'Dones en Xarxa' promueve los derechos de las mujeres y apuesta por su empoderamiento usando las TIC. Cree en el potencial de internet para alcanzar la igualdad efectiva.
Can Vies, también en femenino
A medida que pasan los días resulta más obvio que el movimiento social articulado en apoyo a Can Vies expresa, al tiempo que un profundo malestar de una parte de la ciudadanía, un deseo intenso de construir un mundo nuevo, ese que parece tan difícil en la Europa de la troika. No me estoy refiriendo, claro está, a los actos de violencia, siempre condenables, sino a los cientos de personas que, pacíficamente, nos dicen cosas tan hermosas como “Construim alternatives” o “No podreu desallotjar els nostres somnis” o bien “Can Vies és i serà un espai de llibertat”.
Esos mensajes escritos en pancartas, fácilmente trasladables a la extensión que twitter permite, han sido difundidos ampliamente y recabado mucha simpatía o tal vez mejor debería decir, empatía, precisamente porque muchas otras personas no ligadas a Can Vies ni habitantes del barrio de Sants han visto reflejados en ellos sus anhelos de un nuevo modo de entender la ciudad y la convivencia.
Porque de eso se trata, sin duda, del modelo social que estamos construyendo en el presente y con vistas al futuro. Ahora que tanto se habla en Cataluña del porvenir y se dibujan nuevos escenarios territoriales, se echa de menos la misma intensidad en el diseño del modelo social y de convivencia. Can Vies pone el acento precisamente en ese aspecto y nos interpela directamente. Sus mensajes nos hablan de autogestión, libertad, comunidad, cultura, cooperación… todo un manifiesto cívico-político justo después de las elecciones europeas del pasado domingo 25 de mayo.
De pronto, salta a mis ojos una pancarta que encabeza una de las manifestaciones que se han desarrollado estos días. Reza así: “Si sola no pots, juntes ho podem tot”. Me impacta esa declaración, así, en femenino, porque muestra precisamente el empoderamiento colectivo que tantas veces hemos proclamado desde el feminismo. Repaso entonces otras pancartas y veo que están escritas en femenino “Estamos indignadas” o “Estamos dispuestas a ponerlo difícil”, no sólo porque sean mujeres quienes les dan voz sino por la voluntad expresa del colectivo de visualizar lo que suele ser invisible: el sexo femenino (no hay que olvidar que el semanario Directa, uno de los medios que desde el principio ha estado intensamente implicado en la cobertura de los hechos de Sants, escribe siempre en femenino, como posicionamiento ideológico y, que yo sepa, es el único que proclama así su feminismo).
Esta opción por el feminismo de la juventud en el entorno de Can Vies me obliga a pensar, en contraposición, en la campaña que triunfa estos días en el mundo occidental “Ban Bossy”. La cantante Beyoncé, la directora operativa de Facebook Sheryl Sandberg y la antigua secretaria de estado norteamericana Condolezza Rice, entre otras, han impulsado una campaña que pretende empoderar a las chicas denunciando que a ellas se las acusa de “mandonas” mientras que a ellos se les considera “enérgicos, activos, resolutivos, líderes”. “I’m not bossy, I’m the boss” (No soy mandona, soy la jefa) es el eslógan que da vida a la campaña mediática. Una campaña que me parece correcta y acertada, puesto que es cierto que en las mujeres se desincentiva la orientación al liderazgo mientras se aplaude en los varones.
Sin embargo, volvamos al modelo que esconden las proclamas. En el fondo, la campaña de las feministas norteamericanas responde a un tipo de liderazgo clásico, tradicional, aquel en que alguien “manda” y otros obedecen, sea un hombre o una mujer. Apuesta, en consecuencia, porque las mujeres sean iguales que los hombres en la dirección de las organizaciones pero no cuestiona el modelo jerárquico que define la mayoría de nuestras estructuras. En cambio “Si sola no puedes, juntas lo podemos todo” está apelando al empoderamiento colectivo de las mujeres, a la fuerza de las personas cuando se unen en lugar de dividirse, a la cooperación, a la tolerancia, a la convivencia. Este es hoy nuestro reto: saber a qué modelo servimos.
Artículo publicado en Donesenxarxa
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