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“Desde el punto de vista sanitario Idomeni y los campos satélite tienden al caos”

La doctora Elisenda Gómez-Angelats en una sala del Hospital Clínic.

Blanca Blay

Elisenda Gómez-Angelats es médico y trabaja en el área de Urgencias del Hospital Clínic, en Barcelona. El lunes volvió de Idomeni (Grecia), donde se fue unos días junto con otras compañeras del hospital y sus hijos. Tanto ella como el resto de compañeras se decidieron a acompañar a Meritxell, enfermera también de Urgencias, en su viaje exprés al campo de refugiados en Grecia para llevar material que les había cedido el hospital y otros materiales que habían recogido para los refugiados, como ropa. En la entrevista con Elisenda se añaden Meritxell Cascanar, Conchi Alvarez, Yolanda Pueyo y Carmen Aranda. “Vimos heridas de balas de goma y ojos irritados de los gases lacrimógenos”, explica Elisenda del día que de repente se encontraron en medio del caos después de que la policía macedonia cargara contra los refugiados.

¿Qué os lleva hasta Idomeni?

Elisenda: La idea sale de Meritxell y su marido, David, que también es enfermero y está allí. Él, junto con otros amigos, comenzó a intentar gestionar algo allí que permitiera ayuda, inicialmente médica. Al final, sin embargo, ha acabado siendo una atención integral al refugiado.

Meritxell: Sí, porque el problema que hay es que aparte del de Idomeni hay campos satélite, como el de Eko, que se han ido levantando alrededor de una gasolinera. En el campo de Eko, por ejemplo, Médicos Sin Fronteras (MSF) tenía una caseta médica y la cerraron. A partir del mediodía pues la atención en este campo quedó descubierta, sin servicio sanitario. Fueron unos voluntarios los que coordinarse para que a partir del mediodía y toda la noche hubiera personal sanitario.

¿Cuáles son los principales problemas de salud que hay en estos campos donde estuvisteis?

Elisenda: Te encuentras problemas agudos, cogidos allí en el campo como infecciones, gastroenteritis, problemas de broncoespasmos o muchas conjuntivitis. Algunas enfermedades son ambientales y se derivan del hecho de quemar botellas de plástico u otros materiales para calentarse, porque hace que se inhalen unos humos y en gente que tiene problemas respiratorios es un agravante. Luego también hay muchas infecciones víricas, ya que no tienen a mano agua y jabón o soluciones estériles y esto hace que se propaguen muy fácilmente. Es como si los niños estuvieran en una guardería y lo pegaran todo, tanto por las condiciones ambientales como por las condiciones higiénicas en que viven y el clima, ya que hace hace frío y llueve.

En Idomeni, por ejemplo, hay entre 10.000 y 15.000 personas. ¿Cuántos equipos médicos hay?

Elisenda: Es variable pero normalmente se intenta que haya al menos uno. Hay dos o tres equipos médicos que van moviéndose, tipo nómada, porque tampoco hay una estructura. Excepto MSF, que por ejemplo sí tiene una carpa, los voluntarios visitan como pueden, en una ambulancia o en un lugar improvisado.

Supongo que la organización no es fácil porque el flujo de gente va variando y nadie sabe qué pasará, ni los principales afectados que son los refugiados.

Elisenda: Sí, porque hay gente que se va de un campo a otro pero el campo de Idomeni es el que acabará asumiendo a más gente.

Meritxell: Idomeni está más o menos bien gestionado, el problema son los campos satélite, que es donde faltan realmente las infraestructuras y la gente.

Carmen: Sí, porque además los campos satélite también suman un buen número de gente, quizá tanta como en el campo de Idomeni.

Elisenda: Idomeni es un campo grande y la verdad es que está bien organizado. En el campo de Eko o en los campos pequeños no van las ONG, van voluntarios.

El pasado 10 de abril la policía macedonia lanzó gases lacrimógenos y pelotas de goma contra los demandantes de asilo. ¿Lo vivisteis?

Elisenda: Sí porque justo fue el día que fuimos a ver el campo de Idomeni, sólo íbamos un rato ese día, con nuestros hijos. Estábamos en la carpa de Bomberos en Acción y de golpe se empezaron a escuchar disparos y comenzó una batalla campal. Nos encontramos en medio y nos pusimos a ayudar sin pensarlo. Vimos heridas de balas de goma y ojos irritados de los gases lacrimógenos.

Meritxell: El único hospital que quedaba era el de Bomberos en Acción, donde estábamos nosotras, y algunos de los voluntarios comenzaron a hacer un triaje como harías en una catástrofe. Todo el mundo gritaba, era un caos. Por suerte lo coordinaron muy bien y esto permitió que nosotras nos centráramos en los más graves.

Me imagino que sería un caos y que el pánico se extendió rápidamente.

Yolanda: Una mujer se puso de parto en ese momento y dos mujeres abortaron de la crisis de angustia que cogieron. Ver las caras de aquellas mujeres fue una de las cosas más impactantes. No es sólo lo que vivieron en ese momento, es que los gases y las balas, el caos, les recordaba la situación que habían vivido en Siria.

Meritxell: No olvidemos que esta gente hace cinco años que está sufriendo una guerra. Cuando pasó el momento de caos y la batalla campal todos volvían, algunos llorando...Porque habían creído que ese día abrirían la frontera, había corrido el rumor. Nos preguntaban: ¿Ustedes saben si abrirán la frontera? Sabíamos que no pero claro se te queda una cara cuando ves a la gente cargada con mochilas con los niños y todo...

Vosotros trabajáis en el área de urgencias de un hospital pero entiendo que allí todo el mundo hace de todo un poco.

Carmen: Sí, hicimos de todo todas porque necesitan tantas cosas que tanto puede ser que tengas que repartir zapatos, como cargar cajas o comprar bragas. A nivel sanitario, como tampoco hay infraestructura, tampoco era necesario que estuviéramos todos allí.

Yolanda: Intentamos hacer una campaña para dar más dignidad a la mujer refugiada. Recogimos en Barcelona cerca de 400 sujetadores y compramos braguitas porque hay muchas infecciones vaginales porque sólo tienen unas, por ejemplo, y las lavan y se las ponen que quizás todavía están húmedas.

¿Cuáles son las condiciones higiénicas que hay en los campos?

Elisenda: No tienen agua corriente, sólo hay unas duchas de agua fría, pero para lavarse las manos deben ir específicamente a un sitio. Claro, no hay una pila en cada tienda y desde el punto de vista sanitario eso tiende al caos. En verano comenzará a haber epidemias, cuando empiece el calor de verdad y con poca agua también existe el riesgo de insolaciones. Además, cuando cae un diluvio las tiendas se inundan y hay mucha humedad.

Elisenda y sus compañeras volvieron esta semana de los campos de refugiados cercanos a la frontera con Macedonia, país donde ellas se alojaban estos días ya que en el pueblo más cercano, Polykastro, los precios, potenciados por la demanda, son ahora muy altos. Mientras los refugiados eran gaseados para intentar cruzar la frontera ellas cruzaban cada día esa misma línea, cuentan con frustración. Una de las frases más duras era: pero ¿por qué no nos queréis?, recuerda Meritxell.

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