Amante del cine, escritor y periodista excorresponsal en Oriente Medio con la Agencia EFE, el palestino Musa Abdel-Muti ha escrito la trilogía novelada “A l’Oest del Jordà” (Editorial Tigre de Paper). Nacido en Nablus, Cisjordania, Musa intenta acercar la realidad del día a día al lector a través de sus libros, tocando temas tan tabúes para el mundo islámico como el sexo, la religión o la política. Partidario de la autocrítica ve necesario, pero, que Israel ceda para avanzar en una posible solución del conflicto y alienta a las dos partes a hacer un cambio de discurso para poder dejar de lado una enemistad palpable en muchas partes del territorio.
El segundo libro de la trilogía, Nablus en flames (Nablus en llamas), es una novela de ficción pero inspirada en un contexto real: la Segunda Intifada. ¿Los personajes que salen en la novela los encontraríamos en Palestina?
Sí, de hecho en la novela he cogido personajes reales y les he cambiado el nombre. Es un mundo que conozco muy bien y son personajes que representan a la mayoría, fotocopio la realidad a través de la palabra. Yo llegué a la literatura de la mano del periodismo y el cine. Mi sueño era hacer películas pero me casé con el periodismo. La novela la sientes como si fuera un guión, tiene un ritmo ascendente, sube y baja, así hasta el desenlace.
¿Escribir estas historias te ha ayudado a dar al conflicto el espacio que tú querías, algo que quizás no has podido hacer como periodista?
Sí aunque, por ejemplo, yo nunca pensé en complacer al medio, al revés, he sido muy crítico y he recibido muchos palos por culpa de la segunda y la tercera parte de esta trilogía porque he tocado los tres tabúes del mundo islámico: el sexo, la religión y la política. He criticado la política palestina y también la religión, que se utiliza como escudo. Sobre el sexo, que es el tabú más grande, hablo porque uno de los personajes de la novela es homosexual. Y ya sabes como está de castigada la homosexualidad en el mundo musulmán. Entonces este personaje, que es profundamente religioso, se enfrenta a sí mismo: “¿Por qué, Dios, me has hecho así?”. Es una lucha muy dura y esto nadie lo ha planteado en el mundo árabe. Aunque se practique nadie quiere hablar de ello y yo lo he hecho y por ello he recibido el castigo divino, el castigo popular.
Naciste el 1947, un año antes de la creación del Estado de Israel, y pasaste tu infancia en Beta, un pueblo a 50 kilómetros de Jerusalén. ¿Qué recuerdas de esa época? ¿Cómo era vivir allí?
La vida era muy sencilla, el pueblo era pequeño, agrícola, la gente dependía totalmente del campo, de los olivos, de las almendras. Como un pueblo típico mediterráneo. La gente era muy sencilla.
¿Qué ha cambiado en la forma de vivir?
Ha habido un terremoto, con la creación del estado de Israel la forma de vivir ha cambiado. Cuando tienes un enemigo que te amenaza, que ya está encima, el carácter se ablanda porque el miedo es el peor enemigo de las personas. Ahora Israel dice que no se siente seguro. Ellos que son una potencia nuclear, que tienen una economía que equivale a casi todo el mundo árabe y aún así hablan de una seguridad frágil. ¿Quién tiene una seguridad frágil, nosotros, que estamos desamparados y luchamos con piedras, o ellos?
Esta es una de las propagandas que Israel hizo creer a todo el mundo: que su seguridad está siempre amenazada. Mata y se cree que lo hace en defensa propia. ¿Quién es el culpable de que la gente crea esto? Los medios de comunicación, que difunden el mensaje de “nos va a ocurrir lo mismo que durante la época de los nazis” y ahora ellos están haciendo lo mismo que los nazis. Nosotros aparecemos como el terrorista, agresivos, la imagen estereotipada del palestino joven, barbudo, que tiene pinta de comerse el mundo.
Tú has trabajado como periodista y has enseñado la profesión en la universidad de Al-Najah ¿Cómo crees que se ha tratado el tema de la ocupación desde los medios españoles?
Pues según la época. Durante la Primera Intifada, que estaba el PSOE, era 100% a favor [del pueblo palestino], pero no por el gobierno del PSOE; la gente simpatizaba con la lucha del pueblo palestino porque durante la Primera Intifada el pueblo espontáneamente lanzaba piedras contra el Ejército, contra los tanques, y esto hizo que todo el mundo, hasta los propios judíos, se volcara a favor del pueblo palestino. Hoy en día nadie habla del problema palestino porque no vende.En los titulares de hoy está el yihadismo.
¿En este sentido, los medios ayudaron a hacer visible la magnitud del conflicto durante la Primera Intifada?
Durante la Primera Intifada, que yo estuve allí como periodista, siempre se decía entre la prensa: el David palestino contra el Goliat israelí. Yo recuerdo unas caricaturas en las que salían niños tirando el chupete a los tanques y los tanques respondiendo con armas de fuego. Este tipo de caricaturas estaban en toda la prensa hasta un día que ya no fue así.
¿Por qué?
Por motivos ajenos a nosotros, los de peso mayor, y también por nuestra culpa, por cometer fallos. Entre los ajenos está el respaldo de todas las potencias internacionales, especialmente Estados Unidos, a Israel. Cuando Israel se creó eran todos inmigrantes, venían de todo el mundo, incluso no sabían hebreo. Cuando les ponían una película la ponían en ruso o en inglés o en francés. El hebreo lo han inventado: algo del árabe, algo del arameo…y han hecho su idioma. Israel no se está apoderando solo de la tierra palestina, se esta apoderando de nuestro espíritu.
“Nablus en flames”, es una novela ambientada en la Segunda Intifada palestina. ¿Cómo ha evolucionado desde entonces la sociedad palestina que conforma esta resistencia?
Hay muchos factores que han incidido en la lucha palestina. Por ejemplo, en Cisjordania hay un modelo de lucha y en Gaza hay otro, y son bien distintos. En Cisjordania han elegido la resistencia social: denunciar a Israel con la ley, y Gaza es lucha. ¿Por qué hay estos dos modelos? Los habitantes de Gaza, un millón y medio de habitantes, que viven en una playa, la gran mayoría proceden de 1948. Un palestino, cuando nace su hijo, le lleva a lo más alto de la montaña, y le dice: ‘Mira hijo, esa es tu casa, tu casa está allí, tu país está allí’. No es como en Cisjordania, que la mayoría son originarios y viven en sus casas.
¿La imposibilidad de consensuar una salida hace que los ciudadanos vean la violencia, o el islamismo político de Hamás como la única vía posible?
Aquí hay opiniones para todos los gustos. Hay gente que dice que es positivo porque Israel siempre está en guardia. ¿Pero cuál es el precio que pagan los habitantes de Gaza? Es un precio muy alto. Hace unos siete u ocho meses, 1.600 personas muertas, la mayoría niños, casas demolidas. ¿Merece la pena? Esto ya es una reflexión que debe hacer cada uno. Y si no, dice Hamás, ¿si no luchamos, qué pasa? ¿Israel nos va a dar palmaditas? ¿va a ceder? ¿lo ha hecho alguna vez? Mira las negociaciones, ¿qué hemos sacado de ellas? Más colones, más tierra confiscada. Hagamos lo que hagamos Israel tiene un plan en su cabeza. Pregúntale a un israelí cuáles son las fronteras de Israel: indefinidas.
Tú estuviste en la Conferencia de Paz de 1991 en Madrid. ¿Cómo lo viviste desde dentro?
Pues yo estaba soñando en ese momento. También era más joven y claro soñaba: “Esto va en serio. La gente, tanto bombo, tantos países, esto no va a ser un farol”, pensé. Pero la decepción vino años después porque Estados Unidos obligó a las dos partes a sentarse y no estaban preparadas; ni los pueblos, ni los gobiernos, ni las autoridades de ambas partes.
¿Lo estarán nunca?
Pues yo creo que tenemos que madurarlo. ¿Hasta cuándo? Ellos nos han derrotado en muchas batallas, no hemos levantado la bandera blanca de rendición ni la levantaremos nunca. A la vez, tampoco podemos expulsar a todos los inmigrantes judíos. Hay muchas heridas, pero la madurez tiene que llegar algún día. Nosotros somos un 50% y ellos el otro 50%. Tiene que haber alguna solución.
“Las ideas sionistas y la ocupación están deformando a los dos pueblos; quiero decir que la ocupación deforma ambos pueblos”, dices en una entrevista.
Sí, totalmente. Cuando coge las armas, la sociedad se transforma. Ya no es una sociedad feliz. Por ejemplo, Israel tiene un servicio militar que dura tres años y pico y les enseñan una cosa: que todos los palestinos son enemigos suyos. No hay ni amor ni bondad entre los dos pueblos, solamente enemistad.
¿Tiene que cambiarse el tipo de discurso? ¿Debe hacerse pedagogía?
Sí. Cambiar a discursos de paz. Los bandos que han llegado a la madurez tienen que cambiar su discurso y también Israel tiene que ceder porque no les queda nada a los palestinos. Toda Cisjordania y Gaza son el 22% de Palestina y están llenas de asentamientos. Hay cinco millones de palestinos en la diáspora. Nos han sustituido en todo, lo han ocupado todo. Tienen que empezar a ceder. La sociedad israelí está cada vez más a la derecha. Más extrema derecha. Netanyahu era la derecha del partido laborista hace 15 años, ahora, fíjate, es casi ya como los laboristas porque hay muchos más partidos a su derecha. Con un pueblo así no se puede llegar a la paz.
El exministro de Exteriores israelí Shlomo Ben Ami escribía tras las elecciones: “Si queremos que los palestinos eviten el triste destino de los kurdos, la mayor nación sin Estado del mundo, e Israel consiga apartarse de su avance suicida hacia un Estado con régimen de apartheid, las dos partes necesitan que el mundo las salve de sí mismas”. ¿Estás de acuerdo?
Sí, muy bien expresado. Se tiene que presionar a ambas partes, sobretodo a Israel que tiene todo el apoyo del mundo occidental. Si Occidente deja a Israel un año sin apoyo cae por sí mismo, ellos cogen las maletas y se van. Pero hay que presionar a ambas partes para ceder. Pero nosotros no sé que podemos ceder, nos hemos bajado los pantalones muchas veces y ya no hay nada que ceder.
Hablamos de Estados Unidos pero ¿cómo actúan los países que están más cerca, los países de la región?
En la zona de Oriente Medio hay cuatro potencias regionales: el arabismo, el hebreo, el turco, y el persa. Cada uno tiene sus puntos fuertes y puntos flacos y adopta tácticas que van cambiando. Hoy soy tu aliado, mañana soy aliado de otro, hoy tú y yo contra él y mañana él y yo contra ti y así funcionan. El arabismo está dividido, son 22 países, unos son un pozo de petróleo, otros son muy pobres, etc. El turco y el persa son los más seguros. Los hebreos, Israel, es un país fuerte económica y militarmente pero cualquier cosa podría afectarle, es sensible. Es como si coges una palmera de aquí y la llevas a Noruega, no va a echar raíces. Nuestras raíces son cada vez más profundas en la tierra. Las potencias hebrea, turca y persa van al hombre enfermo: el árabe, porque el mundo árabe está dividido.
¿Está dividido respecto al conflicto?
Si los palestinos dependiéramos de nosotros mismos igual tendríamos un resultado mejor. Siempre han usado la causa palestina según sus intereses. Como la causa palestina goza de simpatía…
¿Cómo piensas que afectará al desarrollo del conflicto la reelección de Netanyahu?
Mientras no cambie la sociedad israelí ni haya una voluntad seria, ni estén convencidos, no va haber otra forma de arreglar nada si los palestinos no tienen sus derechos.