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“El poder no me merece mucho respeto”

Margarita Rivière reúne en un libro sus entrevistas más significativas

Lídia Penelo

Barcelona —

Juan Carlos I, Dolores Ibárruri, Yoko Ono, Umberto Eco y Susan George tienen al menos, una cosa en común, a Margarita Rivière. La carrera de esta periodista nacida en Barcelona el 1944 ha pasado por la radio, la televisión y sobre todo por la prensa. Sus entrevistas para la contraportada de El Periódico de Catalunya fueron pioneras de un formato que sigue funcionando. Algunas de las entrevistas realizadas a personajes de interés mundial están presentes en este volumen editado por la Universitat de Barcelona. Dicho volumen refleja el calado de esta periodista y ensayista que sigue analizando los intereses que mueven el mundo.

“La premura impide digerir tanta riqueza humana”, comentó en referencia al ritmo frenético de publicar una entrevista diaria durante años. ¿Este libro le ha ayudado a sacar alguna lección que pueda trasladar a su día a día?

Las enseñanzas que he sacado de entrevistar a tantísima gente son grandes. No me daba cuenta cuando hacía una entrevista diaria, ahora sí. Algunas de las palabras que me dijo esta gente me han acompañado toda la vida. Y he aprendido muchísimo, entre otras cosas, que las personas no somos tan diferentes o que el poder no merece mucho respeto.

En las entrevistas de los años 80, retrata una generación preocupada por las desigualdades y el egoísmo. ¿Sigue usted con las mismas preocupaciones?

Por supuesto que sí. Pero ahora tengo alguna preocupación más como la necesidad de todos de educarnos en para tener sentido crítico fundamentado y no ‘surfear’ por la realidad.

En la introducción del libro, apunta que las redes sociales componen por sí mismas una imposible entrevista universal. Puede desarrollar la idea.

Sería interesante poder confirmar esta hipótesis, pero es difícil y requiere muchísimo trabajo. Las encuestas lo intentan y sólo sobrevuelan la realidad. Además está por ver si en las redes la gente es más sincera que en la realidad. Las redes son un invento magnífico que puede estropearse al menos tanto como lo ha sido la televisión.

¿Qué relación tiene usted con las redes sociales?

Me interesan porque definen la realidad de los contemporáneos. ¿Sabremos utilizarlas para comunicar o para incomunicar?

¿Son las respuestas del entrevistado las que despiertan las mejores preguntas?

Hay entrevistados fastuosos que dicen cosas impensadas. Esos son los mejores. Por lo general la gente se explica sola. No hace falta más que ponérselo fácil. Ellos solos se retratan.

Asumir que una entrevista se trata de un flash, de un fragmento de realidad aporta humildad a la hora de ejercer el oficio de periodista?

Creo que sólo puede aportar realismo. Quién pretenda conocer a alguien en un rato va listo.

Abundan los entrevistadores que saben demasiado y tienden a reflejar sus propias ideas más que contar las del entrevistado?

Abunda más la superficialidad, pocos son los que tienen de verdad ideas o cosas interesantes que aportar, tanto entre entrevistadores como entrevistados.

Sostiene que la entrevista es la base del periodismo, y que nos ayuda a saber más. La curiosidad se ejercita?

Mi músculo de la curiosidad se ha hecho ya enorme, resulta que casi todo me interesa. Entonces te das cuenta de que para saber de algo has de profundizar. Y siempre hay poco tiempo para ello.

En 'Entrevistas' el perfil de los personajes es más que variado. Con los años experimentó que muchos utilizaron la entrevista como una herramienta de promoción más que de información?

En los ochenta no había casi gabinetes de prensa. Hoy quién no tiene agente de prensa ‘no existe’ a efectos informativos y encontrar a alguien no contaminado por la necesidad de promoción es una rareza. Joseph Losey lo dice muy claro en la entrevista que le hice en 1983. Tenía toda la razón.

¿De todas las personas con las que ha cruzado una entrevista, mitos y poetas son los personajes más difíciles de entrevistar?

Sí, desde luego. No se por qué.

La idea de que las mujeres somos unas supervivientes como le dijo Betty Friedan como la encajaría en la situación actual?

Referido al conjunto global de las mujeres Friedan sigue teniendo razón. Entre nosotros algunas mujeres van tan ‘sobradas’ como antes iban los hombres. Lástima.

En la nota que encabeza la entrevista con Susan George revela que se sigue carteando con ella. Establece límites con los entrevistados como lo hacen los terapeutas con sus pacientes?

Absolutamente. Sólo en casos excepcionales, como este, tengo alguna relación más personal.

Parece que lo de reivindicar la experiencia como placer no se lleva mucho. Sin embargo para usted es uno de los grandes privilegios que aporta la edad. Sin embargo, en las redacciones la media de edad cada vez es menor y a los periodistas de mayor edad los jubilan. ¿Qué supone esto para el oficio?

Un desastre y un gran error. No me quiero extender más.

Partidaria de las entrevistas libres, sin reglas, qué es lo que siempre ha repetido e insistido a los alumnos que asistían a sus clases para aprender el género de la entrevista?

Que el periodista pregunta no para sí sino para el público, los ciudadanos. El periodista no es un privilegiado, sino un servidor.

Usted que defiende el escuchar al entrevistado para sacar el máximo partido de una entrevista, ¿qué opinión le merecen las entrevistas que se hacen por correo electrónico?

Sólo hice una con Manuel Castells a quién conocía bien. Hay que medir bien la confianza que se tiene con el entrevistado y la exactitud de sus palabras. Para el entrevistado las entrevistas por correo son una disciplina de concreción que al final se agradece.

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