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Lecciones de economía y política con Varoufakis

Jordi Mir Garcia / Paula Veciana

“La verdad es que nuestras sociedades no son solamente injustas, sino también tremendamente ineficaces por como malgastan nuestras posibilidades de crear riqueza real. La verdad, finalmente, de los que se enfrentan a esta verdad, y lo dicen, es que son castigados despiadadamente por una sociedad que no soporta encararse a si misma, en el espejo de la lógica, la razón y el pensamiento crítico”. Con esta claridad se expresa Iannis Varoufakis, y no lo hace hablando de su experiencia como negociador del gobierno griego. Lo hacía, ya antes, escribiendo un libro pensando en su hija adolescente (Economía sin corbata. Editorial Destino). Es un Varoufakis que podemos imaginar tan preocupado por convencer como en las reuniones del Eurogrupo. La economía, o el pensamiento económico, que nos transmite es radical, porque va a la raíz de algunos problemas que considera fundamentales.

Estamos ante una economía que se ha convertido teología con ecuaciones: “la mayoría aplastante de mis compañeros de trabajo, de los economistas, eligen fingir que son científicos, y así se acaban pareciendo a los astrólogos o a los teólogos que sacan a relucir pruebas matemáticas sobre la existencia de Dios, en definitiva, a un clero que fomenta la ignorancia y el prejuicio de las personas que viven en un clima de ansiedad por la supervivencia y de miedo sobre el porvenir”. La crítica a una economía académica, institucional, desconectada de lo que vive el conjunto de la sociedad no es nueva. En 2014 vimos aparecer una nueva movilización que lo planteaba y proponía alternativas pensando en que está pasando en las facultades de economía. Seguramente Varoufakis querría que si su hija va a la universidad, estudiara o no economía, se vinculara a la gente de PostCrash.

El exministro de economía griego ha escrito un libro donde explica conceptos básicos de la economía tradicional, pero de una forma radicalmente diferente. No critica la teoría económica, ni presenta otras formas de economía (economía del bien común, economía social...). Explica el funcionamiento de la economía capitalista, pero con razonamientos distintos de los que se dan en una facultad de economía. Por ejemplo, en un manual de economía el mecanismo de creación de dinero bancario se explica como un movimiento del dinero que unos dejan depositados y otros cogen en préstamo. Los ahorros de unos se convierten en inversiones para otros y así se activa la economía. Varoufakis expone que es dinero traído del futuro. Todos los ahorros presentes en la economía no son suficientes para el mercado. Nombra a los banqueros los “intermediarios diacrónicos”. El razonamiento de Varoufakis hace mucho más sencillo entender la especulación y cómo se producen las crisis bancarias. En economía la variable tiempo sólo aparece en los cursos más avanzados, ya que el desarrollo matemático se complica con esta nueva variable.

El libro no es una reflexión sobre la crisis ni sobre la situación de Grecia, pero hace referencia a las crisis económicas en diferentes momentos del libro. Especialmente interesante resulta la interpretación sobre el sobreendeudamiento. Varoufakis presenta las crisis sistémicas del capitalismo y defiende que cuando se deviene una, hay que condonar las deudas anteriores. No por una cuestión ética o política, sino práctica. Pero en estos casos, “los banqueros no aceptan fácilmente esta dura realidad. Mueven todos los hilos, remueven cielo y tierra para influir en los políticos para que no se perdonen (condonen) las deudas de los ciudadanos, de las empresas y del Estado hacia ellos. Y ello a pesar de que fueron ellos los responsables de la extracción irracional de valor del futuro para contratar préstamos, es decir, para que se trasladaran al presente valores que el presente en algún momento sería incapaz de devolver el futuro.

Los manuales de economía acaban encontrando su limitación en las matemáticas. Al querer basar todos los conceptos en su equivalente matemático, acaban topando con los conocimientos de los estudiantes, que en los primeros cursos aún son limitados. Varoufakis no acepta esta limitación. Mientras él abrazó durante años la elegancia, así lo dicen, de las demostraciones matemáticas, aquí logra explicar razonamientos complicados con explicaciones sencillas, especialmente utilizando comparaciones y metáforas del cine y de la literatura. Varoufakis bebe claramente de Marx (aunque no lo cite nunca) en el uso de conceptos y en explicaciones que son desconocidas para un estudiante de economía de una facultad catalana. Por ejemplo, hace referencia durante todo el libro al valor de cambio o su forma de interpretar el nacimiento de las sociedades de mercado y de la fuerza de trabajo. Quizás después de leer “Economía sin corbata”, a la hija de Varoufakis, o a quien quiera, le puede interesar recuperar el texto de una conferencia anterior.

Varoufakis concluye con un reconocimiento de que los últimos hechos vividos en Grecia, el referéndum ganado por el No, la división a Syriza, su voto en contra del acuerdo con la UE, que gana dramatismo: “El hecho de que nuestras democracias sean imperfectas o corruptas, a veces hasta un nivel repulsivo, y que permitan que se cometan crímenes a costa de las personas débiles y de nuestro frágil entorno, no refuta el hecho de que la democracia sigue siendo nuestra única oportunidad para que no nos convertimos en estúpidos virus sobre el planeta Tierra”. Este es un libro esencialmente de economía, pero de una economía que sabe que hay que hacer en democracia. En una democracia que quizá no tenemos. Pero esto no debe hacernos desfallecer, está en juego la vida con dignidad en el planeta (como lo ha sido siempre). Un planeta que es una nave de la que todos los seres de la tierra somos pasajeros, aunque como dice Varoufakis los ricos parezcan no ser conscientes.

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