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Manuel Valls: “El debate entre una España roja y una negra, o entre golpistas y fascistas, no corresponde a la realidad”

Manuel Valls, frente a un mapa de Barcelona en el despacho de su sede de campaña

Neus Tomàs / Pau Rodríguez

Manuel Valls (Barcelona, 1962) recuerda que procede de una familia catalanista que como tantas otras conoció la represión del franquismo. Pero reclama que la historia no sea utilizada para dividir y critica que estos días se debata sobre dos Españas. No le gusta tampoco que se hable de las tres derechas y marca distancias con Vox, muchas más que Ciudadanos, el partido que le pagará la mayor parte de su campaña. 

El exprimer ministro francés, a quien sus adversarios reprochan que está aquí porque en Francia no tiene partido que lo quiera, defiende que es un candidato independiente que aspira a gobernar Barcelona para que no caiga en manos ni del “populismo de izquierdas” de Ada Colau ni del independentismo.

A Valls no le molesta que le consideren el candidato de las élites (parece haberse acostumbrado a que se lo digan), recuerda que procede de la socialdemocracia y si logra ser alcalde quiere que en la capital catalana haya más grúas y menos debates ideológicos. Esta entrevista se realizó antes de que un incendio consumiese la catedral de Notre-Dame, en París.

Su intención era liderar un proyecto amplio pero la mitad de los diez primeros integrantes de su lista son de Ciudadanos.

¿Y qué pensaba que tenía que ser?

Por lo que se había anunciado, pensábamos que sería un proyecto más amplio y parece que acabará siendo una lista de Ciudadanos.

Es la única lista, la única, que representa una posibilidad de cambio, la única alternativa progresista constitucionalista y europeísta, la única que tiene ese propósito transversal. El primero de la lista soy yo, que soy independiente y vengo de la socialdemocracia, del social liberalismo, del progresismo. El tercero de la lista es Celestino Corbacho, exalcalde de L’Hospitalet y ministro de Zapatero. Hay representantes del catalanismo moderado y constitucionalista, hay independientes y por supuesto hay concejales y consejeros de Ciudadanos, que es el socio importante que me da apoyo en esa campaña. Eso es la transversalidad. Me hubiera gustado que otros partidos, el PSC u otros, me apoyasen, pero esa es la realidad.

¿Su proyecto es socialdemócrata?

Mi partido es Barcelona. Soy soy el único que salgo de la lógica de los partidos y en eso Ciudadanos ha hecho un gesto muy generoso al no liderar esa lista y darme apoyo. Lo más importante es el proyecto de ciudad. El debate entre Ada Colau y yo, o con otro candidato, es qué Barcelona queremos en el conjunto español y europeo. Yo quiero una Barcelona catalana, española y europea frente al separatismo. Ese es el gran debate.

Los temas de izquierda derecha son importantes, pero en mi equipo tengo gente que viene del centroizquierda, del centroderecha y del catalanismo moderado. Es una lista progresista, europeísta y constitucionalista. No quiero entrar en la lógica de partidos, demasiado presente ya en la campaña de las municipales de Barcelona.

Está en contra de la gestión del Colau y del independentismo. Ese también es el mensaje del PSC. ¿Por qué un votante que esté en contra de Colau y contra el independentismo debería votarle a usted y no al PSC?

Por la claridad, el liderazgo y el cambio. Yo puedo presentar con mi experiencia un liderazgo. Barcelona necesita liderazgo no sólo frente al separatismo, también porque esa ciudad se ha degradado y tiene unos retos económicos, retos en el ámbito del transporte público, la movilidad o para luchar contra el cambio climático. Porque necesitamos a Europa. Necesitamos un liderazgo, ampliar la mayoría y esa lista transversal se parece más a lo que es la diversidad de Barcelona.

¿Entonces considera que el candidato socialista, Jaume Collboni, no es claro?

Yo al PSC le pido claridad. Ellos hablan de un pacto de izquierdas. ¿Qué quieren decir? ¿Con la CUP? No creo. ¿Con Ada Colau? Gobernaron juntos 18 meses. ¿Con Esquerra Republicana, que es un partido separatista y con un candidato, Ernest Maragall, que ha explicado que si gana quiere que Barcelona sea la palanca del separatismo y cuyas prioridades son, entre comillas, los políticos presos o los presos políticos o los exiliados? Pues eso no es posible.

Viendo las encuestas es difícil que nadie obtenga una mayoría absoluta. ¿Si llega a alcalde, cuál sería su fórmula preferida para gobernar la ciudad?

Siempre lo he dicho: con los constitucionalistas, con el PSC y hasta con el PP si entra en el consistorio. Porque la otra alternativa es la alianza de Ernest Maragall, del separatismo, con Ada Colau. El candidato de Colau a las generales es Jaume Asens, que es soberanista y separatista. Si gana esa alianza del separatismo con el populismo de izquierda, Barcelona se hundirá económicamente y las consecuencias políticas lo serán para España, no solamente de Barcelona. Tendremos un problema político, en el sentido histórico de la palabra, muy grave. Las elecciones municipales de Barcelona son más importantes que las generales en España porque si ganan los separatistas con un acuerdo con Ada Colau tendría unas consecuencias políticas tremendas.

En el calendario hay antes otra cita electoral, las generales del 28 de abril. ¿Cuál es su propuesta preferida para gobernar España?

Eso lo dirán los españoles.

Pero usted tendrá opinión.

Frente a los grandes retos que tiene España, que son la crisis de la Unión Europea, la inmigración, porque África va a doblar su población dentro de 20 o 30 años, las tensiones en Libia y Argelia... estamos ante un reto no sólo para España sino para Europa. También las reformas económicas y sociales. Y por supuesto, el reto territorial, el reto catalán. Yo apuesto y espero un pacto entre los partidos constitucionalistas.

¿Pero usted cree que Pedro Sánchez y Pablo Casado con la campaña que están haciendo pueden llegar a un acuerdo?

Mire, yo tengo mi experiencia. No comento la vida política española. Soy candidato en Barcelona. Tengo valores, convicciones y apuesto por esa vía. Las otras soluciones me parecen peligrosas para España. ¿Cuáles son? ¿Dejar el país en las manos de los separatistas? ¿Dejarlo en las manos de Podemos con la radicalización del discurso de Pablo Iglesias y con su visión de lo que es el soberanismo? ¿Dejarlo en las manos de Vox, del nacional populismo de derechas? Yo lo que puedo pedir solo es altura de miras, sentido de Estado, pensar en el interés general. Por eso escribí la carta a los líderes constitucionalistas.

Apela a menudo a la responsabilidad de los partidos y sus dirigentes. ¿Considera que Casado es responsable cuando acusa a Sánchez de tener las manos manchadas de sangre?

Todas esas palabras son inútiles en el debate. Me preocupa el debate político en España y, por supuesto, también en otros países. A lo mejor es por la época, el sistema mediático y las redes. No lo digo por acusar a los medios de comunicación, pero es así. Que el debate sea entre una España negra y una España roja, la España de los golpistas o traidores y la España de los fascistas, no corresponde a la realidad. Hay que plantearse retos que interesan a los españoles como el futuro de las pensiones o los sueldos.

No se está debatiendo sobre eso en esta campaña. Hemos escuchado hace poco a Rivera acusar a Sánchez de estar entregando España a Torra y a Bildu. Parece que es una carrera para ver quién pronuncia la frase más crispada.

También se habla de las tres derechas, de la España de antes, de franquismo y todo eso, me parece exagerado y absurdo. Puedo entender las estrategias de campaña y que siempre tienes que movilizar a los tuyos. Es una campaña sorprendente y muy corta. Durante meses no se ha entendido la estrategia del Gobierno socialista respecto a los separatistas. Que Pedro Sánchez venga a Barcelona y no tenga ni un momento para entrevistarse con Inés Arrimadas, la líder del primer partido en Catalunya, me parece un error.

Hablemos de política municipal. Defiende que hay que contar con el sector privado para ampliar el parque de vivienda pública de la ciudad, pero está en contra del 30% de reserva de pisos protegidos en la nuevas promociones aprobado por el Ayuntamiento. ¿Cómo hay que implicar al sector privado?

Esto [la medida del 30%] no funcionará. El sector público representa menos del 2% en Barcelona, cuando en París es del 20% y en Evry, donde era alcalde, del 47%. No tenemos las mismas proporciones. Lo que necesitamos es más vivienda, de alquiler asequible y protegida, y por eso tenemos que construir más. Necesitamos un pacto con el privado. Hay 82 solares en Barcelona de propiedad pública, se puede pactar diferentes usos. Lo que yo propongo en dos legislaturas son 10.000 viviendas, de las que un 70% serían alquiler asequible.

¿Pero cómo va a convencer a las promotoras privadas de que destinen vivienda a usos protegidos?

El Ayuntamiento tiene esos solares y la capacidad de negociar con el sector privado un tipo de construcción. Aquí te permitimos construir vivienda en el mercado libre; aquí vivienda pero con alquiler asequible... Si impones a toda nueva construcción ese 30% el alquiler los precios van a subir en el 70% restante. Y, además, eso paraliza la inversión, porque el que tenía un proyecto va a hacer otro uso de esa propiedad. El pacto entre lo público y lo privado lo lidera la Administración.

Creo que si queremos construir más y mejor hemos de plantearnos que la densidad en Barcelona es poca comparada a otras ciudades. Podemos construir más y más alto. Cuando construyes más puede bajar el precio del alquiler. Es eso lo que necesitamos, no medidas administrativas. 

En Francia se acaba de aprobar una medida que consiste en probar una regulación del precio de los alquileres. ¿Qué le parece?

Es una medida que es opcional para las ciudades, pero funciona donde hay un modelo de vivienda pública protegida muy potente. Esto aquí no existe. Y no impide, por ejemplo, que París sea una de las tres ciudades más caras del mundo.

¿Le parecería una buena medida para Barcelona?

Dentro de un pacto, sí. Lo que necesitamos en Barcelona es construir más y con un mayor nivel de alquiler a poder ser asequible. En cuatro años el alquiler ha subido de un 20 a 40% y la gente se va. Aquí tenemos un problema.

Que se construya más, incrementar la oferta, no es sinónimo de que vaya a frenar el aumento de precios. No ocurrió así en las décadas de 1990 y 2000.

Lo sé y lo reconocía yo mismo. Pero si no construyes más, si no hay oferta, así sí que suben los precios. Además, a veces se produce una contradicción: si el precio del metro cuadrado baja mucho tampoco es una buena señal para una ciudad como Barcelona, que podría perder atracción. Son problemas complicados que necesitan pactar y no medidas de propósito ideológico. Aquí se prometieron hace cuatro años 8.000 viviendas y se van a librar sólo 700 llaves. Hay gente que cree que los políticos nos están mintiendo. Esta ciudad necesita grúas y no debates y visiones ideológicas.

Una de sus primeras medidas estrella fue prometer la convocatoria de 1.500 plazas de agentes de la Guardia Urbana en cuatro años. ¿Cómo lo hará, con la actual tasa de reposición?

Aquí entra la negociación con el Estado. Creo que es posible.

Si depende de una negociación con el Estado no sabe si podrá cumplir esta promesa si alcanza la alcaldía, ¿no?

Pero es que lo haré. Aquí el problema es de liderazgo. Esta no es una medida estrella, es que la seguridad es la primera preocupación de los barceloneses. No es un invento de Manuel Valls, lo dice el barómetro municipal. Hay 200.000 delitos en Barcelona 500 cada día, ha vuelto a entrar otra vez la cocaína, la heroína, el crack, el cannabis...

En esta ciudad hay prostitución, hay mafias. Es un problema muy serio. Necesitamos ampliar la plantilla en 1.500 agentes en cuatro años.

La Guardia Urbana necesita la confianza de sus superiores y de los políticos: armas, formación… Pienso por ejemplo en las pistolas Taser. Y añado la cosa más importante: un pacto potente con el Estado y la Generalitat, con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con las aduanas, con la Fiscalía y con los servicios de extranjería. Porque tenemos que luchar contra la inseguridad y también contra los sistemas mafiosos que están entrando en Barcelona.

Le preguntaba por los 1.500 agentes porque cuando prometió estas plazas no dijo que iban condicionados a un pacto con el Gobierno central para permitir una mayor cobertura de las jubilaciones.

Sí, sí. Cuando el otro día anuncié mis medidas en temas de seguridad en La Rambla, delante de una comisaría de la Guardia Urbana, presenté la idea de ese Pacto de Estado. Lo que tiene que hacer el Gobierno municipal es liderar la lucha contra la inseguridad. 

Ha mencionado la prostitución. ¿Está a favor de regularla?

Es un debate que tenemos en todos los países. Es la explotación de las mujeres o de los hombres por parte de sistemas mafiosos o por la criminalidad organizada. Yo, siendo Ministro del Interior, jamás he estado a favor de regular un sistema mafioso de criminalidad. Tenemos que ayudar a que esa gente, esas mujeres y esos hombres, salgan de la prostitución.

Inés Arrimadas enmarca la regularización de la prostitución dentro de una idea de “feminismo liberal”.

Hay muchos debates de esos que buscan la discrepancia con Ciudadanos o Inés Arrimadas. Tienen que entender algo: yo soy independiente y soy de un partido que goza del apoyo de Ciudadanos.

Pero es que su número dos, Mari Luz Guilarte, defiende esa regulación de la prostitución.

¿Y qué? Es de Ciudadanos, por supuesto. Lo que quiero decir es que es un tema muy complicado. Hay modelos diferentes: hay un modelo en el norte de Europa o en Alemania de regulación absoluta y entiendo que es una forma a veces de proteger a las mujeres y los hombres que practican la prostitución. Primero hay que ayudar a las mujeres y los hombres que caen por ejemplo en la explotación, gente que viene del continente africano en unas condiciones espantosas. Esto es el papel de la Policía y de la Justicia. Lo que no podemos aceptar es lo que está pasando hoy en Barcelona con la prostitución. Tenemos que luchar contra todas esas mafias pero lo que está pasando, por ejemplo, en el Raval es insoportable.

El Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado este mandato facilitar el padrón a personas sin papeles y sin domicilio fijo o en situación de ocupación. ¿Le parece bien?

¿Esto es cosa del Ayuntamiento?

El padrón, sí.

Los temas de inmigración, no. Es un tema de debate de Estado.

Gestionar la inmigración de la ciudad, y si tienen o no padrón sin domicilio, sí es cosa suya. ¿Le parece bien facilitarles el empadronamiento?

La ciudad puede acoger a los refugiados. Esto me parece bien y corresponde a lo que son los valores de Barcelona. No podemos aceptar por supuesto ni un solo muerto ahogado en el Mediterráneo. Que Barcelona tenga su papel lo ha dicho hasta el Papa Francisco. Pero en temas de inmigración tenemos que ir con cuidado. Por supuesto que la Administración pública, sea el Estado, la Generalitat o el Ayuntamiento, en lo que son sus competencias sobre todo sociales miran de ayudar y encontrar soluciones. Pero tienen que ser pactadas. Si no, habrá un mensaje de que toda persona que está en situación ilegal puede encontrar aquí una solución y esto puede provocar un colapso en temas de inmigración ilegal. No tenemos capacidad en Barcelona para hacerlo.

La ciudad sola lanzando un mensaje de que aquí vamos a ayudar a los que están en situación ilegal puede provocar unas tensiones políticas y sociales, de enfrentamiento de pensamiento entre población en los barrios. Cuidado con eso. Hay dos posiciones muy equivocadas en temas de inmigración: la pared del 'aquí no entra nadie' o el 'pueden venir todos'. Esto no funciona.

Recientemente el Ayuntamiento ha instalado una placa de memoria histórica frente a la Jefatura de Policía Nacional en la que se recuerda la represión franquista. ¿Qué le parece?

Necesitamos saber de dónde venimos y la memoria histórica es muy importante. Todos los países tienen sus problemas de memoria histórica. No les voy a contar los problemas de Francia con la guerra de Argelia o con la ocupación alemana y la colaboración del Estado francés en aquellos momentos. Siempre es importante recordar lo que ha pasado, el problema es que a veces eso se utiliza de forma política. Esta placa me parece interesante y no soporto la reacción, los destrozos que ha habido. Pero aquí se ha jugado mucho con los nombres de las calle, cambiando la calle de los Príncipes de Asturias, desborbonizando la ciudad o cambiando el nombre de una calle del Almirante de la flota de Cuba en 1892.

¿Y la retirada de la estatua de Antonio López por esclavista?

Yo creo que aquí ya no estamos en la memoria histórica. Estamos en lo que es una apreciación propia de un gobierno municipal. No se puede jugar con eso. En la memoria histórica está la memoria de las víctimas, por supuesto. Creo que esto es útil. Pero dejemos también a los historiadores que saben trabajar sobre esos temas. Porque cuando cuando el político se transforma en historiador da la impresión de que está jugando con esto.

En este caso los historiadores consideran acreditado que Antonio López financió y se enriqueció con el tráfico de esclavos.

Pues podemos quitar todos los nombres de todas las calles de la gente que tenía responsabilidades hasta 1978. No quedarían muchas calles. No podemos juzgar la actitud de unos y de otros con los valores de hoy. Que tengamos nuestra visión sobre lo que fue la Guerra Civil o la Guerra Mundial o lo que pasó durante el franquismo lo entiendo perfectamente. Pero, por ejemplo, Juan Antonio Samaranch merece una plaza, una avenida, una calle o un gran estadio. Me responden que fue colaborador de Franco. Sí, claro, pero ¿fue él solo? La respuesta es que no. Adolfo Suárez era miembro del Movimiento pero sin él no hay transición y democracia. O sin la relación espectacular entre Fraga y Carrillo. O sin el papel del rey Juan Carlos, a quien Franco escogió. Tenemos que ir con cuidado.

Estamos al lado del paseo de Gràcia. ¿Usted es partidario de que los comercios abran todos los domingos y festivos?

Tuvimos el debate con los comerciantes y están muy divididos en este tema, pero creo que se tiene que plantear el debate. No en toda Barcelona, pero sí en parte de las zonas turísticas.

Al inicio de su campaña dijo que informaría de los detalles de la financiación de su plataforma y de las aportaciones económicas que recibe pero todavía no lo ha hecho.

Pues lo vamos a hacer.

Puede aprovechar esta entrevista. ¿De dónde proviene la financiación de su campaña?

De mucha gente. Yo no tengo partido en todo ese período de precampaña. ¿Cuál es la ayuda? Es una asociación que recauda ayudas entre cero y 50.000 euros. No más. No pueden ser empresas, sólo pueden ser personas. Si esas personas después de la campaña aceptan que sus nombres salgan, lo haremos. Y por supuesto habrá un acuerdo con Ciudadanos, que participa plenamente en esta campaña. Habrá aportación directa de Ciudadanos, que es muy importante, casi la mayor parte de esa financiación.

¿Nos puede concretar esa parte que financiará Ciudadanos?

No, ahora no se lo puedo concretar porque no lo sé, pero no hay ningún problema de transparencia. Yo no tengo partido pero ya conozco la pregunta. Yo no hago campaña desde el Ayuntamiento de Barcelona. Tenemos una aportación clara que no es la de las élites de Barcelona.

¿Le molesta que le digan que las élites de Barcelona le pagan la campaña?

No, pero es un discurso y una música que ya conocemos. Esta ciudad necesita talento. No necesita dividirse entre buenos y malos. O entre ricos y pobres, cuando no se ha hecho nada para los pobres. Nada. El 20% de la población de Barcelona vive por debajo del umbral de la pobreza. El alquiler ha subido, hay ocupación de viviendas, hay narcospisos y hay inseguridad. ¿A mí me van a dar lecciones de progresismo o de políticas de solidaridad cuando aquí también han fracasado? 

Entrevista completa a Manuel Valls:

Vídeo: Sònia Calvó

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