El pacto de investidura entre el PP y Ciudadanos ha vuelto a situar la inmersión lingüística como modelo educativo en Cataluña en el centro de la agenda política, y como herramienta de desgaste por parte del nacionalismo español.
La inmersión lingüística en Cataluña se ha evidenciado como el mejor modelo educativo posible, teniendo en cuenta la realidad lingüística de nuestro país, en términos de cohesión social y de igualdad de oportunidades. Lejos de defender la inmersión como elemento identitario, de juego de banderas o de posicionamientos nacionalistas, una importantísima mayoría social de Cataluña ha defendido este modelo como elemento fundamental de igualdad de oportunidades. Hoy, gracias a la inmersión lingüística, un hijo de clase trabajadora puede llegar a tener la misma igualdad de oportunidades que el hijo de la burguesía catalana. Y este es uno de los pasos de futuro más trascendental que puede dar un país tan plural como el nuestro.
La primera experiencia educativa en inmersión lingüística se dio en Canadá en 1965, concretamente en la escuela Saint Lambert. Las familias francófonas de esta escuela detectaron que sus hijos, saliendo de las etapas de educación obligatoria, no tenían las competencias lingüísticas necesarias y esto era un impedimento a la hora de encontrar trabajo. Más allá de los motivos, la metodología empleada y los objetivos conseguidos, que han dado para muchas y variadas tesis en pedagogía comparada, la experiencia de Saint Lambert demostró algo que el modelo educativo catalán de inmersión lingüística también ha dejado patente: la escolarización en una segunda lengua no representa ningún impedimento para estos alumnos en relación a su éxito académico. Lo digo, precisamente, por el mantra que usan tanto PP como C 's cuando afirman, rotundamente y sin ponerse colorados, que un castellanohablante tiene peores resultados académicos en materias como, por ejemplo, matemáticas. Esta es una de las grandes mentiras desmontadas empíricamente. Hay sólo dos pruebas de evaluación objetivas y objetivables que desmontan esta falacia. Tanto las pruebas PISA (muy criticables en cuanto al uso neoliberal que hace la UE) como las PAAU (Pruebas de Acceso a la Universidad) demuestran que el nivel competencial en lengua castellana de un alumno de Sabadell, Girona o Montbrió del Camp es el mismo, o está en los mismos parámetros, que el de un alumno de Madrid, Burgos o Cabra del Santo Cristo.
El elemento positivo de la inmersión lingüística en Cataluña es que se trata de un modelo pedagógico, defendido por la comunidad educativa en toda su transversalidad (instituciones, personal educativo, asociaciones de familias y sindicatos), que tiene por objetivo adquirir competencia comunicativa en dos lenguas (en nuestro caso, castellano y catalán) sin que el aprendizaje de una de las dos conlleve la pérdida de capacidad comunicativa en la otra. Y este objetivo ha sido parcialmente alcanzado por el modelo educativo catalán. ¿Por qué digo parcialmente? Mi experiencia docente -soy profesor de lengua castellana en excedencia- me ha hecho ver que, a pesar de la inmersión lingüística, hay bastantes casos -cada vez menos significativos, es cierto- de alumnos que salen sin la competencia comunicativa adquirida en lengua catalana. En cambio, son muy pocos los casos -yo no he encontrado nunca ninguno- de alumnos que finalicen la etapa educativa sin la competencia comunicativa alcanzada en lengua castellana. Seguramente esto tiene mucho que ver con que la escuela no es la única institución (entendida desde el punto de vista sociolingüístico) que aporta conocimiento al alumnado en su proceso de enseñanza-aprendizaje.
El éxito de nuestro modelo es la inmersión lingüística, pero también la flexibilidad que ésta tiene. Siempre digo que el gran tesoro que tiene la escuela pública catalana es el personal docente. Gente comprometida con el sistema educativo y con el sentido común como eje vertebrador de su acción pedagógica (a pesar de los recortes en formación que, por desgracia, se están notando en nuestras escuelas). La flexibilidad de la inmersión lingüística la otorga el Proyecto Curricular de Centro y el Plan Lingüístico de cada una de nuestras escuelas. En este sentido hay un margen de adaptación, en el marco de la autonomía de cada centro, para que la escuela detecte las dificultades lingüísticas del alumnado y determine un Plan propio de la escuela. Esto hace que, en función de la realidad sociolingüística de cada territorio, se puedan hacer adaptaciones curriculares y ampliar la oferta pedagógica en castellano, en catalán o en inglés siempre con el objetivo antes mencionado: conseguir el aprendizaje de una lengua sin perder capacidad comunicativa en la otra.
Cabe decir que el modelo catalán de inmersión lingüística desarrollado a partir de los años ochenta se ha convertido en un referente internacional de la enseñanza de las lenguas. La Ley 7/1983 de normalización lingüística fue aprobada por el Parlament de Catalunya con sólo dos votos en contra. La primera aplicación de este sistema pedagógico se llevó a cabo durante el curso 1983-1984 en diecinueve escuelas públicas de Santa Coloma de Gramenet (como no, con un alcalde del PSUC, muy consciente de la realidad de su localidad). Fueron precisamente las familias castellanohablantes las que más reivindicaron la inmersión lingüística, por ejemplo las de la escuela Rosselló-Porcel, sabiendo que el futuro de sus hijos y la igualdad de oportunidades respecto de otros alumnos pasaban por un modelo de este tipo. Años más tarde, y después de un análisis riguroso de la experiencia, la inmersión lingüística fue adoptada como modelo de enseñanza universal en todo el sistema el curso 1992-1993. Hoy, la necesidad sigue siendo la misma. Los principales reivindicadores del modelo de inmersión lingüística deberíamos ser, precisamente, las personas castellanohablantes.
Más allá de la voluntad política irresponsable por parte del PP y de Ciudadanos, la inmersión lingüística catalana demuestra que es una herramienta potente de cohesión del país. Si analizamos la realidad plurilingüe de España, vemos como en los territorios de habla catalana (Cataluña, Valencia y las Islas Baleares), el nivel de conocimiento de las lenguas oficiales, castellano y catalán, es mucho más equilibrado y, por tanto , cohesionador en Cataluña que en el País Valenciano o en las Islas Baleares. El modelo educativo impuesto por el PP en los territorios de habla catalana cuando ha gobernado ha dejado claro que su objetivo no es fomentar el uso de las dos lenguas, que sería plenamente legítimo, sino retornar a una situación de diglosia lingüística donde haya una lengua principal y otra secundaria, por cuestiones e intereses políticos. Y, a la vez, el modelo educativo del País Vasco, también una comunidad bilingüe, ha supuesto la segregación del alumnado por cuestiones lingüísticas que no debería ser deseable. Así pues, el mejor sistema es el que hemos utilizado hasta ahora en Cataluña.
Por tanto, los problemas que existen en nuestro país en el ámbito educativo no son nunca por cuestiones de lengua. La convivencia lingüística en la calle y en los patios de nuestras escuelas es un tesoro que deberíamos saber preservar. Los problemas de nuestras escuelas son: la subsidiariedad con que gobiernos del PP y de CDC quieren convertir la escuela pública respecto de la privada, los recortes ideológicos de las políticas neoliberales y la precarización del personal docente. Estos sí son problemas graves en nuestro sistema educativo que el PP promueve con sus políticas y que C 's no dedica ni cinco minutos a combatirlos.
Está claro, porque así lo hemos vivido en el Parlament de Catalunya, que tanto PP como C 's intentan hacer de la lengua un arma de lucha y desgaste político. Esta es una de las actitudes más irresponsables que se puede esperar de un representante político. El acuerdo PP-C 's utiliza de forma falaz la propuesta de educación trilingüe como argumento superador de la inmersión lingüística. PP y C 's esconden, o por desconocimiento o por mala fe, que en educación una cosa es que exista una lengua vehicular de comunicación de la comunidad educativa (en nuestro caso el catalán) y otra que se pueda educar en más de una lengua. Es decir, el hecho de que el catalán sea la lengua vehicular de nuestro sistema educativo no es contradictorio con que el alumnado de Cataluña salga de su etapa de escolarización obligatoria con competencia comunicativa en tres lenguas: catalán, castellano e inglés. Objetivo que, por supuesto, compartimos ampliamente las personas que defendemos la inmersión lingüística. La parte positiva es que el acuerdo PP-C 's no podrá eliminar el sistema de inmersión lingüística, porque no sólo este modelo tiene un apoyo mayoritario en el Parlament de Catalunya, la sede de la soberanía de nuestro país, y el personal educativo de las nuestras escuelas está comprometido, sino sobre todo porque hay un apoyo social masivo en todo el país en la defensa del modelo de inmersión lingüística. Y este apoyo masivo no responde a cuestiones nacionalistas, identitarias ni de banderas, sino a que las familias son conscientes de que esta es la herramienta fundamental para igualar en derechos a los y las hijas de nuestro país. Así pues, pido a PP y C 's que dejen de hacer política con letra pequeña con la inmersión lingüística, porque no nos podemos permitir un país más desigual aún del que las políticas neoliberales nos están imponiendo.