Colau y la Sagrada Familia pactan regularizar las obras del templo tras más de un siglo sin licencia
Pacto histórico entre el Ayuntamiento de Barcelona y el Patronato de la Sagrada Familia. El acuerdo, que tiene varios niveles, supone de entrada que el templo destine 36 millones en diez años para la ciudad, pero sobre todo es el principio del fin de una anomalía histórica: que la emblemática obra diseñada por el arquitecto Antoni Gaudí obtenga una licencia de obras y, por lo tanto, pague las tasas como cualquier construcción 136 años después de empezar los trabajos.
De entrada, el documento firmado este jueves, que ha sido presentado por Ada Colau como una victoria, estipula que la Sagrada Familia financiará mejoras en el transporte público y el bus del barrio (22 millones), nuevas urbanizaciones en el entorno (4 millones), mantenimiento (3 millones) y, lo más destacado, un acceso directo desde el metro a la la basílica (7 millones). El acuerdo lo han sellado la alcaldesa Ada Colau, la teniente de alcaldía de Ecología y Urbanismo, Janet Sanz, y el presidente de la Junta Constructora del templo, Esteve Camps.
Sobre la obtención de la licencia, de la que ha carecido esta faraónica obra y que ningún alcalde se había preocupado de negociar, está prevista para el primer trimestre de 2019. Este es el compromiso que han alcanzado ambas partes, aunque los detalles están pendientes de concretar. Habitualmente los impuestos sobre las obras y construcciones en la ciudad se calculan en base a la volumetría de la finca. Su delimitación deberá quedar recogida en la Modificación del Plan General Metropolitano (MPGM) previa a la concesión de la licencia, un trámite que deberá someterse a votación en el plenario municipal del Ayuntamiento.
El único documento de obras con el que contaba hasta la fecha la Sagrada Familia, que se comenzó a levantar en 1882, es el que le expidió a finales del siglo XIX el pueblo de Sant Martí de Provençals, anexionado a la ciudad desde 1897. Un certificado que no se puede equiparar una licencia de obras, por lo que el Ayuntamiento de Barcelona tomó la decisión en 2016 de que no se le podía dar un trato privilegiado al templo. En la actualidad, la Sagrada Familia depende de una Fundación presidida por el Arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.
Las faraónicas obras de la Sagrada Familia avanzan a buen ritmo y la previsión es que finalicen en 2026. Lo hacen gracias a los generosos fondos, unos 50 millones anuales, que le reportan las 4,5 millones de visitas anuales que recibe, alrededor de 12.000 personas al día. Fuera del acuerdo ha quedado otro de los aspectos más controvertidos de la obra de Gaudí, la escalinata de acceso a la fachada de las Glorias, que de hacerse conllevaría derruir varios casi dos manzanas enteras con sus correspondientes bloques de pisos.