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La ola de calor y un almacenaje irregular de estiércol provocan el mayor incendio reciente en Catalunya

Imagen de Bombers de la Generalitat del incendio en la Ribera d'Ebre

Pau Rodríguez

A principios de junio los bomberos avisaron: si no llueve, podríamos estar ante la peor campaña de incendios de los últimos años en Catalunya. Y antes de llegar a julio los pronósticos se han cumplido. Una ola de calor extremo, sumada al almacenamiento irregular de un montón de estiércol en una granja, ha provocado uno de los fuegos más devastadores de los últimos 20 años en el territorio catalán, con su epicentro en la comarca de la Ribera d'Ebre.

Más de 24 horas después que se declarase el incendio, las llamas han calcinado más de 5.000 hectáreas de terreno forestal y agrícola. Hasta 350 efectivos de los Bomberos trabajan para contener un fuego que está lejos todavía de la extinción debido a la dificultad que plantean la orografía –muy escarpada–, la baja humedad y el viento que sopla del sureste, aunque este jueves ya se había moderado.

Estas condiciones han creado la situación idónea para la propagación de un incendio que tiene un potencial de afectación de 20.000 hectáreas, lo que supondría una destrucción solo comparable en Catalunya a los incendios del verano 1994 en las comarcas del Bages y el Berguedà. Con todo, por ahora sigue lejos de las 12.000 hectáreas quemadas en el Alt Empordà en 2012.

Los Bomberos de la Generalitat reconocen que la ola de calor, que en esta zona ha elevado las temperaturas hasta rozar los 40 grados, ha resultado un factor clave para el fuego. Las “condiciones meteorológicas extraordinarias”, según el cuerpo de Agentes Rurales, han sido una condición necesaria para que entrara en combustión un estercolero de excrementos de gallina en el municipio de la Torre de l'Espanyol.

Y a ello hay que sumar la gestión irregular del estercolero. Según la investigación inicial del Cuerpo de Agentes Rurales, el incendio se inicia por la ignición espontánea de la gallinaza, cuyo almacenamiento cumpliría de entrada la normativa pero podría haber estado sometido a una gestión deficiente. “Todo apunta a que el titular hizo una gestión incorrecta de las deyecciones ganaderas”, apuntan los agentes, en una valoración que tendrá que acreditar finalmente la justicia, puesto que han llevado el caso a los juzgados para que determinen si hubo negligencia.

Mucho más claro ha sido el director de los Agentes Rurales, Marc Costa, en una entrevista en Rac1 en la que ha asegurado que “el estiércol no estaba bien almacenado” porque llevaba demasiados días, lo que permitió su fermentación y posterior combustión, entrando en contacto con el gas metano que el propio proceso genera. “No es la primera vez que pasa”, se lamentaba Costa.

El fuego se ha encontrado además con un terreno abonado por la falta de lluvias en los últimos meses. “Es una zona muy vulnerable a los incendios, como pasa en buena parte del territorio mediterráneo, con una masa estructuralmente muy seca a la que se añaden los demás condicionantes”, sostiene Joan Pino, director del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).

“Muchos bosques, en Catalunya y en concreto en esta zona, ocupan antiguos cultivos, son zonas abandonadas durante los años 50 o 60 por poca productividad y en los que se ha recuperado la masa forestal”, expone Pino. Esto no es necesariamente negativo, precisa, pero puede complicar la prevención de los incendios porque están menos aprovechados. “Antes se explotaban más, se pastaba más y esto hacía que hubiese menos combustible”, sostiene el responsable de CREAF.

Y no es solo una cuestión de prevención, sino de evitar la propagación del fuego una vez declarado. Oriol Vilalta, de la Fundación Pau Costa de Ecología del Fuego, añade que es mucho más fácil que el fuego se expanda cuando el terreno es continuo, como sucede en la zona con los bosques sobre todo de matorrales, y no cuando hay lo que se llama “mosaico”, que es la alternanza entre cultivos y bosque.

Para combatir el fuego, la Generalitat ha desplazado a la zona 90 dotaciones de Bomberos y 11 dotaciones aéreas, a las que hay que sumar aviones del Ministerio de Agricultura y de Castilla la Mancha. También están trabajando sobre el terreno Mossos d'Esquadra, Servicios de Emergencias Médicas y unos 120 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias.

Además de las hectáreas quemadas, se han tenido que evacuar hasta 45 personas en las localidades de Flix y la Palma d'Ebre, en albergues e instalaciones habilitadas por sus respectivos ayuntamientos. Sobre las 15:30horas, desde Protección Civil han lanzado una orden de confinamiento en dos localidades. En Bovera, destinada a todos sus habitantes. Y en Maials, para la gente mayor, embarazadas, niños y personas con problemas respiratorios.

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