Ciutadans ha ganado las elecciones en Cataluña. Once años después de su nacimiento, la formación naranja consigue situarse en el primer puesto en las elecciones con más participación de la historia de la democracia (81.95%). No podrán formar gobierno, pero es innegable que lo que ha conseguido Inés Arrimadas es toda una hazaña política. Los dos bloques se mantienen, y el futuro pinta igual o más incierto que ayer. Repasamos los datos más relevantes de una larga noche que dará mucho que hablar.
El Partido Popular, partido del Gobierno, portaestandarte del artículo 155, ha sacado los peores resultados de su historia. Tres tristes diputados, última fuerza en el Parlament. Si el bloque independentista no sumara mayoría absoluta, aún podrían decir que se han sacrificado por la causa. Pero ni eso.
La CUP pasa de diez a cuatro diputados. El único de los partidos que aceptaba abiertamente como válido el resultado del Referéndum del 1-O y que apostaba por construir la República de forma unilateral ha recibido un severo castigo electoral. Aún así, sus diputados son claves para influir en la formación de un gobierno independentista, como ya lo fueron en los anteriores comicios.
Catalunya en Comú - PODEM es uno de los grandes perdedores de éstas elecciones con ocho diputados, tres menos que el resultado de CSQP en 2015 (que ya se valoraron como fracaso). PODEM, en Cataluña, no funciona. Mucho tendrán que reflexionar si después de la implicación de Ada Colau en campaña empeoran los resultados de ICV. La llave de Domènech no abre puerta alguna.
El PSC suma un diputado. De 16, a 17. El PSC venía perdiendo escaños desde 1999. Lejos de los gloriosos tiempos del catalanismo progresista de Pascual Maragall, los resultados obtenidos por Miquel Iceta no son desastrosos considerando la atracción en forma de “voto útil” conseguido por Ciutadans.
ERC consigue los mejores resultados de su historia, superando de largo (32) los 23 que consiguió Carod Rovira en 2006. Y sin embargo sabe a poco para un partido que se veía presidiendo la Generalitat por primera en la Cataluña post-franquista. ERC se ha ido desangrando a lo largo de la campaña, quedando incluso por detrás de Junts per Catalunya. Ni Junqueras, ni Rovira.
JxCAT demuestra que la una coalición ha sido un éxito. El PdCAT decidió no presentarse con su nombre y apostarlo todo a la figura de Puigdemont. Ahora el desafío será organizativo; construir desde la estructura orgánica del PdCAT (y a su vez de la de Convergència Democràtica), un partido que sea capaz de liderar un posible nuevo gobierno independentista.
Ciutadans ha sido el claro vencedor de las elecciones con 37 diputados, doce más que en las elecciones del 2015. Arrimadas ha conseguido lo que el PP nunca se atrevió a desear: vencer en Cataluña sin la necesidad de pasar por un discurso nacionalista catalán. Bien seguro que la excepcional coyuntura de polarización habrá tenido algo que ver, pero esto no resta méritos a una formación que ha sido capaz de seducir a más de un millón de votos y vencer, ojo, en tres capitales de provincia: Barcelona, Tarragona, y Lleida.
El bloque independentista mantiene su mayoría absoluta, sumando Junts per Catalunya (34), ERC (32) y CUP (4). Un total de setenta diputados, dos menos que en las elecciones del 2015. En cuanto a porcentaje relativo de voto, el resultado obtenido es prácticamente calcado al conseguido en las elecciones del 2015. 47,4% y 47,5% respectivamente. Un varapalo para el Gobierno de España y una gran victoria para el independentismo, que, después de meter en prisión provisional a algunos de sus líderes, sale reforzado. El mensaje del pueblo catalán es nítido en este sentido: las amenazas y coacciones no condicionan el voto.
La dicotomización entre bloque independentista vs no independentista ha pasado por alto el eje izquierda-derecha. Si miramos los bloques que conforman los partidos de izquierda y centro-izquierda (CUP-Catalunya en Comú Podem-ERC-PSC) y los partidos de centro-derecha y derecha (Junts per Catalunya-Ciutadans-PP) la victoria es del último bloque: 74 diputados por 61. En Cataluña, como en España, domina la derecha.
¿Y ahora, qué? Mientras en la sede de la ANC se celebraban los resultados como una “validación de la República”, M.Rajoy y su ejecutiva se debía revolver en su sede, viéndose incapaces de despertar de su propia pesadilla. La única salida posible es la que siempre hubo y nunca se consideró. Un referéndum de autodeterminación para que los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña podamos decidir nuestra organización territorial y recuperar de una vez por todas el debate sobre la vida política. Nos lo debemos.