Los presupuestos suelen ser la decisión más relevante de un gobierno. Es allí donde realmente se definen prioridades, el resto puede quedarse sólo en palabras. Dime qué presupuestos haces y te diré quién eres. Pues bien, si echamos un vistazo al proyecto de presupuestos presentados por el gobierno municipal de Barcelona creo que no hay duda: la apuesta de este ayuntamiento para la transformación social es evidente. Si los presupuestos nos definen, claramente confirman el compromiso con el que llegamos al gobierno: el cambio social, promover lo común frente a los privilegios de unos pocos, combatir las causas de las desigualdades sociales y ensanchar derechos y bienestar.
La priorización de esta Área dentro del conjunto del Ayuntamiento fue evidente desde el primer momento. Actuamos para responder a la situación de emergencia, con un conjunto de acciones urgentes que configuraban el Plan de Choque contra la emergencia social que aún se mantiene hoy. Así, el gasto ordinario en el primer año y medio de mandato aumentó inmediatamente de 223 a 314 millones de euros.
El Ayuntamiento ha aumentado en 39 millones los fondos destinados específicamente a promoción social, un 15% más que el presupuesto del 2015. La diferencia ha ido básicamente a transferencias claramente sociales (rentas contra la pobreza infantil, becas comedor, apoyo al alquiler), además de promover nuevos servicios para garantizar derechos, como los puntos asesoramiento energético, la Unidad Contra la Exclusión Residencial o incremento de Servicio de Atención Domiciliaria (SAD), que ha pasado de 50 a 65 millones. El plan de choque social tiene un coste anual recurrente de 75 millones.
Un ejemplo paradigmático. Este año la renta por menor a cargo (0-16) ha supuesto 22 millones, cuando el año anterior, durante el mandato de Xavier Trias, no llegó a los 11. ¿Cómo puede ser? Es la diferencia que hay entre la estética y la ética. La estética es decir que la haces, pero flojito para que se entere poca gente y cueste poco dinero. Y sólo presumir cuando llegan las elecciones. La ética es creer de verdad que es necesaria, y hacerla para que llegue a todo el mundo, y eso es lo que estamos consiguiendo este año.
Así pues, y desmintiendo algunas falsas informaciones, afirmar que el gobierno de la ciudad ha reducido la inversión social es una impostura, que sólo puede ser producto del desconocimiento, del error o de la manipulación. No se puede olvidar la modificación presupuestaria aprobada a finales de abril de 2016, que continuó la dinámica iniciada en 2015 de poner freno a los recortes que Barcelona ha sufrido en los últimos años.
Pero el gobierno de Barcelona en Comú quiere ir aún más allá: el presupuesto del próximo año, el 2017, prevé volver a aumentar la inversión en políticas sociales. En este caso, el aumento propuesto es del 11%, para llegar a dedicar 334 millones de euros a este ámbito.
Esto nos permitirá impulsar proyectos estratégicos, como los nuevos Puntos de Asesoramiento Energético para luchar contra la pobreza energética, que estarán activos todo el año y en todos los distritos; incrementar el número de beneficiarios del servicio de atención domiciliaria y la teleasistencia; implantar el Plan de Salud Mental, el de Sinhogarismo y el de Accesibilidad Universal; doblar los recursos para conseguir un parque público de vivienda de alquiler social y hacer de la rehabilitación una política de regeneración urbana y también de erradicación de la infravivienda; consolidar la construcción de las nuevas guarderías y los programas sociales en el plan de barrios y en la franja Besòs; promover planes de salud comunitaria; garantizar el derecho al ocio educativos en los barrios y poner recursos para mejorar la escuela pública, potenciar la innovación y reducir las desigualdades educativas en nuestra ciudad.
Son políticas que van mucho más allá de la emergencia, que pretenden combatir las causas estructurales de la desigualdad, un cambio de modelo. El impulso de políticas de rentas que empodere a las familias, mientras esperamos que la Generalitat apruebe un renta garantizada que parece que no llega, es otro ejemplo de cómo, desde Barcelona, queremos hacer avanzar cambios estructurales. No se trata de fragmentar en múltiples ayudas, sino de garantizar mínimos vitales.
Sé que hay quien prefiere no hablar de cifras, ni de políticas. Algunas personas prefieren los argumentos tacticistas, el intercambio de cromos entre instituciones. Hay a quien no le importa si se invierte más o menos aquí o allá, con el fin de apuntalar a gobiernos afines.
Nosotros preferimos hablar de acción. Estamos cumpliendo con nuestro programa electoral, donde el grueso recaía en Derechos Sociales. Y obviamente no se recuperan 8 años de crisis y 4 de gobierno conservador en un año y medio, porque la emergencia social que nos han dejado es muy grande.
El PIB puede crecer, pero si no se genera empleo de calidad y no se recauda y redistribuye bien, siempre ganan y pierden los mismos. Nosotros estamos recuperando el terreno perdido de manera acelerada. Estamos convencidos de que así vendrá la verdadera recuperación del bienestar de la gente y de sus derechos.