Reflexión. Pregunta:
He leído sobre la intención de rodear la Caixa el 11 de septiembre, y la verdad es que me ha sorprendido, me parece que se mezcla un poco todo y no entiendo las prioridades. Si el Procés Constituent quiere estar en la cadena porque cree en la independencia, es una cosa, pero si quiere denunciar abusos financieros y tantas otras cosas más, ¿por qué no monta su propia cadena u otras acciones otros días y en más sitios? Supongo que nace de la voluntad querer dejar claro que se está a favor de la independencia pero no a cualquier precio, pero esa acción no lo deja claro; es más, creo que pierde fuerza y no se entiende el mensaje ya que insisto... ¿por qué no se hacen cadenas en otros lugares igualmente abusivos?
Reflexión. Respuesta:
Estoy contigo en que cuantas más acciones señalando el verdadero motor de la cadena, más visibilidad, concreción y consistencia tendría el mensaje y la propia independencia. Pero los recursos del Procés son humanos, es decir, también limitados. Porque si no fuera así, serían los recursos de la Caixa.
Deseaba profundamente que la ANC hubiera utilizado este lazo humano para rodear hospitales, bancos, escuelas, la bolsa, los teatros... Es el mismo deseo que motivó mi participación en el Concert per la Llibertat del Camp Nou: decidir, sí, decidir todas y cada una de las libertades que hacen posible la Libertad. Aquel que vive sin techo, tiene hambre, ha perdido el empleo, no puede alimentar, curar o educar a sus hijos no es libre, ni en Catalunya ni en ninguna parte. Por eso estoy feliz que al Procés Constituent haya pensado rodear la causa del abuso en cualquier ámbito, señalando, a la vez, la decisión de un pueblo: una independencia con sentido común, que extirpe la prioridad absoluta de los intereses económicos de las escuelas, la cultura, los recursos, la sanidad, la vivienda...
Hay que darle sentido a la cadena eslabón a eslabón. Por eso, al gesto de sumarse, el Procés Constituent añade simbólicamente la denuncia y señala el gusano financiero de la manzana. Hacerse a uno mismo o dejarnos hacer por manos ajenas. Este es el sentido de rodear la Caixa.
Dice Galeano, “nos mean encima y dicen que llueve”. Pues, sin pensar, lo que hacemos es comprarnos el paraguas que nos querían vender meándonos y lo abrimos. Ya está. Ellos, lógicamente, nos siguen meando y contando las mentiras que, sin pensar, vamos comprando.
Diferenciarse con un mismo objetivo es atender a la realidad, enriquecer el tejido, fortalecer la cadena. Deseo que todas las personas que el próximo 11 de septiembre se den la mano, lo hagan pensando en darle contenido al gesto, priorizando valores y ejerciendo responsabilidades. Si no ponemos fronteras al dinero, esta cadena no es más que un juego de niños que se dan la mano cantando “tralará” dentro del chiqui park tutelado por la Caixa. “Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralara...” Seguirán contando mentiras pero ahora también queremos la verdad. Por eso cada uno, a su manera, saldremos, como dice Simone Weil, a “arrojar arena en el engranaje de la máquina que nos tritura, favorecer una cierta libertad de movimientos, potenciar el despertar del pensamiento”.
La imperiosa necesidad generalizada de independencia que vivimos es a razón de la insoportable injusticia que ejercen sobre los más vulnerables el poder y las finanzas. ¿Separar la independencia de la justicia social? Creo profundamente que hacerlo sería una terrible perversión, comprar una mentira más. Son dos términos que coexisten a la vez y son indisociables. El amor y la libertad son dos palabras que en su raíz son una misma, el resto es “tralará”.
Rodearemos la Caixa y construiremos un castillo humano al lado de la torre para decir al mundo que hemos decidido los catalanes: el dinero está a nuestro servicio, y no al revés.