Cuatro años de iaioflautas: memoria, acompañamiento y acción directa
No ha sido una moda pasajera. La irrupción de los iaioflautas ya suma 4 años de apoyo a múltiples luchas ciudadanas en favor de los derechos sociales. Un acompañamiento que han hecho de la mano de otras organizaciones o colectivos vulnerables y que hoy les convierte en uno de los actores más combativos y emblemáticos. “Mis batallitas han dejado de ser un dolor de cabeza para mi nieto; y hoy la memoria de muchos ancianos es la esperanza de una generación que ve cómo se está deteriorando el país”, nos explica Maite, de 70 años, infatigable luchadora por el empoderamiento femenino.
Este lunes 19 de octubre, en el Harlem Jazz Club, en el corazón del Raval barcelonés, ha homenajeado la trayectoria de esta división sénior de los indignados. Y lo ha hecho con el ritmo caribeño del grupo de música cubana Son de la Rambla y con el reconocimiento de una amplia representación del Ayuntamiento de Barcelona. El teniente de Alcalde de Derechos de Ciudadanía, Participación y Transparencia, Jaume Asens; y la concejala de Participación y Territorio, Gala Pin, han asistido al acto y han coincidido en señalar “la aportación de los iaioflautas en la lucha por la igualdad en Barcelona y el conjunto del Estado”.
“Si uno es de izquierdas y progresista, puede que tenga el cuerpo un poco oxidado, pero no la mente”, dice Felipe, otro miembro de los iaioflautas, que aparece en el vídeo Iaioflautes, passat i futur, grabado expresamente para el cuarto aniversario y que recoge algunas de las principales acciones. “Bueno, nosotros hablamos de travesuras, más que de acciones”, matiza. Y es que desde octubre de 2011, las travesuras de este colectivo han ocupado sedes de bancos –en protesta por los desahucios–, administraciones como la de la Seguridad Social –en contra de los recortes de Madrid y la Generalitat–, o transportes públicos –en defensa de una tarificación más equitativa–.
“No somos una organización que haga filosofía, preferimos que nuestras acciones hablen de nuestras ideas”, recalca Maite, que introduce un nuevo elemento: la edad. “A mí me gustaría ceder mi bastón a otro compañero, pero la gente tiene miedo”. Es la conclusión que extrae esta activista, una de las encargadas de hacer charlas en casales de ancianos o ateneos. “A menudo me dicen que calle y que les deje terminar la partida de domino. Yo les digo que tal vez la podrán terminar hoy, pero que mañana ya no. Necesitamos las enseñanzas de todos para poder hacer frente a lo que nos viene encima!”.
La experiencia de los abuelos como mediadores de conflictos
La experiencia de los abuelos como mediadores de conflictosLa edad, y sobre todo, la experiencia hace que una de las principales aportaciones de los iaioflautas haya sido la capacidad de mediar entre colectivos movilizados y la policía. “Por nuestra edad nos toman un poco más en serio y no nos pueden agredir tan alegremente”, explican en el vídeo. “A más de un agente, le he dicho, mira hijo, quítate la capucha, mírame a los ojos y escúchame!”, relata Maite. Un comentario que completa con sabiduría Felipe: “Cuando eres una persona mayor, tienes más miedo a ponerte enfermo que a la policía”.
A pesar de este espíritu conciliador, en más de una ocasión se han respirado momentos de tensión. Personas mayores tumbadas en el suelo, ataques de ansiedad o abuelas víctimas del golpes han sido imágenes que han golpeado a la opinión pública. “Hace unos meses, en una acción contra el Mobile Congres, me dieron una bofetada”, confiesa Maite. Protestas como la que llevó el colectivo en el Palau de la Generalitat para celebrar su primer aniversario o en la Bolsa de Barcelona, con el lema “La Bolsa o la Vida”, son recordadas por la excesiva dureza policial.
El vivero social del 15-M
El vivero social del 15-MEl embrión del colectivo bebe del 15-M. “La política institucional no puede cambiar la realidad. Yo he visto cambiar las cosas con movimientos como el de los indignados, o la PAH”, explica Rosario, que cita el caso reciente de Esther Quintana: “Se ha hecho justicia por la movilización de la gente. Antes, esta activista solía reunirse con otros compañeros para hablar de macro política, antes de que el 15-M fuera el pretexto perfecto para implicarse en acciones concretas del día a día. ”Hasta hace cuatro días ocupar un espacio era algo mal visto, ahora es un forma más de luchar“, cree.
Para Maite la lucha continúa. Y siempre sin caer en partidismos. “Estamos junto a las protestas ciudadanas y junto a todo lo que significó el movimiento de los indignados, sin caer en proclamas en favor de un partido u otro”. Para esta abuela, que se confiesa nacida “roja”, su responsabilidad es, como la de sus compañeros, trabajar para dejar un mundo más justo. “Y si quieren descalificar la valentía de nuestros nietos llamándolos perroflautas, seguirán teniendo ante sus narices a los iaioflautas durante mucho tiempo”.
La huella de los iaioflautas -yayoflautas fuera de Catalunya- trasciende la ciudad de Barcelona, donde brotó el movimiento. Pronto se extendió, a imagen y semejanza del 15-M, gracias a su tirón mediático y a su buena relación -pese a lo que pudiera parecer por la edad- con las redes sociales. Florecieron espontáneamente asambleas en Sevilla, Madrid, Valencia, Castellón, Palma, Córdoba, Murcia. Todas ellas siguen en la brecha y son autónomas, pese a compartir el denominador común de la indignación y la desobediencia. De hecho, el movimiento ha desbordado también las costuras españolas y han surgido grupos de abuelos rebeldes en ciudades de la importancia de Berlín, Colonia o Múnich.