Convergència opta por inflexibilidad con la CUP tras las dos investiduras frustradas
La semana horribilis de Artur Mas, cerrada el viernes pasado con una reunión del grupo parlamentario de Junts pel Sí en el monasterio del Poblet, ha traído novedades a la línea argumental de Convergència. La más importante, el escenario de repetición electoral en marzo como una opción razonable. La derecha independentista quiere trasladar de forma nítida que no cederán más en la negociación con la CUP y que, si su candidato no es convertido en president, están dispuestos a dejar en nada la victoria del independentismo del pasado 27 de septiembre.
Esta línea de inamovilidad frente a la CUP había sido hasta ahora poco más que una opinión transmitida en privado por un grupo de consellers de la vieja guardia convergente, entre los que se encuentran Felip Puig, Germà Gordó o Mas-Colell. Todos ellos habían mostrado su incomodidad por lo que consideraban cesiones inasumibles hacia la izquierda independentista, como la declaración de inicio del proceso independentista o el programa social que negocia Neus Munté por parte de CDC.
La filtración a La Vanguardia de una tensa reunión del Govern descubrió la profundidad de la brecha abierta en el partido por el sector crítico. “Hay una parte de Convergència que querría acabar el procés y hacer elecciones en marzo, así que tenemos que alcanzar el acuerdo rápido”, aseguraba un diputado de Junts pel Sí antes de la primera de las dos sesiones de investidura frustradas. En aquel momento el núcleo de los masistas todavía apostaba por un clima de entendimiento con la CUP que desbloquease la investidura.
Pero tras constatar que el clima pactista en las negociaciones no ha servido para desbloquear la investidura, los argumentos que los consellers más duros esgrimían como una corriente minoritaria son ahora la línea oficial de Convergència. Después de dos votaciones de investidura que han acabado 62 a favor y 73 en contra, en el entorno de Mas consideran que las concesiones ya han sido suficientes y que ahora le toca a la CUP mover ficha. Con ello pretender además apagar el fuego encendido en sus filas con la salida a la luz de las posiciones de su vieja guardia, al menos hasta después de las generales.
Diálogo de artículos
Si el lunes era el conseller de Economía en funciones, Andreu Mas-Colell, quien mostraba en un artículo del diario Ara la apuesta de los consellers por no ceder ni un palmo en la negociación con la CUP, este martes el candidato de Convergència a las generales con la lista Democràcia i Llibertat, Francesc Homs, seguía la misma línea. Homs, exconseller de la Presidencia y uno de los hombres del entorno cercano a Mas, ha sido el encargado de poner de manifiesto que el partido está cohesionado en la nueva línea de puño de acero con la CUP y guante de seda con el Estado, con el que espera poder entrar en un proceso de negociaciones tras el 20-D.
La CUP ha respondido también desde las páginas del Ara, con un artículo firmado con el diputado Julià de Jodar en el que sostiene las posiciones mantenidas hasta ahora y vuelve a mostrar la disponibilidad de la formación a investir a otro candidato a propuesta de Convergència. El diputado reconoce que la propuesta de la izquierda independentista puede conducir a unas elecciones anticipadas, pero sostiene que, si estas les fueran impuestas, la CUP está en condiciones de explicar por qué se ha llegado hasta aquí.
Este diálogo de artículos da buena cuenta de hasta que punto las conversaciones privadas que hasta ahora mantenían Junts pel Sí y la CUP están bloqueadas. Sin embargo, la portavoz del Govern ha circunscrito el artículo de Mas-Colell a un posicionamiento personal y ha asegurado que continúan trabajando por que haya acuerdo con la CUP.
Renovación en el partido
La línea adoptada obliga a Convergència a prepararse para unas elecciones al Parlament, un gesto que sus socios en Junts pel Sí consideran más una maniobra de presión que algo real. En ERC están seguros de que acabará habiendo pacto aunque, según reconocen miembros del partido, en la dirección de los republicanos ha cundido el convencimiento de que no repetirán Junts pel Sí si hay elecciones. La amenaza de volver a las urnas es ya el unico arma de Mas y los suyos en la negociación con la CUP, pero no es creíble si Convergència no es electoralmente competente por sí sola.
Con todas los esfuerzos centrados en el 20 de diciembre, elecciones a las que acudirán con la nueva marca de Democràcia i Llibertat, su reelección como president y la confección de una Convergència que pueda ganar son objetivos que se entrelazan en la agenda de Mas. En este escenario, los nombres de Neús Munté, Josep Rull y Jordi Turull comienzan a tomar un importante relieve en la renovación del partido, que trata por todos los medios de evitar una guerra de sucesión que pueda ser interpretada como un síntoma de debilidad en las negociaciones.