Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.
Jim Morrison en París y la guerra de cementerios
Hay varias versiones de esta historia. Lo que sí que parece claro es que a Jim Morrison le gustaba pasearse detrás de la catedral de Notre-Dame, cerca de la orilla por donde fluye el agua del Sena, para visitar la mítica librería Shakespeare and Company. Caminando desde su apartamento, en la Rue Beautreillis, se plantaba en aquel rincón en poco más de veinte minutos. Una librería que también servía de punto de reunión de muchos escritores expatriados que vivieron en un momento u otro en la capital francesa, como William Burroughs, Julio Cortázar o Henry Miller.
Igual Morrison hojeaba los libros borracho, sin acabarlos de ver del todo, sumido en un pozo interno en una época en que el monstruo del alcoholismo le engullía demasiado a menudo y algunas otras drogas también. Él, que había sido un sex simbol estadounidense, el alma de The Doors, ahora estaba desmejorado y los problemas en los pulmones le hacían cansarse más de lo normal para alguien de 27 años. Por eso, se había tomado su estancia en París como una manera de huir del estrellato, que últimamente se le había hecho irrespirable por diferentes motivos.
Morrison compartía apartamento con su novia, Pamela Courson, una amante de la heroína que, según dicen algunos, le había inducido a él también a ese tipo de colocones. Fue en ese piso donde encontraron su cuerpo ya sin vida, supuestamente después de una sobredosis, el 3 de julio de 1971. Pero es en esta parte de la historia donde no se acaban de poner de acuerdo los expertos. Varios testimonios –el fotógrafo de guerra Patrick Chauvel y el periodista francés de The New York Times, Sam Bernett- apuntan a que en realidad murió en el baño del Rock ‘n’ Roll Circus, una discoteca que atraía a otras estrellas del momento como los Rolling Stones, Jimi Hendrix o Led Zeppelin. Estaba –ya no- en el número 57 de la Rue de Seine.
Dicen que el encargado del local tuvo que llamar a uno de sus hombres de seguridad para que tirara la puerta del baño abajo. Morrison llevaba allí un buen rato encerrado, metiéndose la mierda que le acababan de pasar un par de camellos. Cuando los responsables del Circus lo descubrieron, intentaron lavarse las manos y se dice que lo montaron en un taxi –no se sabe si ya del todo muerto- para dejarlo en su casa, como si en la discoteca no hubiera pasado nada.
Otra versión describe esa noche de otra manera. Morrison habría pasado sus últimas horas de vida en casa, con su novia, drogándose y escuchando música y habría acabado encontrándose mal y yendo a tomar un baño, donde habría expirado rodeado de agua caliente.
Sea como sea, su cuerpo está enterrado en París -aunque él era de Melbourne, Florida- porque se dice que unos días antes de morir estuvo paseando con un amigo por Père-Lachaise –el campo santo más grande de la capital- y le confesó que le gustaría que le enterraran allí. Ahora, su tumba es la más visitada de todo el cementerio, más que la de Oscar Wilde, más que la de Edith Piaf, más que la de Guillaume Apollinaire o Frédéric Chopin y más que la de cualquier otro de las decenas de personajes históricos que allí descansan.
De hecho, en París hay una guerra tácita entre cementerios, está plagada de ellos: cuenta con un total de 20 y a nivel de dimensiones, al de Père-Lachaise le siguen el de Montparnasse y el de Montmatre.
La necrópolis donde descansan los restos de Jim Morrison abrió sus puertas en 1804, pero no gustó a los parisinos, porque en aquel entonces quedaba fuera de la ciudad y estaba, además, en una zona bastante humilde. Como un acto de marketing, se dice que trasladaron allí los restos de La Fontaine y Molière para cambiar la percepción del lugar y conseguir que más gente ilustre decidiera ser enterrada allí. Parece que funcionó, porque con el tiempo, esta mezcla de necrópolis y parque inglés, se fue ampliando y ahora es el que cuenta con más tumbas en todo París.
Pero no es el único donde yacen personajes famosos, ese es un reclamo que se disputa con el cementerio de Montparnasse y el de Montmatre. Es difícil escoger visitar sólo uno de ellos si se es un amante de la literatura, de la música o del teatro, porque los mayores referentes tienen sus sepulturas repartidas por los tres.
Vueling vuela de Barcelona a París.
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