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La especulación amenaza a un reducto popular de la marina de Barcelona: “Llevamos generaciones viviendo aquí”

Imagen de la Colònia Bausili

Pau Rodríguez

Los vecinos de la centenaria Colònia Bausili, uno de los pocos vestigios de la arquitectura popular obrera de la marina de Barcelona, hace más de una década que escuchan que van a derribar las 21 casas en las que viven. Esta vez, sin embargo, creen que va en serio. La nueva propiedad, que adquirió los inmuebles en 2016, ya ha comunicado a los que les caduca el contrato de alquiler que no se lo va a renovar. Y esto nunca es un buen presagio en la Barcelona de la burbuja de los alquileres.

Lourdes Martínez Centellas es una de las afectadas. Como ella hay cinco inquilinos más que han recibido el burofax de la propiedad, la inmobiliaria Global Blue Center. “Nos dicen que nos tenemos que ir”, lamenta. “Pero no lo vamos a permitir: llevamos generaciones viviendo aquí”, añade. En su caso es literal: en la Colònia Bausili vive también su madre (con contrato indefinido) y su hija con sus dos nietas (con el contrato caducado desde febrero).

La Colònia Bausili, que lleva el nombre de la familia que fue su propietaria hasta hace dos años, se compone de 11 casas de dos plantas (21 viviendas en total, con las escaleras por fuera), alineadas en un pasaje peatonal que se esconde tras el Paseo de la Zona Franca. Las viviendas se habilitaron en 1928 tras la remodelación de lo que había sido la fábrica de estampados El Prat Nou. Casi un siglo después, el conjunto constituye un testimonio de la que fue una zona industrial de referencia en Barcelona, además de ser una de las pocas calles de la ciudad en las que los niños todavía salen a jugar y los mayores a tomar el fresco.

“Yo he bautizado a mi hija en esta calle”, comenta Martínez. “No es casualidad que las nuevas generaciones optemos por quedarnos, es un sitio muy tranquilo”, valora. Por eso han puesto su caso en manos del Sindicato de Inquilinos de Barcelona y han mantenido una primera reunión con la propiedad, que se ha comprometido a aplazar por ahora cualquier desahucio hasta 2019, según relatan. “Se están aviniendo a negociar”, constatan desde la organización.

Pero esto es para ellos insuficiente: si el objetivo inmediato de su lucha es evitar desalojos urgentes, el principal consiste en evitar el derribo del vecindario, por lo que aspiran a que el Ayuntamiento catalogue el conjunto como patrimonio.

Parte de un macroproyecto urbanístico

La alarma por la no renovación de contratos ha abierto la caja de pandora en una calle que lleva conviviendo desde hace más de una década con el rumor de que van a derribar sus viviendas para edificar nuevos pisos y equipamientos para el barrio. Todo ello se remonta a un proyecto aprobado por el Ayuntamiento en 2006 de reconvertir la zona industrial de la Marina en un barrio mezcla de usos residenciales y actividad económica. Una macrorremodelación urbanística que afectaría a 80 hectáreas y en la que estaba previsto levantar más de 10.000 viviendas, pero que quedó paralizada por la crisis.

De los 14 sectores en que se dividió la Modificación del Plan General Metropolitano, solo cuatro están en proceso de transformación. En el caso del que incluye la Colònia Bausili, la propiedad todavía tiene que presentar el proyecto de reparcelación y de urbanización, algo que podría llevarles dos o tres años de trámites, según cálculos del consistorio. Esto es lo que les trasladó el Ayuntamiento a los vecinos en una reunión que mantuvieron el pasado lunes.

Los inquilinos, por su parte, pidieron al consistorio que catalogue sus viviendas como patrimonio. Es lo que se hizo con algunas de las casas de la parecida Colònia Santiveri, también en la Zona Franca. Ante esta posibilidad, fuentes del Ayuntamiento responden a eldiario.es que “se va a valorar”. Lo que sí garantizan desde el consistorio es que si en un futuro se acaba consumando el derribo de la finca, se garantizará el realojo en similares condiciones de los que tengan contrato indefinido, algo a lo que obliga la ley vigente.

Los vecinos con contrato de renta antigua son mayoría ahora mismo en la Colònia Bausili. El censo, según cifras del consistorio, es de 14 viviendas habitadas de las 21 que constan en el catastro: nueve con contrato indefinido y cinco, temporal. A todo esto hay que añadir además tres pisos ocupados de forma irregular por familias sin recursos. La convivencia es con todo satisfactoria, explican.

Un “remanso de paz” por 450 euros

Para Paquita, que ha vivido sus 75 años en la misma casa de la Colònia Bausili, este paseo peatonal es “un remanso de paz” al que no está dispuesto a renunciar. Ella es de las que tiene contrato de renta antigua, de unos 150 euros al mes, con lo que su preocupación no es quedarse sin un piso, sino que en el futuro les acaben realojando en algún edificio en el que no tenga las mismas facilidades. “¿Tendrá la puerta a pie de calle como ahora? ¿Estaré lejos del que ha sido mi barrio toda la vida”, se pregunta. “Antes, las cosas del alquiler las discutíamos con el señor Bausili, que nos conocía a todos y venía a menudo por aquí, pero ahora uno ya no sabe quien es el propietario”, lamenta esta mujer.

Más urgente es la situación de Lourdes Martínez, que sabe que si finalmente en enero de 2019 tiene que abandonar su casa no encontrará nada en condiciones similares. No hay datos oficiales del precio medio de alquiler en la Marina del Prat Vermell, pero en el barrio limítrofe, la Marina del Port, el precio es de 728 euros. Ahora mismo, ella paga 450. “Yo vivo sola y mis ingresos son reducidos, no puedo pagar según que alquileres”, advierte.

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