.

Madí fue la mano derecha de Mas durante casi tres lustros, hasta que en 2010 le dejó por fin instalado en la presidencia de la Generalitat y abrió una polémica carrera empresarial sin perder ni un ápice de su ascendente sobre él, con lo que muchas corporaciones -incluidas algunas de las más poderosas del Ibex35 con sede en Madrid- hacían cola para contratarle antes de que el procés lo dinamitara todo. Ahora publica Merecer la victoria, editado por Planeta (Destino en castellano, Columna en catalán), un recorrido personal por estos años salvajes con mucha y valiosa información para entenderlos -incluso cuando se discrepe fuertemente de sus valoraciones-, sobre todo desde la perspectiva de la parte catalanista de la clase dominante en Catalunya, y que busca explorar vías para deshacer los nudos que se han amontonado.

Se trata de un relato inhabitual, por su crudeza, que también aspira a derribar algunos de los tópicos más asentados del propio campo soberanista y por ello propone una explicación “para adultos”, que pasa por esquivar el maniqueísmo, que sitúa toda la culpa en el campo contrario, y por modificar el error garrafal de considerar que España es un Estado fallido, una premisa que condicionó buena parte el azaroso y a menudo improvisado desafío del procés, que Madí da por finiquitado.

¿Por qué pone a Winston Churchill en portada?

Soy un gran admirador y lector de Churchill. Me parece el gran líder democrático del siglo XX. Esta portada, modernizada, es el póster que se colgó en Londres, Deserve Victory [Merecer la victoria], durante el año y pico que resistieron en solitario ante el avance de las tropas nazis por Europa. El concepto me parece necesario contra el infantilismo del que a veces hace gala el catalanismo.

Pero después apenas lo cita ya en el libro. ¿Quizá no se atreve a ir hasta las últimas consecuencias de lo que insinúa?

Igual no le he convencido, pero este no es un tipo de libro de catalanet. Es un libro más anglosajón y churchilliano.

La frase emblemática de Churchill en este periodo es: “Sangre, sudor y lágrimas”. ¿Se puede culminar una independencia sin “sangre, sudor y lágrimas”?

En el libro explico el dilema que hubo después del 1 y el 3 de octubre y el debate sobre cómo continuábamos. Por un lado se plantea la revuelta pacífica: declarar la independencia y defenderla pacíficamente. Por el otro, convertir todo aquel capital político generado en energía política y convocar elecciones con lista única y reforzar la presión política. Pero no se elige ni una ni otra, sino una tercera opción, más improvisada y con menos base.

Siguiendo su lógica de independentismo para adultos: ¿se puede culminar una independencia unilateral sin sangre, sudor y lágrimas? ¿Sí o no?

En los países bálticos se hizo.

Siempre hay algún muerto.

La perfección no existe en ningún sentido.

En los países bálticos, como en otros casos de éxito, la independencia se logra aparejada a un cambio de bloque geopolítico. Pero imagino que usted, como “liberal” y “churchiliano”, no querrá salirse del bloque occidental, y pasarse al ruso o al chino, ¿no?

No hay ningún catalanista o soberanista que haya planteado en ningún momento pasar a un mundo de alianzas chinas o rusas, a pesar de que alguien se lo ha querido inventar. Es absolutamente falso. Lo que queremos los catalanes es la independencia dentro de Europa, con la vocación geoestratégica de ejercer de capital del Mediterráneo. Es básico dejarse de ingenuidades y de infantilismo.

Sin ingenuidades, pues: vamos a imaginar que su admirado Churchill es presidente del Gobierno español durante el 1-O. Con lo que sabemos de él, ¿cómo cree que habría reaccionado?

Sin duda enviando las tropas.

¿Literalmente?

Literalmente. No tengo ninguna duda.

Seguramente soy el soberanista más pro-Madrid que hay

El independentismo en cambio considera que España es especialmente cafre.

Es un error. Soy un liberal y un soberanista, pero de ninguna manera un antiespañol ni anti-Madrid. Seguramente soy el soberanista más pro-Madrid que hay. Los líderes del independentismo no conocían suficientemente lo que era Madrid y España, que tiene una cultura del poder forjada a base de muchos siglos de guerras, violencias, guerras civiles, de un imperio que ya no existe pero se siente… En cualquier caso: una cultura de poder fuerte. La de los catalanes es muy diferente, porque nos ha tocado la parte de la historia de defendernos y no de atacar. Por tanto, la nuestra es una cultura de resistir y resistir es el contrario de ganar. En Catalunya tenemos que desarrollar una cultura del poder mucho más fuerte de la que tenemos.

Se habla de una represión brutal, cuando está a años luz de lo que usted mismo esperaría de su admirado Churchill.

Tampoco pueden obviarse los usos y costumbres de las épocas, por suerte. Miremos incluso 15 o 20 años atrás: la única diferencia entre el GAL-1, contra ETA, y el GAL-2, contra los independentistas, es que ahora no se mata a personas físicamente. Pero el montaje es el mismo en su diseño, en su forma de actuar, en su arquitectura judicial…

¿Todo son montajes?

El primer montaje es contra Pujol. Hablemos claro: su problema es que es un hombre de la Transición con un partido de la Transición. Y el pecado original de la Transición, que permite pasar de una dictadura a una democracia en tiempo récord, reposa en términos políticos en una bolsa enorme de financiación ilegal, que afecta a todos los partidos y a todas las constructoras, los bancos y, por encima de todo, a la monarquía. Visto con ojos de hoy puede parecer horrible, pero ayuda a explicar por qué no hubo un baño de sangre. Esto da un sistema político determinado, que hay que ir corrigiendo. En el caso de Pujol, que es el inicio de este GAL-2, el objetivo nunca ha sido limpiar el sistema, sino utilizar una parte de esto, que era menor que en otros, para romper el procés. Hay una reflexión estratégica detrás: el problema catalán siempre se ha afrontado con la famosa fórmula orteguiana de la conllevancia, y en un momento dado, siguiendo el patrón vasco, dicen que esto tiene que acabar y que hay que romperlos. Y a partir de ahí se actúa.

¿Por qué Pujol, si siempre habían pactado?

En términos de la cultura de poder de Madrid, que conozco bien, se considera que es un tema de Estado y deciden ir a por la cabeza. Pujol es la cabeza del elemento más peligroso de este asunto: si el partido de las clases medias de Catalunya bascula hacia este lado, tienen realmente un problema y quieren atajarlo.

Pero en Catalunya hay actuaciones poco escrupulosas acreditadas, también en la familia Pujol.

Evidentemente, no voy a ir de purista por la vida y sé que se cuecen habas en todas partes. Pero la vocación de la campaña es política. La amnistía se sitúa a partir de 2012, que es donde empiezan estas operaciones, todas con el mismo patrón, y que revelan un problema de calidad democrática enorme, que podemos ver también en el caso de Begoña Gómez: se repite el mismo modus operandi de un poder judicial en convivencia con los medios, que construyen casos.

Sin embargo, varias de estas causas de presunta corrupción en Catalunya resulta que las arrancan los Mossos.

Desgraciadamente, algunos practican los métodos sucios que hemos visto en los casos de Villarejo. Más pronto que tarde se empezará a saber.

El libro es muy duro con Josep Lluís Trapero y su etapa en los Mossos.

No me lo parece… Lo que cuento es que en una crisis nacional, y el procés lo es, todo el mundo hace política y en una democracia esto no tiene por qué ser malo. En el caso de los Mossos, creo que en el libro se explica por primera vez qué sucedió y ello ayuda a entender las posteriores perturbaciones que ha habido en el cuerpo.

¿Incluidas las causas judiciales?

Incluida alguna de las causas judiciales.

¿Qué habría podido hacer un cuerpo de Mossos más catalanista sin poner en riesgo la paz? Se trata de un cuerpo armado…

El pueblo catalán ha demostrado que en ningún momento iba a utilizar la violencia. Lo que acaba pasando el 1-O no era el escenario más probable. El Estado no había detectado la organización creada bajo radar para el referéndum, pero sabía que había 2.300 puntos de votación públicos y lo lógico era elegir 500 y en sus inmediaciones intervenir el material para invalidar la votación. Pero sucedió lo inesperado: toda la cadena de mandos del Estado afirmaba que no iba a votar nadie, pero hacen un gran ridículo y no intervienen nada. Aún no se ha explicado qué pasó ahí; ojalá algún día se sepa. Creo que esta situación precipita un ataque de nervios y ahí se da la orden de las porras, se pierde el control y podían pasar muchas cosas: que los catalanes tuvieran miedo y se retiraran, un escenario violento descontrolado o una resistencia pacífica, que es lo que pasó, sin estar prevista ni controlada. Es la demostración de que nadie en Catalunya quería violencia. En ninguna circunstancia.

¿Mereció la pena el procés, con el balance que arroja? CiU ya no existe, el nacionalismo acaba de cosechar los peores resultados desde 1980…

Esto de que CiU no existe… Convergència es un estado de ánimo y le aseguro que existe. En cualquier caso: el balance es muy simple: todos los sacrificios y todas las penurias merecían la pena si había independencia. ¿Hay independencia? No. Pues eso.

¿Imagina que verá usted algún nuevo envite al Estado?

Esto es una sesión continua. Y el catalanismo va a seguir siendo mayoritario. Ahora vendrá una época de reflexión y catarsis y el catalanismo puede cambiar de carril cuantas veces le convenga mientras siga avanzando. Pero evidentemente esta vía ha llegado al final de su recorrido.

¿Realmente está asumido esto?

Yo me dediqué muchos años a las elecciones y al análisis electoral y aprendí algo básico: todas las elecciones, sin excepción, tienen un mandato electoral, te guste o no. El mandato electoral de las últimas elecciones es el que es: el soberanismo ha perdido la mayoría en el Parlament por primera vez desde 1980 como fruto del último quinquenio cainita. Y del otro lado, el PSC ha aglutinado todas las fuerzas de los que quieren pasar página, pero sin una victoria suficiente. Por tanto, el mandato es: final de recorrido, pero entiéndanse. Equivocarse en el mandato electoral suele llevar a desastres.

¿Le ve cabida en el “mandato electoral” del 12-M la idea de “restitución” de Puigdemont?

Legítimamente, el president Puigdemont ha perseverado en esta idea. No tengo claro que una gran parte de la población de Catalunya lo perciba de forma similar. En cualquier caso, espero que pronto esté aquí y se haga cierto lo que se ha dicho tantas veces: se sacó de la política lo que era un problema político y se ha convertido en un desastre. Volvamos a la política, hagamos política.

¿Se puede volver a la política con los mismos protagonistas? ¿O deberían hacer un paso al lado los políticos vinculados al procés como el que hizo Artur Mas?

Básicamente, de los padres reales del 1-O ya no queda ni uno. No olvide que Puigdemont sale a la pista solo al final de un partido que empieza mucho antes. Y luego viene un quinquenio cainita, que lleva a esta situación. Estamos en una nueva fase, y las nuevas fases exigirán liderazgos nuevos. Esto se tiene que hacer con tranquilidad y con las estrategias bien trazadas.

El mandato electoral del 12-M obliga al PSC y a los soberanistas a entenderse

Las recetas de salida política que usted propone en su libro suenan a pujolismo.

Estamos ahí porque no hemos podido ganar y hay que aterrizarlo en la realidad. Pero discrepo de su observación: esta propuesta tiene muchas más implicaciones en términos de poder real y de estrategia en el Estado que la fase del pujolismo.

¿No es una nueva etapa, más ambiciosa, del mismo esquema pujolista?

Nuestra conjura generacional, hace más de 25 años, nunca fue la independencia, sino situar las cosas en el último peldaño. Siempre me he declarado soberanista, no independentista, que me parece un concepto antiguo. Soy partidario de “cuánto más poder, mejor”. Y aunque respeto mucho el pujolismo, esto ya es otra cosa: la expresión de las clases medias catalanas, que quieren autogobernarse, manejar los resortes del poder y que su finalidad sea la nación catalana y no España. Esto es lo que marca la diferencia.

Con la CUP es brutal en el libro.

Con razones.

¿Cuáles?

De la mayoría sociológica electoral hay una parte de fracción de partidos que corresponde a la CUP, que es la parte más tóxica y corrosiva del soberanismo. Responden a una mayoría social que votaría “sí” en un referéndum pero son de una esfera política incompatible. Yo soy anticomunista y liberal, pero me considero un buen estudioso de la historia de los diferentes comunismos y la CUP es una subespecie degradada de todo esto. Basan su ideología en una teoría revolucionaria de la desestabilización: ya no vamos a tomar el Palacio de Invierno ni hacer la revolución, sino que a través de la desestabilización hacen su arma de revolución. En todos los momentos importantes del procés han actuado bajo esta premisa, lo cual les hace operativamente inútiles.

¿Usted ha leído El eco de los pasos, la autobiografía del anarquista Joan Garcia Oliver?

No.

Es un libro de referencia en algunos sectores de la CUP, que entronca con la CNT, de gran arraigo histórico en Catalunya. Si lo hubiera leído quizá se le habría hecho evidente que su objetivo no era solo la independencia, sino también destruir al partido de la burguesía, y diría que esto último lo consiguieron, no? En el libro les llama ignorantes. ¿Y si los ignorantes eran ustedes al no entender bien esta tradición política?

No quiero que se ofendan, pero ahora están en cuatro diputados, que es el espacio normal en Catalunya de lo que es este tipo de generación del comunismo-litronero. Pero leeré El eco de los pasos.

Escribe que la CUP “estaba infiltrada por los cuatro costados por el CNI” ¿De dónde lo saca?

Es una constatación, además derivada de grabaciones del caso Tándem. Hay una conversación entre el secretario de Estado y Villarejo en la que le explica que le están informando en tiempo real de la asamblea de la CUP. Es un hecho.

¿Teme un golpe de Estado judicial para parar la amnistía?

En España existen muchos Villarejos, grandes y pequeños. Funcionarios que no sirven al Estado, sino que creen poseerlo: en la judicatura, en los cuerpos de seguridad, en la Agencia Tributaria, que es la digna heredera de la Inquisición española… Todos los demócratas deberían ponerse de acuerdo para hacer una ley de abuso de funcionario público porque se pueden destrozar muchas vidas con total impunidad. Hay que afrontarlo.

¿Pero da por hecho la amnistía, como parece que hacen muchos independentistas?

Se tiene que sancionar y publicar en pocos días y ya veremos. Sería gravísimo que se parara, pero la realidad es que uno de los poderes fundamentales del Estado, el judicial, se está manifestando en clara rebelión contra esta decisión democrática.

En España existen muchos Villarejos, grandes y pequeños

Siguiendo su idea de “independentismo para adultos”, quizá también se podría hablar de “capitalismo para adultos”. ¿No le parece ingenuo pretender representar a empresas estratégicas españolas, con fuertes vinculaciones con el Estado, y al mismo tiempo trabajar activamente para la independencia de Catalunya?

Todo el mundo hacía política y el mundo de la empresa también. Lo que pasa es que yo estaba en el lado perdedor, simplemente. Pero hablemos del “capitalismo para adultos”: tenemos una degradación importante de la vida política. Soy muy anglosajón: partidario de una política abierta, de que la gente entre y salga con facilidad. Hemos creado un sistema de casta política, porque el problema no es que el talento profesional que entra y sale, sino que se queden 25 o 30 años… No podemos dificultar tanto la salida de la política. Cuando se habla de puertas giratorias yo siempre digo: ¡puertas obligatorias!

¿Puertas obligatorias?

Si después de prestar un servicio público lo único que se puede hacer es de camarero en un bar, pues habrá que subvencionarle el resto de la vida. Esto es una estupidez y tenemos que optar por la sensatez. Aquí, con tanta incompatibilidad, hemos llevado a la política a un punto en el que es incapaz de captar talento. Otro tema: el de los familiares de los políticos, como el caso de Begoña Gómez. ¿Cómo solucionamos este debate? ¿Hasta qué grado de familiaridad? Es un debate sobre la calidad política y en España lo estamos convirtiendo en una política pobre, a la que solo podrán dedicarse aventureros, ricos o aspirantes al último escalafón funcionarial. Y soy firmemente partidario de la colaboración público-privada, con gente que conozca los dos mundos.

Apliquemos pues criterios anglosajones a la posición que usted tuvo en Endesa: ¿se imagina en el mundo anglosajón una empresa estratégica para el Estado con directivos que buscan la destrucción del Estado?

Creo que no era mi caso.

Usted era delegado en Catalunya de Endesa, una empresa estratégica para España, y al mismo tiempo, como explica en el libro, recibía a gente de la CUP en Endesa con su fiambrera de gazpacho.

No lo diga así. En mi caso, como presidente del Consejo Territorial de Endesa en Catalunya, yo tenía la obligación de llevar las relaciones institucionales. Y este caso concreto de la CUP es en realidad al revés: retrasé varias veces la reunión porque temía que quisieran utilizarla para ocupar la sede con el colectivo de la pobreza energética. Las grandes compañías, contrariamente a lo que sostienen las teorías conspiranoicas, cuando llegan las elecciones rehúyen tanto como pueden tener connotaciones políticas porque las empresas no votan. Votan las personas y cada una es de su padre y de su madre.

¿Y cómo encajan los criterios anglosajones en Nubul, la consultoría que creó tras dejar a Mas en la presidencia de la Generalitat? Como queda claro en el libro, usted mantuvo una relación extraordinaria con el presidente Mas y muchos de sus clientes aspiraban a participar en licitaciones públicas de la Generalitat. Su activo principal era el acceso a Mas.

Pues parece que su criterio es muy empobrecedor para mí. Yo tengo un espectro bastante más amplio. Mi último cargo público fue en 2003, mi última incompatibilidad en 2005 y mi última militancia de partido en 2010. Y no he tenido ni un solo ingreso de una empresa pública en todos estos años en un país en que esto parece casi imposible.

¿No debería publicitarse cuando una empresa privada contrata a un consultor que es la puerta de entrada al presidente?

Seguramente usted no entiende mi filosofía en los muchos negocios que he hecho. No hay nada más democrático en un país que cómo se defienden los intereses privados. Tenemos administraciones absolutamente ineficaces y autistas, que toman decisiones catastróficas y que viven al margen del mundo de la empresa. Este modelo público-privado que tenemos en España no me gusta. El Estado tiene que hacer lo que le toca y nada más. Generar funcionarios no es generar riqueza.

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