La universidad estadounidense Johns Hopkins ha pedido esta semana que se contabilicen y se analicen las muertes por causa de errores médicos. Según esta organización la tercera causa de muerte en Estados Unidos podría deberse a este problema, pero el hecho de que no se contabilice mantiene el problema lejos del foco mediático. Una investigación de esta misma universidad señala que más de 250.000 estadounidenses mueren cada año a causa de ello.
En España tampoco hay datos oficiales sobre el alcance de los errores médicos. No se sabe cuántas personas mueren cada año a causa de errores sanitarios ni cuántas personas quedan perjudicadas por esta misma causa.
De momento, los únicos datos que hay son las que recoge en todo el estado, a través de las denuncias puestas por familiares y pacientes, El Defensor del Paciente. El Síndic de Greuges también recibe las quejas ciudadanas en referencia a este tema, pero son casos particulares y no se publican de forma cuantificada.
El Defensor del Paciente en España recogió, en 2015, 806 notificaciones de personas fallecidas por presunto error médico. En total, 29 pacientes menos que en 2014 pero 8 más que en 2013. 45 pacientes, según los datos de la asociación murieron, presuntamente, por infección hospitalaria y 49 por retrasos en el envío de la ambulancia a domicilio. Carmen Flores, la presidenta de la asociación asegura que si se contabilizaran todos los casos serían muchos más.
Según la información del Defensor del Paciente, el resto de casos responden a errores en el diagnóstico, a malas praxis como el caso de errores en intervenciones quirúrgicas, a altas precipitadas, a una atención deficiente, infecciones hospitalarias, o por retrasos en la llegada de las ambulancias.
Flores explica que algunos errores se dan durante la atención sanitaria, en el diagnóstico o en los quirófanos, por ejemplo, pero otros son fruto de los recortes y del funcionamiento del sistema sanitario. Como ejemplo explica que ha aumentado el número de notificaciones de pacientes fallecidos por no poder optar a medicamentos de última generación por falta de dinero, es el caso de los afectados por la hepatitis C.
El doctor Antoni Sitges, jefe del departamento de cirugía del Hospital del Mar, clarifica los tipos de errores o problemas que tienen consecuencias para los pacientes. Por un lado habla de negligencias, cuando el profesional sanitario, médico o enfermero, no da respuesta, no se presenta, marcha o no atiende un trabajo. Casos donde la responsabilidad recae sobre el profesional. Luego habla de errores médicos, aquellos que van ligados a la actuación del profesional. Estos errores, explica, pueden responder a una equivocación del profesional o a la práctica de exploraciones e intervenciones que llevan un riesgo inherente. En estos casos, algunas veces la responsabilidad es del profesional, otros podría no serlo, ya que hay factores que depende del mismo enfermo.
Y por último habla de yatrogenia. “Se trata del daño infligido a un paciente en el curso de exploraciones, tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas realizados con intención de curarlo de sus dolencias”, explica. Por ejemplo, las colonoscopias suelen no provocar daños, pero ocasionalmente se puede producir una perfuració del intestino. “Todas las exploraciones tienen un mayor o menor riesgo y deben ser adecuadamente indicadas”, explica Sitges.
Falta de voluntad política
El Defensor del Paciente recibió un total de 14.430 denuncias en 2014. Más de 200 relacionadas con personas que se sometieron a cirugía plástica y que obtuvieron un resultado insatisfactorio. 152 denuncias hacían referencia a bebés que nacieron con alguna discapacidad a causa de un parto inadecuado.
“Es utópico pensar que si se publicaran los datos se podrían evitar todas estas muertes y todos los casos, pero si se hiciera seguramente se pondrían los medios necesarios para intentar que se redujeran”, reivindica Flores. “Las infecciones hospitalarias o los retrasos en el diagnóstico se podrían evitar en un porcentaje muy alto”, añade. “Ningún político o mandatario me ha llamado preguntando por el tema, somos las víctimas ocultas, parece que las muertes de nuestros familiares no valieran nada”, lamenta Flores.
Sitges denuncia también la falta de cifras, la ausencia de registros y la falta de voluntad en los hospitales y en las instituciones por llevar un control. Sólo algunos centros, explica este profesional, realizan sesiones para hablar de complicaciones y mortalidad. Pero son voluntarias y por tanto dependen de los jefes de servicio. “El primer centro donde se hicieron sesiones de morbilidad y mortalidad fue en el Hospital del Mar”, añade, y gracias a que él introdujo el tema hacia el año 1985.
Sitges asegura que es muy importante que esta información se recopile y que se hagan estas sesiones ya que permitiría el análisis de estos errores que es el primer paso hacia su prevención. “Hay errores que se dan por falta de conocimiento, otros por exceso de celo, otros por omisión culpable; estas sesiones deberían ser obligatorias y no voluntarias ”, reivindica.