Este lema es de la CUP, y me va muy bien para pedir que no se nos fragmenten nuestros deseos. Los dos debates paralelos que hacen chocar constantemente -independencia y crisis-, que se sacan minutos, que se mezclan y se proyectan como armas arrojadizas, van juntos, no separados. La independencia lo es respecto del padre, la madre, los abuelos, las parejas y los animales domésticos, pero también de los cielos y las montañas. Es estúpido pretender que sean dos temas diferentes y que se use para querer hacer una balanza de “Yo soy de los que piensa primero en la crisis”, o “Yo soy de los que piensa primero en el país”, “Pero en segundo lugar pienso como tú”, o “Como puedes pensar primero en el país?” La conclusión creo que es obvia y muy sencilla: no llegar a final de mes es un drama y no dar opción para que la gente diga la suya también.
Pero en este barrizal de vacas magras se comen eufemismos, populismos, corruptelas, comisiones de fiestas tesoreras -nuestras eras-, soberanías y tiendas de campaña permanentes dentro de los recintos de cemento amenizados con música supraminal. Se preparan camisas, se lustran dientes, practican expresión corporal robótica (porque un montón de asesores les han revelado el sentido de la vida), usan aquellas palabras más intangibles, se sonríe, y se ejerce en el discurso la explotación descarada de cada una de las apropiaciones indebidas: la manifestación, la consulta, los desahucios, los corredores, y nos demuestran como todos estos argumentos que salen del 15-M, de la manifestación del 11 de septiembre, entre otras, les condicionan a proporcionar una visión partidista, provinciana y antiquísima.
Qué dialéctica más rica, qué placer, qué patio de escuela más de nuestra tierra, cuánta política poética, cuánta falla gratuita. Si Europa, si estado, si deudas, si merkels, si crisis, si trabajo, si catalanes, si españoles, si cava o champán, si garnatxa o fuet, puleva, celta o la llet nostra. Caramba! Qué liga más intensa, cuánta palabra mágica, tantos esquivos y regates: nos ha dejado clavados! Que pocas pisadas y juego limpio hacia la construcción de un equipo de estrellas ricas de luz y carismas de dentífricos. Hace tilín el juego electoral, las reglas, leyes, financiación y su código deontológico.
Estado y dinero, tren y labrador, pescado y carne, techo y porche. ¡Lo queremos todo! Todo va junto.
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